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—Iba en busca de algo de comer —dijo Jisung, subiéndose la cremallera de la sudadera. No llegó hasta arriba y, por lo que dejaba entrever su afición a las camisetas con cuello en uve, era evidente que le encantaba mostrar sus tatuajes.

Y no es que quiera echárselo en cara. La verdad es que Jisung era muy atractivo. De haber sido aún humano, de no tener a Félix y de no saber que se tiraba a mi hermano, seguramente pensaría que estaba muy bueno.

—Yo no, y eso seguramente es lo mejor para ti. —Lo dije medio en broma, aunque también para resultar un poco amenazador. Básicamente, para recordarle que si le hacía algún daño a mi hermano, podía matarlo.

—Sí, claro. —Rio y bajó la escalera. Fui con él porque, en realidad, no tenía nada mejor que hacer—. Y... ¿nunca echas de menos la comida?

—La verdad es que no —dije con indiferencia, y entré en la cocina con él—. Es difícil de explicar. Recuerdo el sabor de la comida, y a veces tengo antojos. Pero cuando pienso en comerla de verdad, siento náuseas. Además, la sangre sabe un millón de veces mejor que la comida más exquisita.

—Si tú lo dices. —Jisung arrugó la nariz al pensar en la posibilidad de beber sangre, un gesto que encontré de mal gusto. Sabía que dejaba que Seungmin bebiera de su sangre y que le gustaba. Me pareció una actitud hipócrita.

—Pues lo digo. —Acerqué un taburete a la isla de la cocina y tomé asiento mientras Jisung curioseaba en la nevera.

—Siempre he sentido debilidad por las rosquillas tostadas y untadas con queso cremoso. —Cogió el queso de la nevera e introdujo una rosquilla en la tostadora—. Creo que no podría vivir sin ellas, por lo que me imagino que lo de convertirme en vampiro queda descartado por completo.

Intentaba ser gracioso, estoy seguro, pero me pareció una estupidez que antepusiera aquello a la inmortalidad, sobre todo teniendo en cuenta que la eternidad significaba estar con Seungmin.

Jisung se apoyó en la encimera, a la espera de que la rosquilla saltara de la tostadora, y un incómodo silencio se cernió sobre nosotros. Empezaba a pensar que preferiría mil veces pasarme el día encerrado en la habitación de Félix viendo los DVD con los nuevos capítulos de alguna serie.

—Y bien..., creo que no te gusto demasiado —dijo Jisung cuando la rosquilla saltó por fin. Untó una gruesa capa de queso cremoso sin levantar la vista—. No te culpo por ello.

—¿Por qué? ¿Tienes la autoestima baja? —dije con impertinencia.

—Más o menos, pero no lo decía por eso. —Le dio un mordisco a la rosquilla y se volvió para mirarme. Tragó antes de seguir hablando—. Te entiendo. Seungmin es tu hermano pequeño, y es joven e inexperto. Y yo soy mayor que él y transmito las vibraciones de un mal tipo, aunque en realidad no lo soy.

Con sus tatuajes y sus sombrías facciones, Jisung tenía el aspecto de un rebelde sin causa, pero después de haberlo visto la noche anterior en la discoteca, agazapado de miedo detrás de Seungmin, estaba completamente seguro de que Jisung no era un mal tipo en el sentido más estricto del término.

—Todo eso que dices es cierto —dije con cautela.

—Y soy humano, lo cual, en cierto sentido, es peligroso para los vampiros —dijo Jisung—. Me refiero con ello a que Seungmin es más fuerte y más poderoso que yo, pero yo le complico la vida en muchos aspectos, y lo sé.

—¿Y por qué estás con él si lo sabes? —le pregunté de manera poco amable.

—Buena pregunta. —Era una pregunta tan buena que se vio obligado a terminar la rosquilla entera para, entretanto, reflexionar sobre su respuesta. Tragó por fin el último bocado y se apoyó en la encimera—. No quiero decírtelo.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora