4

549 94 30
                                    

Cuando me desperté, Félix se había marchado. Me acerqué a la habitación contigua para ver a Seungmin. Aparentemente seguía igual. Estaba acostado en la cama, pálido y espantosamente menudo, pero al menos su respiración había mejorado un poco. Minho seguía clavado en su puesto junto la cabecera de la cama y me explicó que mi hermano no se había despertado todavía.

Me vestí y me reuní con Chan para tratar con él los aspectos prácticos de la actual situación. Seungmin no podía regresar a casa en aquel momento y yo no quería mantenerme alejado de él. Nuestra madre siempre estaba fuera, tanto por su trabajo como por su adicción al juego, pero si estábamos varios días sin pasar por casa se daría cuenta de que sucedía algo raro. Chan me aconsejó que fuera a casa, recogiera algo de ropa y le explicara a mi madre que íbamos a pasar unas breves vacaciones con ellos.

Félix regresó de su misterioso paradero y se ofreció a acompañarme a casa.

Antes de subir al coche con Félix, Chan me había repetido no sé cuántas veces que Seungmin se encontraría bien. Pero yo estaba convencido de que el estado de mi hermano empeoraría en cuanto yo me fuera.

—Tranquilo, se encontrará bien —volvió a decirme Félix en cuanto nos incorporamos a la autopista.

—¿Y tú cómo lo sabes? ¿Acaso lo has visto hoy? —Me quedé mirándolo. Me había dolido despertarme y no encontrarlo a mi lado y, además, no me había dado explicaciones acerca de su ausencia.

—Sí, en cuanto me he despertado he ido a ver cómo estaba. Chan me ha dicho que todo iba bien. Por lo que parece, el cambio está funcionando. —Su anterior sentimiento de culpabilidad había aminorado ya que, por lo visto, existían muchas posibilidades de que Seungmin sobreviviera al trance.

—¿Y cuándo te has despertado?

—Hace un rato.

—¿Dónde estabas? —le pregunté.

—Tenía que comer. —Se movió incómodo en su asiento.

Después de tanto tiempo, creo que aún esperaba que yo huyera corriendo como un histérico cada vez que mencionaba que se alimentaba de sangre. No me había acostumbrado a la idea, pero tampoco me provocaba repulsión. O, como mínimo, no la repulsión suficiente como para mandarlo a freír espárragos.

—¿Y has buscado algún chico? —Mi estallido de celos sirvió, extrañamente, para tranquilizarlo.

—No. En casa estábamos bajos de reservas y he tenido que ir al banco a buscar sangre. Con Seungmin vamos a requerir más cantidad. —Lo dijo restándole importancia, y me di cuenta de que yo todavía no había asimilado lo que estaba sucediendo.

Seungmin necesitaría beber sangre.

—¿Cuándo tendrá que empezar Seungmin a alimentarse de ese modo?

—Pronto, creo. —Me miró de reojo para valorar cómo estaba llevándolo. Y supongo que conseguí poner buena cara porque Félix continuó con su explicación—. Al principio comerá mucho. El cambio te exprime, prácticamente, y de entrada le costará calibrar de forma adecuada su sensación de hambre.

—Me cuesta creer que todo esto esté pasando —refunfuñé. Cerré los ojos, me recosté en el asiento e intenté que Félix no se diera cuenta de lo asustado que estaba.

—No será tan terrible como te imaginas —dijo Félix—. Yo no estoy mal, ¿no te parece?

—¿Y qué pasará?

—No puedo decírtelo con total seguridad.

—¿A qué te refieres con eso de que no puedes decírmelo? Eres un vampiro. Sabes lo que es ser vampiro —argumenté con incredulidad.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora