Chan estaba apoyado en el umbral de la puerta. Su aspecto era peor de lo que jamás hubiera podido llegar a imaginarme. Su ropa, el jersey negro y los jeans que llevaba la noche anterior, estaba sucia y raída. Estaba demacrado y pálido. Entró en la habitación tambaleándose y Hyunjin corrió hacia él.
Tenía mordiscos en el cuello y en las muñecas. El territorio licano estaba casi a una hora de distancia en coche, tiempo suficiente para que un vampiro como él se hubiese curado, pero las marcas de mordiscos seguían rojas e inflamadas. Chan estaba tan agotado que ni siquiera le quedaban fuerzas para curarse.
—Necesita comer —me dijo Hyunjin, e intentó que yo sujetara a Chan. Corrió hacia el baño en busca de sangre y me dejó solo en aquellas complicadas circunstancias.
El impacto me había dejado paralizado, pero rodeé a Chan con el brazo y lo ayudé a tumbarse en la cama. Sus profundos ojos castaños tenían una mirada vidriosa. Jamás había visto a un vampiro en tan mal estado. Nunca se me había ocurrido que pudieran llegar a estar tan mal, sobre todo un vampiro como Chan.
Cuando me senté en la cama a su lado, Chan se dejó caer y apoyó la cabeza en mi regazo. Se agarró a mi muslo con dolorosa desesperación, como si necesitara aferrarse a alguna cosa.
—Traigo la sangre —dijo Hyunjin, que en ese momento entraba de nuevo en la habitación. Miró a Chan, que seguía abrazado con fuerza a mí, y cerró la boca hasta convertirla en una fina línea.
—No puedo comer. En este momento no puedo —dijo Chan con una mueca de dolor, como si el sufrimiento le impidiera incluso comer.
Le aparté el pelo de la frente. Tenía la piel fría y húmeda. Después de haber perdido tanta sangre, me imaginé que comer sería lo único que lo ayudaría a sentirse mejor. Pero entonces caí en la cuenta de lo que en realidad pasaba.
Los licanos se habían alimentado de él. Y eso es algo que los vampiros nunca permiten que suceda entre ellos, a menos que sean amantes. El intercambio de sangre tiene connotaciones sexuales, pero conlleva también algo más.
Cuando Félix me mordió, lo sentí fluir por todo mi cuerpo, su amor y su bondad se apoderaron de mí. Pero los que habían mordido a Chan eran miembros de una manada de monstruos rabiosos. Y en aquel momento estaba embargado, su dolor y su cólera se habían apoderado de él. Lo habían drenado, tanto física como emocionalmente.
Chan emitió un sonido de dolor, aunque se esforzó por reprimirlo. Se aferraba a mí con tanta fuerza, que de haber sido humano me habría partido huesos y reventado los órganos. A pesar de su debilidad, sus músculos eran duros como el hormigón. Se tensó, su cuerpo estaba completamente rígido, y dobló un poco las piernas, apretándose aún más contra mí.
—Mi sangre... —Chan consiguió pronunciar aquellas dos palabras a duras penas.
—Descansa. No es necesario que digas nada —dije, tratando de consolarlo, acariciando su pelo rubio.
—No —dijo Chan, en una voz tensa y débil—. Mi sangre por tu sangre. Todo ha terminado. Tenemos que irnos de aquí. Hyunjin, ¿puedes...?
—Lo prepararé todo —dijo Hyunjin cuando Chan se interrumpió. Me di cuenta de que intentaba mantener la compostura, pero su mirada era abrasadora. Le mortificaba saber que Chan había dado su sangre a cambio de la vida de Hyunjin.
Hyunjin se puso en acción después de mirarlo fijamente un instante lleno de remordimiento. Tomo él teléfono y empezó a hacer llamadas, la mayoría de las cuales fui incapaz de comprender porque hablaba en finés.
—No debería cargarte con todo esto —dijo Chan, e intentó retirarse de encima de mí.
—No, no pasa nada —insistí—. No te preocupes.
—No. Yo... —Un espasmo interrumpió sus palabras. Chan se agarró a mí con tanta fuerza que apenas me dejaba respirar. El tremendo mal rato pasó e intentó relajarse de nuevo—. Lo siento.
—No pasa nada, Chan.
Cuando Hyunjin dejó el teléfono, se quedó observando un instante cómo Chan se esforzaba por mantener el ritmo de su respiración. Yo notaba que Chan estaba reprimiendo sus gritos y miré a Hyunjin pidiéndole ayuda, pero él esquivó mis ojos.
—Lo mejor que puede hacer es descansar —dijo Hyunjin—. Con el tiempo, los sentimientos irán desvaneciéndose. El vuelo dura once horas. Tiene que descansar y comer, y confío en que después se encuentre lo bastante bien como para al menos llegar a casa.
Hyunjin recogió nuestras cosas y lo preparó todo para irnos. Me habría gustado ayudarlo, pero no quería dejar solo a Chan. Al final, Hyunjin sugirió que durmiéramos un poco. Chan se quedaba inconsciente a ratos. Conseguí adormilarme un poco, pero Chan estuvo despertándome con frecuencia, gimiendo y retorciéndose de dolor.
Cuando Hyunjin me llamó al atardecer para que me levantara, Chan seguía aferrado a mí, pero la ferocidad de su abrazo había desaparecido. Hyunjin lo ayudó a llegar hasta el baño para que pudiera comer y asearse, y yo me levanté por fin para estirarme un poco. El cuerpo me dolía terriblemente a causa de la presión que había ejercido Chan sobre él.
Reconfortarlo había resultado agotador y no podía ni imaginarme lo que él estaría pasando. Me quedé junto a la cama, emocionalmente exhausto, y Hyunjin salió del baño en aquel momento para concederle un poco de intimidad a Chan. Me miró con preocupación, pero no era necesario que se molestase por mí, de modo que decidí mantenerme ocupado arreglando un poco la habitación.
—Changbin —dijo Hyunjin, posando la mano en mi brazo con la intención de detenerme—. ¿Cómo lo llevas?
—Mejor que Chan —respondí, con una carcajada sin apenas sentido.
Me quedé mirándolo y ya no resistí más. Lágrimas indeseadas rodaron por mis mejillas y, con brusquedad, Hyunjin me estrechó entre sus brazos. Hundí la cara en su camiseta y rompí a llorar con todas mis fuerzas.
—Gracias. Y lo siento —murmuré cuando por fin recuperé el control y me aparté de él. Pero Hyunjin siguió sin soltarme del brazo, como si cortar aquel contacto fuera a reanudar mi llanto.
—No te preocupes. Ya he visto cómo te ha afectado —dijo él.
—Chan ni siquiera ha llorado. —Me sequé las lágrimas, odiándome por mi comportamiento infantil.
—Para él es distinto. Ya ha pasado por esto en otras ocasiones, aunque creo que nunca había sido tan terrible. —Su mirada se endureció, pensando, sin duda alguna, que todo había sido por su culpa.
—¿A qué te refieres con lo de que ya ha pasado otras veces por esto? —le pregunté.
—Es lo que solía hacerle su viejo «amo», James, que era un hombre terrible, despiadado. —Se quedó con la mirada perdida—. Pero James era solo uno, nada que ver con esta banda de sádicos. A mí también me han mordido en alguna ocasión, gente no tan cruel, y es...
—¿Qué? —Presioné a Hyunjin al ver que dejaba de hablar.
—La sangre me ardía en las venas. Mi cuerpo intentaba rechazar la poca sangre que le quedaba. Y además del dolor físico, que es atroz, te provoca emociones. Te hace desear cosas que no quieres desear. Te sientes repugnante y... —Movió la cabeza en sentido negativo, reacio a explayarse más—. Es una tortura, total y absoluta.
—¿Se pondrá bien? —pregunté.
Chan salió en aquel momento del baño y distrajo nuestra atención. Se había vestido con ropa limpia y las marcas del cuello y las muñecas se habían curado por fin. Seguía estando pálido y su expresión era seria, pero caminaba con normalidad.
De camino al aeropuerto apenas cruzó una palabra con nosotros. Me di cuenta de que estaba muy rígido y de que se esforzaba por combatir el dolor que perduraba todavía en su cuerpo. Durante el vuelo, se disculpó conmigo diversas veces, y le resté importancia a los hechos en todas las ocasiones. Yo casi no había hecho nada por él y nada había que él no fuera a hacer por mí.
Aquellos sucesos hicieron que Chan me inspirara más respeto si cabía. Si él estaba pasándolo tan mal, otro en su lugar habría muerto.Pasó el resto del viaje con los ojos y la boca cerrados. Yo permanecí incapaz de dejar de mirarlo, aterrorizado por la idea de que pudiera desintegrarse o morir si lo hacía.
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Latido² || [Lixbin]
Teen Fiction[ʟɪʙʀᴏ ⅖]❈ Tras la marcha de Hyunjin, Changbin está más unido que nunca a Félix. Tanto el como su hermano Seungmin pasan un idílico verano en casa de sus amigos. Sólo que el hermano de Changbin no sabe que lo son, hasta que un acontecimiento inesper...