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Chan apareció tras el, con mejor aspecto que el de hacía unos días. No parecía tan enfadado como Minho, pero estaba serio. Cuando extendió el brazo para tocarlo, el lo rechazó.

—¿Dónde estaban? —preguntó Minho, y su cálida voz pareció más chillona de lo habitual. Jisung, que estaba masticando, engulló el bocado de golpe y corrió junto a Seungmin.

—¿Por qué? ¿Ha pasado algo? —preguntó Félix con cautela.

—¡Pueden responder la maldita pregunta! —gritó Minho, sobresaltándonos a todos. Tenía los brazos colgando a los lados del cuerpo, los puños cerrados, y las mejillas manchadas de lágrimas—. Aquí todos os creen que pueden entrar y salir como les venga la maldita gana. Pero esto no es un hotel. ¡Somos una familia y este es nuestro hogar!

—¿Perdón? —dije, disculpándome sin saber muy bien de qué. Miré a Chan en busca de ayuda, pero estaba demasiado ocupado tratando de no ofrecernos ninguna pista sobre lo que sucedía.

—Sí, lo sentimos de verdad —dijo Seungmin, disculpándose con más sinceridad que yo.

—En ningún momento ha sido nuestra intención no decírtelo —dijo Félix—. Lo que pasa es que hemos salido con mucha prisa.

—¿Y adónde han ido que era tan importante que ni siquiera les ha dado tiempo a comentármelo? —Minho fijó la mirada en Félix porque era el que más había revelado, pero él se desdijo, cruzándose de brazos. Cambió el peso de su cuerpo a la otra pierna y me miró, pero yo le respondí negando con la cabeza. No quería tomar parte en aquella histeria.

—Solo... solo hemos ido a la discoteca a buscar... —En cuanto pronunció la palabra «discoteca», Minho abrió los ojos como platos y lo interrumpió.

—¿A la discoteca? ¿No será a la discoteca de vampiros? Me imagino que ninguno de ustedes sería tan estúpido como para hacer algo peligroso y arriesgado como eso sin ni siquiera comentármelo antes. —Minho estaba aterrado y, viendo que Félix bajaba la vista, se dirigió al resto—. ¿En qué estaban pensando? ¿Tienen ganas de morir? ¡Que puedan vivir eternamente no significa que vayan hacerlo!

—Fuimos a buscar a Jeongin —dije en voz baja con la esperanza de apaciguarlo un poco.

—¡Si lo que quieren es morir todos, no los podré salvar! —exclamó, levantando las manos—. ¡No puedo salvar a todo el mundo!

Una lágrima resbaló entonces por su mejilla y pensé en abrazarlo o consolarlo de algún modo, pero no sabía cómo. Temía que cualquier cosa que hiciera pudiera provocarlo aún más.

—Lo sentimos mucho, de verdad —dijo Seungmin.

—¡No puedo salvar a todo el mundo! —gimoteó Minho, mientras su voz se iba quebrando.

—Minho —susurró Chan. Minho empezó a sollozar, inclinándose hacia delante y abrazándose a sí mismo. Chan lo rodeó con el brazo y lo sujetó—. Minho, cariño, no pasa nada.

—¡Claro que pasa! —Minho intentó apartarlo, pero él se mantuvo firme—. ¡Esto no tenía que ser así! —Lloró con más fuerza, y sus palabras se perdieron entre las lágrimas. Finalmente, apoyó la cabeza en el pecho de Chan.

Permanecieron un minuto sin moverse, mientras nosotros los mirábamos. La verdad es que no sabíamos si irnos de allí, si quedarnos, si hablar, o qué hacer, por lo que nos limitamos a seguir mirándolos.

—No pretendo ser maleducado —dije con cautela cuando me pareció que Minho empezaba a serenarse—. Pero... ¿qué sucede?

—Minho ha ido a visitar a su familia humana —nos explicó Chan.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora