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Me moría de ganas de subir a su coche.

Cuando al día siguiente Félix me envió un mensaje preguntándome si me apetecía salir a dar una vuelta, me odié por emocionarme del modo como lo hice. Y, aun sintiéndome ridículo, pasé una hora acicalándome.

Cuando crucé corriendo la puerta de mi edificio, encontré a Félix esperándome en el Jetta, con una amplia sonrisa en su cara. Abrí la puerta y me recibió la música de Pat Benatar sonando a todo volumen. Bajó en seguida el volumen, aunque a mí me daba igual.

Tenía la impresión de que hacía una eternidad que no estábamos los dos solos. Ese día nadie me gruñiría ni nos reprendería por estar cerca el uno del otro. Podía estar con él y disfrutarlo.

—Hola —dijo Félix con una sonrisa.

—No quiero ir a tu casa.

—¿Por qué no? —Enarcó una ceja.

—Porque no. —Doblé la pierna, acerqué la rodilla hacia mi pecho y me quedé mirándolo, negándome a desarrollar más mi respuesta. Esperaba que pusiese el coche en marcha o me presionase un poco más, pero se limitó a asentir.

—De acuerdo —dijo con una sonrisa afectada—. ¿Adónde quieres ir?

—Me da lo mismo. Tú solo conduce.

—A tus órdenes. —Con un intenso brillo en la mirada, puso el coche en marcha y nos alejamos a toda velocidad de mi apartamento.

Los edificios se convirtieron en una confusa neblina de luz a nuestro paso. Cuando había tráfico, Félix tenía la curiosa habilidad de serpentear entre huecos inexistentes.

—Y bien..., ¿qué tal la convivencia con Seungmin? —pregunté con prudencia.

No estaba muy seguro de querer enterarme, pero necesitaba saberlo. Tenía que asegurarme de que Seungmin estaba bien y además quería conocer también cómo se sentía Félix al respecto.

—Va bien —dijo Félix, con un vago gesto de indiferencia—. Me gusta tu hermano. Me gusta tenerlo en casa.

—Ya —murmuré.

—Está mucho mejor. Pronto podrás estar en casa todo el tiempo que quieras. Y estoy seguro de que él no se apartará de ti ni un instante. También te echa de menos. —Félix me miró de reojo para ver si le creía. Yo no sabía si creérmelo—. Habla mucho de ti. Pero no le apasiona que sea yo quien hable de ti.

—¿De verdad? —Levanté una ceja—. ¿De verdad hablan de mí? ¿Y sobre que?

—No lo sé —dijo riendo. Mi corazón brincó de felicidad, y me acomodé en el asiento—. Nada malo, si es eso lo que pretendes averiguar.

—Solo me pregunto qué comentas de mí cuando no estoy delante.

—¿Y qué comentas tú de mí cuando yo no estoy? —contraatacó Félix.

—¿No te lo ha contado Seungmin? —Me imaginaba que, a estas alturas, mi hermano tenía que haberlo soltado todo.

—Sí, claro. Por lo visto, lo que siempre le has dicho es que no te intereso para nada. —Intentó expresarlo con una sonrisa, pero en sus ojos vi que estaba dolido—. Así que sí, conozco hasta los detalles más escabrosos.

—Eso no es lo único que digo.

—Y entonces ¿qué más dices? —preguntó Félix, mirándome con el rabillo del ojo.

—Que eres el chico más glamuroso y atractivo que he conocido en mi vida —dije, con un arrastrado acento sureño. Lo miré, pestañeando, y Félix se echó a reír—. No, no sé. Intentaba no comentar nada sobre ti.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora