34

399 70 29
                                    

Las salpicaduras del río se oyeron en ese preciso instante justo delante de donde nos encontrábamos. Y vi a un hombre, salido literalmente de la nada, saltar al río. Cuando las negras aguas se apaciguaron, las luces verdosas de la aurora boreal me permitieron verlo bien.

Iba sin camisa y sus brazos eran tremendamente musculosos. Llevaba el pelo, totalmente negro, recogido por detrás de las orejas y era muy atractivo. Sus ojos oscuros resultaban inquietantes. Nos miraba fijamente y el corazón empezó a latirme con fuerza. Estaba a punto de decir alguna cosa para romper la tensión cuando percibí movimiento a sus espaldas.

Procedentes del otro lado del río, surgidos de entre los árboles, se acercaban con deliberada lentitud dos vampiros más. Se quedaron en la otra orilla flanqueando al que previamente se había adentrado en el agua, aunque su aspecto era menos imponente.

Iban descalzos y su ropa estaba hecha jirones. El más rubio, situado a la derecha, parecía divertirse con la escena.

Al otro se le notaba incómodo en aquella situación de enfrentamiento. Tenía el pelo oscuro y lo llevaba más corto que los otros dos, pero, a diferencia de ellos, su rostro mostraba una barba incipiente. Pese a estar también musculado, era más bajito que los otros.

Pero lo que más me llamó la atención fueron sus ojos. Eran bondadosos y grandes, me recordaban los de un cachorro.

El vampiro que estaba en el agua se agachó, preparándose para el ataque, y mi cabeza empezó a cavilar a toda velocidad tratando de encontrar la manera de salir de aquella situación. Tanto Minho como Félix me habrían aconsejado que echase a correr, pero era imposible que yo corriera más rápido que él. Y lo cierto era que ni siquiera estaba seguro de que Chan fuera capaz de hacerlo. La velocidad de aquel vampiro era increíble y parecía surgir de la nada.

—No pretendíamos molestaros —dije con un hilo de voz, y Chan me apretó el brazo.

El vampiro que estaba en el agua me gruñó, pero el de los ojos amables lo detuvo.

—¡Hansol! —vociferó, y el vampiro que estaba en el agua empezó a discutir con él en finés. El otro le cortó.

—No son de a por aquí, ¿verdad? —preguntó el vampiro rubio, con un acento melodioso.

—Sí, así es —respondió Chan—. Me llamo Chan, y este es mi hermano, Changbin.

—Yo soy Mingyu —dijo el vampiro rubio con una sonrisa afectada—. Soy de Corea.

—Joshua —se presentó el vampiro amable, señalándose a sí mismo; después señaló al vampiro que seguía en el agua—. Ese es Hansol. —Hansol se volvió hacia él y le replicó algo en finés, pero Joshua negó con la cabeza.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Mingyu, a la vez que levantaba una ceja—. Tengo la impresión de que no han salido de excursión.

No había manera de responder debidamente aquella pregunta. No teníamos aspecto de estar de vacaciones, ni de esquiadores, y lo más probable era que aquellos vampiros fueran licanos que andaban persiguiendo a Hyunjin.

—Changbin nunca había estado por aquí —respondió Chan, eligiendo con cuidado sus palabras—. Le apetecía explorar.

—Me gusta explorar —añadí, y Chan me lanzó una mirada.

Mingyu rio entre dientes, lo que puso furioso a Hansol, que se enderezó y eso lo hizo parecer más grande e imponente incluso que antes. Me di cuenta de que habíamos despertado la curiosidad de Mingyu y de Joshua; este último nos observaba, además, con tolerancia. Hansol, sin embargo, se sentía amenazado.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora