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Había dejado mi teléfono sobre la mesita de noche y empezó a sonar en aquel preciso momento. Los dos conocíamos el tono y Hyunjin miró de reojo el teléfono con cara de asco. Era Félix, y no me apetecía responder porque en realidad no tenía nada que contarle que pudiera tranquilizarlo.

—¿No piensas responder? —me preguntó Hyunjin.

—Ahora no. Estoy ocupado.

—¿No te controla como si fueses su marioneta? —preguntó maliciosamente en cuanto el teléfono dejó de sonar.

—¿Te refieres a como lo hacías tú? —Le lancé una mirada asesina, pero él me miró a los ojos, sin alterarse.

—Sí, a eso me refiero —dijo, asintiendo—. Antes, si hubiera sido yo quien hubiera llamado, habrías respondido, independientemente de lo que estuvieras haciendo. No sé, me parece extraño que estando vinculados...

—¿Que aún sea capaz de pensar por mí mismo? —Levanté una ceja—. Sí, puedo hacerlo. Y también podía mientras estuve ligado a ti, si no nunca habría podido estar con Félix. —Me lanzó una nueva mirada abrasadora—. Aunque creía que habías dicho que en realidad nunca estuvimos vinculados.

—No sé qué pensar.

—¿Por qué viniste aquí? —pregunté con delicadeza, intentando hablar en serio con él—. Si no fue por lo que sucedió...

—Por supuesto que fue por lo que sucedió —dijo con un suspiro—. Por supuesto que fue por ti. —Se quedó mirándome, con la mirada insegura y completamente transparente—. ¿Es eso lo que querías oír?

—No quiero nada de ti excepto la verdad.

—Contigo todo ha sido siempre muy complicado. —Hyunjin se pasó la mano por el pelo, que tenía un aspecto asombrosamente sedoso después de la ducha.

Se mordió el labio y miró mi cama vacía. Habría seguido hablando de no ser porque el teléfono volvió a sonar y decidí que tenía que hacer algo al respecto. Si Félix me llamaba con tanta insistencia significaba que necesitaba alguna cosa. O que algo iba mal. Fuera lo que fuese, no me sentía bien dejándolo sonar y sin responder.

—Tendría que contestar.

—No permitas que yo te lo impida —dijo Hyunjin, aunque su expresión se había vuelto glacial.

Oí los gritos de ansiedad de Félix tan solo rozar la tecla para responder al teléfono.

—¡¿Qué demonios hacías, Changbin?! ¡¿Qué pasa?! ¡Llevo días intentando localizarte!

—He estado ocupado, Félix —dije, intentando parecer enfadado. Mi corazón se moría por él, pero con Hyunjin sentado detrás de mí no quería demostrarlo—. Hemos estado buscando a Hyunjin. ¿Lo recuerdas?

—¿Y por qué no podías llamar? ¿O responder a mis mensajes? ¿O hacerme saber de algún modo que sigues vivo? —preguntó Félix.

—Lo siento —dije, reprimiendo las lágrimas, y Hyunjin se levantó de la cama—. ¿Adónde vas?

—¿Qué? No voy a ningún lado —dijo Félix, perplejo.

—No, tú no —le dije, haciéndole un ademán a Hyunjin—. ¿Qué haces?

—Ir al baño. ¿Te parece bien? —Hyunjin intentaba hacer una gracia, pero sabía que estaba consternado.

—Sí. Pero no salgas de la habitación, ¿de acuerdo? —No me fiaba de que pudiera escaparse.

—Lo que tú digas. —Hyunjin me dijo adiós con la mano y entró en el baño. Al cabo de unos segundos, oí el agua correr, un sonido que no le permitiría seguir oyendo mi conversación con Félix.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora