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Cuando el avión inició su despegue pensé que iba a vomitar. Apretujé con tanta fuerza los brazos del asiento que los habría roto de no haber tenido cuidado. Nunca había subido a un avión y estaba muerto de miedo.

Chan se rio de mí hasta la saciedad. Sonrió cariñosamente cuando vio mi congoja al percibir que los motores se ponían en marcha y empezaban a emitir todo tipo de chirridos letales y ruidos metálicos. Contemplé por la ventanilla la oscuridad de la noche y me imaginé el avión accidentándose en la pista y envuelto en llamas.

—¿Es la primera vez? —preguntó una mujer que estaba sentada al otro lado del pasillo.

—Todo irá bien —me consoló Chan, cortando la conversación, y yo estaba tan ocupado con mi sesión de terror que ni siquiera me tomé la molestia de comentar su descortesía. Chan me sonrió.

—Podrías tratar de tranquilizarme —le sugerí con una voz ansiosa.

—¿Por qué? Esto te viene bien para distraerte de otras cosas que suceden a tu alrededor —replicó Chan—. El vuelo dura menos de once horas y me gustaría que esperes para comer.

Por «otras cosas» se refería a los demás pasajeros, que inundaban el vuelo nocturno con el olor de su sangre, y eso que el avión no iba lleno. Había comido el día anterior, lo que significaba que en teoría no necesitaba comer hasta pasados cinco o seis días, pero mi escasa experiencia me impedía controlar aún el hambre debidamente.

—Hum, eso suena estupendo —murmuré. Pero por desgracia, tenía razón. El miedo que me embargaba en aquel momento hacía casi imposible que pudiera prestar atención a mi sed.

—La verdad es que deberías disfrutarlo —dijo con una sonrisa irónica—. Tendrás poquísimas oportunidades de sentir miedo como el que sientes ahora.

—Oh, sí, esto es maravilloso.

—Deja que te cuente un secreto. —Se inclinó hacia mí y bajó la voz para que nadie pudiera oírnos—. Aun en el caso de que el avión sufra un accidente, sobrevivirías. Ahora eres inmortal.

Seguía sin hacerme a la idea. Era un vampiro y no podía morir en accidente de avión.

Mis dedos se relajaron y dejé de apretar el brazo del asiento de aquella manera. Pero aun así, cada vez que pasábamos por una turbulencia me abrazaba a Chan. Él reía entre dientes.

Intenté disfrutar del resto del vuelo, pero estaba oscuro, e incluso con mi visión mejorada, poco había que ver por la ventanilla. Chan había traído algunos libros y estuvo hojeándolos, aunque estoy seguro de que ya los había leído antes. Lo más probable era que hubiera leído todo lo que se había publicado.

—¿Adónde vamos? —le pregunté en voz baja. La mayoría de los pasajeros dormían y no deseaba despertar a nadie.

—A Finlandia—respondió Chan sin levantar la vista del libro.

—¿Finlandia? —Levanté una ceja. Su respuesta me había atrapado desprevenido—. ¿O sea que Hyunjin está en Finlandia?

—Eso creo. —Pasó la página—. Escandinavia siempre ha sido su escondite predilecto, sobre todo en invierno. Apenas hay luz durante meses y las temperaturas suelen estar bajo cero.

—¿De modo que vamos allí porque es adonde normalmente suele ir? —No me hacía todavía a la idea de que Hyunjin pudiera estar en Finlandia—. ¿No te parece... demasiado exótico?

—No. Hyunjin se ha visto envuelto en una pelea en Finlandia. No sé exactamente dónde está, pero estoy seguro de que está allí —dijo Chan.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora