Aparcamos cerca de Hanjingu Avenue, pero no fue hasta que salimos del coche que caí en la cuenta de que era justo el mismo aparcamiento donde vi por vez primera a Félix. Cuando nos conocimos, comentó que acababa de comer y me salvó la vida enfrentándose a unos tipos ridículos.
Me resultaba extrañísimo pensar que, de no haber entrado en ese garaje aquella noche, mi vida no habría cambiado en absoluto.
-¿Vienes? -me preguntó Félix, mirándome con curiosidad. Seungmin y él habían echado a andar, pero yo me había demorado junto al coche.
-Sí, ya voy -dije. Y los seguí lentamente.
La calle estaba llena de gente haciendo lo mismo que nosotros. El verano tocaba a su fin y las chicas empezaban a descartar las faldas cortas y las camisetas con los hombros descubiertos. La silueta de los rascacielos de Seúl se cernía sobre nosotros y la música de los locales y las voces de la gente resonaban en los edificios.
Observé las marquesinas iluminadas que anunciaban los diversos locales, restaurantes y teatros de la calle y me pregunté cómo sería la entrada del club de los vampiros.
-¿Cómo se llama ese lugar al que vamos? -pregunté.
-En realidad no tiene nombre -dijo Félix-. Es una especie de local clandestino.
-Pero ¿cómo lo llama la gente? Los que no saben que es un club de vampiros. O incluso los que saben lo que es -pregunté.
Seguramente la gente podía oírme, pero ni bajé la voz ni omití la palabra «vampiro». Todo el mundo iba hablando por el móvil o andaba sumido en sus propios dramas como para prestarme atención. En su mayoría, echaban miradas furtivas tanto a Félix como a Seungmin.
-No lo sé -dijo Félix, encogiéndose de hombros-. Me parece que lo llaman «V» o algo por el estilo.
-No me parece un nombre muy creativo, que digamos.
-Sí, la verdad es que me imaginaba algo más sexy -coincidió Seungmin.
-Es un club clandestino de vampiros -dijo Félix-. No necesita un nombre «creativo» para atraer al público.
-Tienes razón -reconoció Seungmin.
-Pero aun así, esperaba más de ellos -dije.
Félix nos hizo girar al llegar a Hanjingu, lo que nos alejó de las resplandecientes luces de un club gay que había en el otro lado de la calle. Seguía habiendo gente, pero mucha menos que antes. Sin tantas luces anunciando locales, las farolas amarillas apenas alumbraban la calle. Y daba incluso la sensación de que el tráfico había desaparecido.
-Ya casi hemos llegado -anunció Félix, aminorando el paso. Me tendió la mano y no entendí qué quería, de modo que me quedé mirándolo-. Dame la mano. Tú estás conmigo y quiero que todo el mundo lo sepa.
-De acuerdo. -Dejé que Félix me cogiera de la mano y miré a Seungmin por encima del hombro para asegurarme de que no iba a gruñirme ni me atacaría por tocar a Félix.
-Lo tiene controlado -dijo Félix, bajando tanto el ritmo que apenas caminábamos ya. Seungmin andaba unos pasos por delante de nosotros. Félix habló casi en un murmullo-. Quédate a mi lado. E intenta no excitarte ni pensar en Hyunjin. Y si lo haces, búscame. Si alguien tiene que morderte, ese alguien seré yo.
-¿Eso tengo que tomármelo como una amenaza o como una promesa? -le pregunté con una sonrisa.
-Como ambas cosas -dijo Félix riendo-. No. Lo siento. Ni lo uno ni lo otro. Voy a ser bueno. Tú limítate a permanecer a mi lado.
-Hablas como si todo esto fuera peligroso. -Sentía mariposas en el estómago y recordé la expresión de preocupación de Minho-. ¿Por qué hemos venido si tanto riesgo corremos?
ESTÁS LEYENDO
Latido² || [Lixbin]
Teen Fiction[ʟɪʙʀᴏ ⅖]❈ Tras la marcha de Hyunjin, Changbin está más unido que nunca a Félix. Tanto el como su hermano Seungmin pasan un idílico verano en casa de sus amigos. Sólo que el hermano de Changbin no sabe que lo son, hasta que un acontecimiento inesper...