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—Chicos, estoy bien, de verdad —dije sumisamente con la esperanza de disminuir la tensión de la estancia.

—Lo sabemos, Bin —susurró Minho para tranquilizarme, pero sin despegar los ojos de Chan.

—Sí —dijo él, asintiendo con expresión compungida—. Huele a él.

—Joder —dijo Félix por lo bajo, y se volvió, dándonos la espalda.

Minho suspiró y apoyó la frente en mi hombro. Comprendí las palabras de Chan en cuanto las pronunció, pero negué con la cabeza de pura incredulidad.

—Llevo su ropa —dije, tocando la camiseta—. Y, además, no sé qué importancia puede tener eso. ¿Y qué pasa si huelo a Félix? —Miré a Félix, que seguía de espaldas a nosotros—. ¿A quién le importa eso? ¿Qué más da?

—Tiene su importancia. —Minho levantó la cabeza y miró a Chan—. Pero podemos hacer algo al respecto. ¿Verdad? —Se quedó mirándome hasta el punto que me sentí incómodo, y decidí ignorarlo—. ¿Chan?

—Minho... —dijo Chan, moviendo la cabeza de un lado a otro.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Seungmin, con voz aguda y temblorosa—. ¿A qué te refieres?

—Me refiero a que Hyunjin no está aquí. —Chan juntó las manos como si estuviera rezando y, a continuación, abrió los brazos. Miró a Seungmin y esbozó una leve sonrisa—. No está aquí. No puede hacer nada. Y es lo que hay.

—¿Y eso es todo? —Seungmin se mordió el labio para contener las lágrimas.

—Seungmin, no pasa nada —dije, manteniendo la calma y sin alterarme. Tal vez mi agotamiento me impedía sentir miedo o estar triste—. Estoy bien. No hay nada de que preocuparse. Al menos de momento.

Aquella fue la gota que colmó el vaso de Félix. De repente, salió corriendo del salón y oí sus pisadas al subir la escalera. Bokie corrió tras él, pero debió de cerrarle la puerta porque el perro empezó a ladrar y a rascar la puerta.

—¡Bokie! —gritó Chan, y el animal se calló de golpe.

—¿Puedes ir a buscarme el teléfono, Seungmin? —le pedí, levantando la vista hacia él—. Supongo que debe de estar en algún rincón de la habitación de Minho y de Chan.

—Mira en el baño —sugirió Minho.

—Voy. —Era mejor que Seungmin hiciese algo. Si estaba ocupado con lo que fuera, se sentiría mejor que allí sin hacer nada.

Después de que se fuera corriendo, volví a centrar mi atención en Chan. Me sorprendió un poco descubrir mis ojos bañados en lágrimas, aunque supuse que el cansancio y el agobio provocado por los sentimientos de culpabilidad de Félix tenían mucho que ver en ello.

—Pídele que no vuelva —le dije a Chan. Empecé a sentir un nudo tremendo en la garganta.

Sabía que aquello no estaba nada bien, pero parte de mi tristeza tenía su origen en saber que no volvería a ver jamás a Hyunjin. Y, aunque sabía que debía ser así porque si me viera me mataría, mis sentimientos permanecían inalterables.

Mi cuerpo se sentía vinculado al de Félix, mucho más incluso que antes. Aun no estando presente en aquel momento, percibía su terror y su vergüenza en mis venas. Pero había otra parte de mí que seguía sintiéndose arrastrado hacia Hyunjin y que no comprendía cómo sería capaz de sobrevivir sin él.

—¿De verdad es eso lo que quieres? —me preguntó Chan.

—¿Tengo acaso otra elección? —Tragué saliva—. Nos matará, a Félix y a mí. —Bajé la vista hacia la manta que me cubría y jugueteé nervioso con el dobladillo—. Sé que hablas todavía con él. Convéncelo de que no vuelva. —Entonces moví la cabeza de un lado a otro, consciente de que estaba siendo egoísta—. No, eso no es justo. Soy yo el que debería marcharse. De ese modo Hyunjin nunca lo sabrá y no tendrá motivos para hacerle daño a Félix.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora