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Me soltó, y en cuanto pude coger aire, empecé a gritar.

I.m me dejó caer sobre el suelo de cemento de un estrecho y tenebroso pasillo. Se sentó en el suelo a escasa distancia de mí. Félix estaba de pie entre los dos. Al otro lado de I.m, Seungmin bloqueaba la puerta de acceso al club por donde acabábamos de salir y, detrás de él, se oían los gruñidos de Taehyung.

—Levántate —dijo Félix con la voz temblando de contención, y I.m se incorporó—. Lárgate de aquí antes de que haga mierda.

—¡Si no querías compartirlo no deberías haberlo traído! —gritó I.m, casi quejumbrosamente.

Seungmin avanzó hacia él, pero Taehyung lo sujetó por los brazos y lo retuvo. I.m se escabulló entre ellos y desapareció corriendo.

Félix lo siguió con la mirada durante un segundo, pero antes de que Taehyung soltase a Seungmin, se volvió para arrodillarse a mi lado. Me tocó la frente y sopló, desasosegado. Con gran esfuerzo, apartó la mirada para echarme un vistazo general. Respiraba de manera entrecortada, y empecé a sentir una sensación de hambriento pánico que no lograba comprender.

—¿Estás bien? —me preguntó Félix.

—Sí —dije, moviendo la cabeza afirmativamente—. ¿Y tú? ¿Qué pasa?

—Estoy bien. —Cuando retiró la mano de mi frente me di cuenta de que le temblaba y vi entonces una mancha oscura en sus dedos—. Estás sangrando.

—Oh, no —musité.

—Changbin... ¿confías en mí? —Félix me miró fijamente. Asentí—. Bien. —Se inclinó y me dio un delicado beso en la frente.

Seungmin gritó en señal de protesta, pero Taehyung lo contuvo. Sentí la boca de Félix sobre mi herida, y aquel simple contacto me provocó escalofríos de placer en todo el cuerpo. Me deseaba de tal modo que resultaba casi insoportable. Gemí, y Félix se apartó de mí, jadeando trabajosamente.

—¡¿Qué has hecho?! —gritó Seungmin.

—¡Tenía que detener la hemorragia! —Félix se relamió y me miró con una expresión hambrienta—. Mi saliva acelerará la cicatrización.

—Llévatelo de aquí por la puerta de atrás —dijo Taehyung, que parecía mucho más preocupado incluso que yo—. Será más fácil que cruzar todo el local.

Y es que no podía estar ni preocupado ni asustado. Félix me abrumaba con su sed, y me moría por corresponderle.

Me incorporé hasta quedarme sentado con la espalda apoyada en la pared, vagamente consciente de un fuerte dolor de cabeza. Félix se agachó en cuclillas delante de mí, pegado a la pared opuesta, mirándome fijamente con sus ojos azules. Sabía que estaba obligándose a permanecer allí quieto, mientras que lo único que yo deseaba era que su fuerza de voluntad se quebrantase.

—¡Félix! —dijo Seungmin, y me agarró por el brazo para tirar de mí y levantarme del suelo. Aún no había asimilado la magnitud de su fuerza y tuve suerte de que no me arrancara el brazo.

—Lo siento —farfulló Félix, incorporándose. Seungmin había conseguido sacarnos de aquel estado de trance, pero seguíamos aturdidos.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Seungmin, mirando por encima del hombro.

—Sí, claro, por supuesto —dijo Félix, pero no mostraba indicios de moverse.

Continuó mirándome en silencio, y movió la cabeza de un lado a otro para despejarse—. Yo... La verdad es que no sé dónde está la puerta de atrás.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora