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Incluso en el pasillo, olía a Hyunjin y odiaba lo que me había hecho. El dolor que intentaba ignorar ardía de un modo insoportable en mi interior, y el corazón se me aceleró de tal manera que me sentía débil.

Por suerte, Félix estaba abajo, cumpliendo su penitencia haciéndome la colada. En circunstancias normales, Minho se habría encargado de ello encantado, pero Seungmin exigía atenciones las veinticuatro horas.

Llevaba ya casi tres días en la casa y apenas había visto a Minho. Y tampoco había visto a Seungmin desde que Chan me advirtió de que no entrase a visitarlo. Todo ello me dejaba mucho tiempo para dar vueltas por la casa perdido y confuso. Félix intentaba consolarme pero manteniendo siempre las distancias, y su actitud tampoco ayudaba a que me sintiese mejor.

Félix dormía abajo en el sofá y yo en su habitación. Fisgoneé sus cajones con la esperanza de encontrar algo incriminatorio, pero todo era inocente. En el armario tenía un montón de cómics que estuve hojeando, pero me resultaba difícil concentrarme siquiera en eso.

Lo sucedido tendría que suponer un consuelo para mí, pues significaba que no me vería obligado jamás a abandonar a Seungmin. Y quizá si yo hubiera hecho ya el cambio me habría sentido así, porque habría podido comprender completamente el tipo de vida que mi hermano tenía por delante. Pero de lo único que disponía era de la vaga garantía que Félix me había dado de que ser vampiro era algo fantástico, y nada más.

¿Y si le sucedía algo horroroso? ¿Y si mi hermano enfermaba, o moría, o se convertía en un ser terriblemente malvado? ¿Y si dejaba de ser Seungmin, el tímido chico sobreprotector loco por los ordenadores al que yo tanto quería, y se convertía en un chupasangre extremista?

¿O si el cambio se producía sin problemas pero luego me odiaba por haber permitido que lo convirtieran en vampiro? ¿Y por haberle mentido acerca de todos ellos? ¿Y si tenía que pasar toda la eternidad soportando su odio?

Cuando me cansé de husmear en la habitación de Félix y de volverme loco de preocupación, me di por vencido y decidí ir a por la de Hyunjin. Pero antes de entrar, permanecí un buen rato en el pasillo delante de la puerta, simplemente respirando el aroma penetrante y embriagador que Hyunjin había dejado allí.

Después de que Hyunjin se marchara la pasada primavera a raíz del incidente que estuvo a punto de acabar con mi vida, Minho se había limitado a cerrar la puerta de su habitación. A pesar de que había dejado todas sus cosas en casa, nadie comentaba nada sobre si regresaría algún día.

El consenso tácito era que Chan acabaría encontrando una solución para nuestra convivencia y la vida volvería con ello a la normalidad. Aunque lo de «volver a la normalidad» ya no tenía sentido para mí.

Miré a un lado y a otro del pasillo para asegurarme de que Félix no rondaba por allí y abrí a continuación la puerta del dormitorio de Hyunjin. De hecho, nadie me había prohibido la entrada a aquella habitación. Dudaba que Minho o Chan le dieran importancia, pero Félix podía tomárselo como una ofensa.
La sola mención del nombre de Hyunjin lo ponía tenso, pero confiaba en que llegara el día en que lograría superarlo. Independientemente de cómo fuera lo nuestro, empezaba a dudar de que Félix quisiera volver a tener algo que ver con Hyunjin.

La habitación estaba tal y como Hyunjin la había dejado, pero apenas me percaté de ello. Nada más entrar en ella, cerré los ojos, aspiré profundamente y me sentí embargado por una maravillosa sensación de calor. Era como si algo tirase físicamente de mí y me atrajese hacia el interior.

Hyunjin llevaba meses ausente y mi cuerpo seguía pidiendo a gritos poder absorber hasta la última gota de él.

En el suelo, delante de las estanterías repletas de libros, había una alfombra blanca manchada con gotas de mi propia sangre. Recordé el increíble éxtasis que había experimentado con el mordisco de Hyunjin y la bella y apacible sensación de notar que la vida iba extinguiéndose. Nada, ni siquiera aquel beso mágico con Félix, había sido tan maravilloso como aquello.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora