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Los vampiros necesitan oxígeno, aunque no en tanta cantidad como los humanos. Vivir con el mínimo de oxígeno era otra habilidad importante a sumar a su arsenal, y tenían que aprender a dominarla. Lo que acabo de decir es una cita literal de Félix. Bueno, tal vez no lo sea del todo, pero la palabra «arsenal» es suya, de eso no cabe duda. Esa fue la explicación que me dio para el ejercicio de aquel día.

«Ejercicio» era otra de las palabras que utilizaba, y no me había dado cuenta hasta ahora de lo tremendamente en serio que se tomaba su trabajo con Seungmin. En el mensaje que me había enviado, decía que podía ir a su casa, pero que estaría bastante ocupado con Seungmin. Chan había ido no sé adónde y Minho me haría compañía.

Félix vino a recogerme y me dio las mínimas explicaciones antes de desaparecer con Seungmin para ir a cambiarse y ponerse el bañador. Y con ello se me complicó aún más la situación, pues Félix sin camiseta resultaba cautivador.

Eso sin mencionar la distracción que suponía Seungmin. Evidentemente, no me sentía atraído por él, pero había pasado el verano entero viéndolo en bañador y su aspecto anterior no tenía nada que ver con el actual. Ahora era todo músculo y esculpidos abdominales.

Seungmin no necesitaba respirar tanto como lo hacía, pero su cuerpo aún seguía sin comprenderlo. La mejor manera de entrenar sus pulmones era permaneciendo en un lugar donde no pudiera respirar. La idea de Félix no era otra que sumergirlo en el agua, lo mismo que Hyunjin había hecho con él para enseñarle a vivir sin respirar.

Por lo visto, a él la experiencia le había resultado aterradora las primeras dos veces que se sometió a ella, pues su cabeza no alcanzaba a entender que no iba a morir. De modo que Félix me recomendó, para que no me asustara, que me quedase en el interior de la casa mientras él practicaba con Seungmin.
Me quedé junto a las puertas acristaladas, contemplando las aguas negras del lago que ocupaba el jardín trasero de la casa. No había luna y siniestros nubarrones cegaban las estrellas.

Las luces del patio estaban apagadas, lo que me facilitaba ver el embarcadero y el lago, pero poca cosa alcanzaba a vislumbrar. El agua era como un abismo oscuro y, de vez en cuando, captaba alguna cosa brillante, pero Seungmin y Félix habían desaparecido.

Bokie se había instalado a mi lado y gimoteaba con total indecisión. Félix lo había dejado dentro porque, igual que yo, tenía la costumbre de ponerse nervioso y asustarse. Sabía que Seungmin estaba en buenas manos. No había prácticamente nada de este mundo que pudiera causarle daño y, con toda seguridad, nada de lo que pudiera haber en aquel lago. Pero había sido precisamente allí donde estuvo a punto de perder la vida y su sangre manchaba aún el embarcadero. Notaba el corazón frío y tenso en el interior de mi pecho.

—No pasará nada —me garantizó Minho por enésima vez en lo que iba de noche.

Estaba justo detrás de mí, de brazos cruzados y apoyado en el umbral de la puerta que daba acceso al comedor. Se oía a Nina Simone cantando en el salón, por lo que me había imaginado que Minho estaría acurrucado en el sofá, leyendo un libro. Y eso era lo que había estado haciendo y lo que interrumpía cada vez que venía a ver cómo seguía yo.

—Lo sé. —Creí ver alguna cosa, pero se esfumó antes de que me diera tiempo de averiguar qué era.

—¿Piensas quedarte aquí de pie toda la noche? —me dijo en voz baja, casi defraudado.

—No lo sé. —Quería alejarme de allí, pero no conseguía quitarme de encima la sensación de que, en cuanto dejara de mirar, pasaría alguna cosa. Como si el lago se la tuviera jugada a Seungmin y esperara el instante en que yo dejara de prestar atención para rematar su trabajo.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora