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Los días que pasé realizando el cambio fueron incuantificables. En su libro, Hyunjin había descrito el cambio como «si me hubiesen abierto las entrañas y me las hubieran llenado de anguilas», y esa descripción era de lo más fiel a lo que me sucedió.

Naturalmente, eso sin contar con la increíble agonía que padeció mi cuerpo con los diversos movimientos que tuvieron que desarrollar los órganos hasta morir. Mi interior se alteró por completo para reconstruirse y adaptarse a una forma de ser completamente distinta.

El cambio fue equiparable a un estado de confusión y delirio. Nunca estaba dormido, pero tampoco llegué a estar en ningún momento realmente despierto. La sensación recordaba vagamente una pesadilla y resultaba casi imposible distinguir la realidad de todo lo demás.

El dolor y el hambre transformaron mi cabeza en un amasijo caótico, soñé con arañas y serpientes que devoraban mi carne. Nada de lo que veía cuando cerraba los ojos resultaba muy agradable.

La primera cosa coherente que recuerdo es despertarme de un sueño donde estaba quemándome. En el sueño, me veía cantando Ring of Fire de Johnny Cash.

Pero cuando empecé a despertarme me di cuenta de que mis oídos no escuchaban tan solo esa canción, sino que había además otro sonido, sorprendentemente perfecto en comparación con el sonido seco y crepitante de mi voz.

Abrí los ojos, que gritaron doloridos debido a la tenue luz de la habitación, y apenas veía nada. En un futuro, mi visión sería mejor que la de una águila, pero en aquel momento estaba casi ciego.

Vislumbré con dificultad una silueta. Los detalles eran borrosos, pero aquel pelo disparado resultaba inconfundible. Incluso inmerso como estaba en tanto dolor y confusión, una sensación deliciosa se apoderó de mí.

—Félix —susurré con una voz que parecía leña seca—. ¿Estás de verdad aquí?

—Shhh. —Félix me apartó el pelo de la frente y, a pesar de que dolía como un demonio, paladeé la caricia, porque era suya—. Descansa.

—Pero... —Intenté balbucear algo, pero la garganta me ardía de tanto cantar y hablar.

—Estoy aquí, y estaré a tu lado cuando te despiertes de verdad. Lo único que tienes que hacer es descansar hasta que llegue el momento y entonces hablaremos de todo.

Nunca había oído nada tan maravilloso como el sonido de su voz, y deseaba seguir hablando. Pero por desgracia, el dolor y el agotamiento pudieron conmigo y sucumbí a ambos. Sin embargo, cada vez que desperté y tuve un momento de claridad, él estaba a mi lado.

Al final, la sed pudo conmigo. Oía el latido de su corazón y en lugar de ser un consuelo, me hacía sentir más sediento.

Al principio hubo un momento en el que tenía hambre y sed, tanto de sangre como de comida de verdad, pero mi cuerpo estaba inmerso en una transición durante la cual era incapaz de digerir ninguna de las dos cosas. Para poder comer tenía que esperar a que el cambio finalizase por completo y, al mismo tiempo, a que el proceso me hubiera debilitado lo suficiente.

La sed de un vampiro no tiene nada que ver con cualquier cosa que pueda experimentar un humano. Supera con creces la sensación que genera una sed insaciable. Es mucho más que una hambre voraz. Supera en mucho al deseo más apasionado. Es todas estas cosas combinadas y multiplicadas y, a la vez, no es ninguna de ellas.

Todo en mi interior estaba concentrado en conseguir una cosa, y eso ofuscaba todo lo demás. Mi cuerpo se sintió mal y enfermo hasta que por fin bebí sangre.

Félix me dio una bolsa de sangre de la que beber, y Minho y Chan nos acompañaron en aquella primera experiencia. La engullí con avaricia, pero no tenía nada que ver con la sangre de Félix. Bueno, tampoco puede decirse exactamente que no tuviera nada que ver. Estaba deliciosa, y me hizo sentirme estupendamente y me dio calor, pero no era en absoluto tan intensa ni tan fabulosa como la de Félix.

Como había sucedido antes, y como le sucedía a Seungmin cuando bebía, la sangre me embriagó. Casi inmediatamente después de apurar la bolsa de sangre, me quedé inconsciente, pero dormí mejor de lo que había dormido en todos aquellos días. Tuve la sensación de que era la primera ocasión en la que descansaba de verdad y, por una vez, no hubo sueños de ningún tipo. Al cabo de un rato, me despertaría finalmente de todo aquello.

Abrí los ojos y, por primera vez, vi el mundo con la perspectiva de un vampiro.







































FIN

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora