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Tenía la mano sobre el pecho de Félix, y lo siguiente que recuerdo es que eché a correr por el pasillo en dirección al torreón donde estaba ubicada la habitación de Seungmin. Reaccioné en el instante en que sentí la mano de Félix sujetándome el brazo con fuerza. Fue él quien me impidió llegar más lejos, pero resultó muy inquietante comprender que había perdido la conciencia durante un segundo y que había perdido por completo el control. Como mínimo, ahora sabía lo que estaba pasando, pero eso no significaba que mis ansias de comer hubieran disminuido.

—Tienes que comer —dijo Félix.

—Vaya, no me digas. —Eché a andar de nuevo hacia la habitación de Seungmin, pero Félix me detuvo.

—No, con él no.

Tiró de mí en dirección contraria, alejándome de la sangre. La parte racional de mi ser entendía lo que Félix estaba haciendo, sabía que no debía alimentarme del novio de mi hermano. Pero mi sed me ponía furioso y no comprendía que Félix quisiera alejarme de aquella fuente de sangre.

—Vamos, Changbin. Abajo tenemos comida.

—¡Sabes que no es tan buena! —protesté.

Nunca había bebido sangre fresca, por lo que no podía establecer una comparación. Pero la sangre fresca olía mucho mejor que la sangre de bolsa. Mi cuerpo la ansiaba con mucha más intensidad, era casi imposible resistirse a ella.

Félix era más fuerte que yo, y además una parte de mí sabía que tenía razón, por lo que al final dejé que me arrastrara para alejarme de allí.
Al llegar abajo, apareció Minho, procedente del sótano y cargado de bolsas de sangre fría. Por lo visto, también Chan estaba comiendo más de lo normal. Se percató de mi expresión y me dio una bolsa antes de que cambiara de idea en lo referente a perdonar a Jisung.

Mientras engullía la sangre y saboreaba la exótica oleada de placer que me embargaba, oí de fondo la conversación entre Minho y Félix. Chan seguía débil y necesitaba descansar y comer mucho, y Hyunjin había salido para hacer algún recado. Su explicación no era demasiado detallada, y no estaba seguro de si era por el bien de Félix o porque en realidad no sabía más.
Cuando terminé mi bolsa, Minho regresó a su habitación para ocuparse de Chan y una sensación de profundo mareo se apoderó de mí. Acababa de despertarme y ya iba a dormirme de nuevo.

Me sujeté a Félix, confiando en que eso me ayudaría a mantenerme más despierto. Se rio de mi batalla contra el sueño, y su risa me abrumó. Me dio un beso en la frente y me cogió en brazos, una solución tan confortable que pudo finalmente conmigo.

Me desperté acurrucado entre sus brazos y con la música de Depeche Mode sonando muy flojito. Félix me rodeaba con un brazo y sujetaba con el otro un libro de cómics, The Avengers. Era uno de sus favoritos, y estaba hecho polvo. Félix se encontraba tan inmerso en la lectura que ni siquiera se dio cuenta de que yo había abierto los ojos.

—Hola —dije, sonriéndole. Félix echó la cabeza hacia atrás para mirarme y dejó el libro—. Siento haberme quedado así.

—No, no pasa nada. Lo entiendo —dijo con una sonrisa.

—Te he echado de menos. —Me acurruqué aún más contra él y su corazón se aceleró.

—Hubo un momento en el que no estaba seguro de si volverías. —Vi que su expresión se tornaba tormentosa, imaginando de nuevo las cosas terribles que podían haberme sucedido en Finlandia.

—¡Pero estamos aquí! —repliqué rápidamente con la intención de borrar por completo sus oscuros pensamientos—. En tu habitación, en tu cama, solos. —Mi expresión empezó a vacilar al ver la cara de preocupación de Félix—. Estamos solos, ¿no?

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora