23

449 86 17
                                    

—¿Qué? —Fingí que no había oído la pregunta, pues había un montón de gente bajando por la escalera. Y pensé también en escabullirme, pero Jeongin consiguió acorralarme contra la pared.

—Sabes perfectamente de qué te hablo. —Tenía la cara tan pegada a la mía que podía oler incluso su aliento impregnado de Red Bull y el aroma a fresa de sus labios.

—No quiero hablar aquí de este tema —dije con cautela. La gente empezaba a pararse para mirar la escena que Jeongin me estaba montando.

—Tal vez es eso lo que pensabas anoche cuando no respondiste mis llamadas —refunfuñó Jeongin.

—Anoche no pensaba en nada. —Bajé la vista para no enfrentarme a su aterrada mirada—. Me pasé las horas durmiendo.

—Vamos. —Me cogió la mano y tiró de mí escalera abajo, obligándome a desandar lo que ya había subido.

—¿Qué haces? —le pregunté, pero ni siquiera intenté resistirme.

—¡Vamos a hablar!

Me arrastró hasta los baños más próximos y me empujó hacia el interior. Tropecé y caí al suelo, aunque creo que la caída fue más bien resultado de mi debilidad. Había un estudiante de primero lavándose las manos. Jeongin la miró con desprecio y el chico acabó rápidamente y echó a correr hacia la puerta saltando por encima de mí.

Mientras me incorporaba, Jeongin miró por debajo de la puerta de todos los retretes para verificar que estuviéramos solos y, a continuación, dejó caer la mochila, cargada hasta los topes de libros, para que trabara la puerta.

—¿Qué demonios fue lo que pasó, Changbin? —Se inclinó y extrajo de la mochila su paquete de cigarrillos. Yo me acerqué a la repisa en busca de un punto de apoyo—. ¿Qué son? ¿Quién era esa gente que nos perseguía? ¿Y qué demonios me hizo tu hermano?

—Las preguntas de una en una, Jeongin.

Me pasé la mano por el pelo e intenté hacer caso omiso al reflejo pálido y fantasmagórico que me devolvía el espejo. Le di la espalda y, recurriendo a mis escasas fuerzas, me encaramé de un salto a la repisa.

Justo en aquel momento sonó el timbre que anunciaba el fin del período de descanso y el inicio de la siguiente clase, pero nadie hizo el menor movimiento en dirección a la puerta.

—Empieza por la que más te apetezca —dijo Jeongin, encendiendo un cigarrillo.

—Son vampiros.

Dio una calada y vi que le temblaba la mano. Jeongin se quedó con la mirada clavada en las baldosas amarillas de los baños y despidió el humo por la comisura de los labios. No puso cara de sorpresa ni se quedó blanco, y me quedé dudando de si esa reacción era buena o mala.

A lo mejor simplemente pensaba que me había vuelto loco. Le dio una nueva calada al cigarrillo y con la otra mano me indicó que continuara.

—Pero los otros vampiros no sé quiénes son, de verdad —dije—. Los conocimos hace poco en una discoteca y se obsesionaron conmigo porque Félix no quería compartirme. No sé qué quieren de mí. —Continué mirándolo, pero seguía sin alterarse, fumando nervioso y sin levantar la vista.

»Y la otra noche estaban allí por casualidad. Y nos persiguieron. Seungmin perdió sangre en el transcurso de la pelea y estaba desesperado por recuperarla. Por eso te mordió. —Tragué saliva—. Lo siento. En ningún momento pretendimos implicarte en nada.

—¿Que Seungmin es un vampiro? —dijo Jeongin, casi interrumpiéndome—. ¿Desde cuándo?

—Desde hace unas tres semanas. —Me parecía extrañísimo pronunciar aquello en voz alta. Mi hermano llevaba casi un mes viviendo como un vampiro.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora