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—Siento interrumpirlos, pero he pensado que sería mejor que supieran que ya estoy de vuelta en casa. —La voz profunda de Chan retumbó en el salón. Miré por encima del hombro y vi su silueta perfilada en el umbral de la puerta.

—Oh, mierda —gruñó Félix.

Dejamos de besarnos y me senté a su lado. Félix cogió el edredón para taparnos, me rodeó con el brazo y me acurruqué contra él. Escondí la cabeza debajo de su hombro e intenté ocultarme bajo la colcha.

—¿Acaso estás empeñado en matarlo? —preguntó Chan, con expresión fatigada.

Félix bajó la vista en lugar de responder y Chan encendió las luces del salón. Tomó asiento en el sillón, frente a nosotros. Se acomodó y cruzó la pierna por encima de la rodilla.

—¿Y bien? —Chan nos miraba con impaciencia.

—¿Qué? —preguntó Félix, y me apretujé aún más contra él.

—Estoy esperando que me cuentes qué te pasa. —Chan apoyó la barbilla sobre una mano y miró a Félix con aire solemne—. ¿Qué piensas que estás haciendo con todo esto?

—No-no lo sé —respondió Félix, tartamudeando y rascándose la coronilla—. No pensaba nada, la verdad. Solo nos lo estábamos pasando bien.

—¿Es esta tu respuesta, tanto para esto como para tu idea de llevarlo al club? —le preguntó Chan, y Félix asintió—. Ya veo.

—No estábamos... —Félix hizo un gesto en dirección a mí, pero vaciló en seguida—. No hemos hecho nada. Lo tenía todo controlado.

—Félix, no me gusta en absoluto tener que decírtelo, pero me parece que no controlas en absoluto nada que tenga que ver con Changbin —dijo Chan con sequedad—. Sinceramente, ¿qué crees que habría pasado de no haber llegado yo en este preciso momento? ¿Crees que habrías sido capaz de detenerte a tiempo? —Félix se estremeció y se apartó de mí.

—La he cagado —dijo Félix con un suspiro—. Ya lo he entendido. Siempre la cago. Pero no es necesario que me lo refriegues por la cara.

—¿Crees que es esa mi intención? —dijo Chan, ofendido—. Solo trato de que los dos sigan con vida.

—Conmigo está seguro.

—¿Seguro en un club de vampiros? ¿De verdad piensas eso? —Chan enarcó una ceja y negó con la cabeza—. ¿Has olvidado ya lo que te sucedió cuando eras humano? Estuviste a punto de morir. Por mucho que los vampiros intentemos llevar una vida civilizada, sabes muy bien de qué somos capaces.

—A Seungmin le apetecía ir y Changbin tenía ganas de salir y divertirse un poco. —Félix cambió de posición y el contacto físico entre nosotros se esfumó por completo. Varios centímetros de fría distancia nos separaban al uno del otro—. Yo había ido otras veces, y sabía que allí van humanos y no les pasa nada.

—Destrozarlo todo cuesta muy poco —dijo Chan en voz baja—. Changbin es muy frágil.

—Y entonces ¿por qué no podemos convertirlo en vampiro? —preguntó Félix quejumbrosamente—. Así nadie tendría que preocuparse de que yo acabara matándolo sin querer.

—Sabes bien que en estos momentos eso no es posible —dijo Chan, frotándose los ojos de puro agotamiento.

—¿Por qué no? —preguntó Félix.

—Porque Seungmin es demasiado joven. Los vampiros jóvenes son muy peligrosos. —Chan suspiró—. Para que un vampiro no se transforme en un ser horripilante es necesario encarrilarlo adecuadamente. Nuestra supervivencia depende de la moralidad y la contención. Poseemos poder y fuerza suficientes para destruir cualquier cosa, y por ello estamos obligados a vivir con moderación.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora