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—¡Este edificio necesitaría aire acondicionado centralizado! —exclamó Seungmin al abrir de repente la puerta del apartamento.

Me enderecé en el sofá y miré por encima del hombro. Iba cargado hasta los topes con bolsas de la compra. Y estaba sofocado, seguramente por el calor.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté, sorprendido por su inesperada aparición.

Me levanté del sofá y corrí a ayudarlo con la compra, hasta que me di cuenta de la rareza de la escena. Normalmente, cuando Seungmin traía cosas a casa, yo era el que cargaba con el peso porque era más fuerte que él. Me costaba un montón dejar de pensar en Seungmin como mi hermano menor, por muy evidente que fuera que ahora era mucho más fuerte que yo.

—¿Qué? ¿No te alegras de verme? —Dejó las bolsas sobre la mesa y me sonrió socarronamente.

—No, no es eso. Es solo que... —Me interrumpí y me quedé mirando las bolsas—. ¿Qué es todo esto? ¿Qué haces aquí?

—Supongo que no has comido nada apetecible desde que me fui de casa y he pensado que estarías aburrido y a punto de sucumbir a un golpe de calor. —Seungmin hurgó en el interior de las bolsas y sacó los productos congelados (helados y polos) y los guardó en el congelador—. Sé que ni mamá ni tú hacen la compra, y estoy seguro de que sin mí acabarían muriendo de hambre.

—Tal vez tengas razón —reconocí, mirándolo con escepticismo.

Siguió vaciando bolsas y ordenando cosas. Yo, mientras tanto, abrí de nuevo el congelador y cogí una paleta de naranja. La verdad era que había dado en el blanco, tanto en lo referente a la ausencia de comida como al golpe de calor.

—¿No tienes miedo de encontrarte con mamá?

—Está trabajando —dijo Seungmin, encogiéndose de hombros—. Igual que Félix. En la casa todo está muy tranquilo y necesitaba salir.

—¿Que Félix está trabajando? —Me senté en la encimera y continué mirando a Seungmin mientras él organizaba la compra—. Si Chan acaba de regresar...

—Sí, y continúa en casa. —Con enorme facilidad, pasó el brazo por encima de mí para guardar los cereales en el estante más alto, algo para lo que antes habría necesitado encaramarse a una silla—. Félix se ha ido solo. Me parece que empieza a interesarle el truco a eso de los negocios.

—¿Qué quieres decir? ¿Que Félix se encarga él solo de ese tipo de cosas? —Sorbí ruidosamente la paleta en un intento de impedir que las gotas de zumo de naranja me cayesen sobre las piernas, pero no lo conseguí.

—Sí. ¿Qué es lo que encuentras tan chocante? —Seungmin se echó a reír al verme tan sorprendido.

—No, no es eso. —Hice un gesto de indiferencia mientras me secaba la mancha de naranja del muslo—. La verdad es que no estaba al corriente de que estuviera progresando tanto. No sé. Es que en realidad no sé ni lo que hace.

—Tampoco lo sé yo. De momento, me mantienen al margen de sus asuntos, pero Félix dice que en cuanto esté más asentado, también podré dedicarme a ello. Dice que cuando conoces el tema resulta incluso divertido, aunque gran parte del trabajo ya está hecho.

»Chan posee miles y miles de patentes de no sé cuántas cosas, y tiene que hacer muchos cambios legales para que nadie se dé cuenta de que es el mismo tipo que lleva más de cien años cobrando los derechos —dijo Seungmin empleando un tono de lo más prosaico, como si yo fuera capaz de entender lo que estaba explicándome.

—¿Y qué? ¿Serás millonario dentro de poco? —A pesar de que a mis encías no les gustaba en absoluto el frío, mordí lo que me quedaba de la paleta.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora