Final

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ಥ‿ಥ
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En cuanto salí de la ducha comprendí que Minho no corría ningún peligro inminente y que Chan estaba intentando tranquilizarlo. Pero algo pasaba, y aquella situación no me gustaba. Me vestí rápidamente con un pantalón de chándal y una camiseta gigantesca de Félix y abandoné a toda prisa la habitación.

—Yo que tú no bajaría —me aconsejó Jisung. Estaba plantado delante de la puerta de la habitación de Seungmin envuelto en una sudadera con capucha—. No suena nada bien.

—¡Ni siquiera me estás escuchando, Chan! ¡Nunca me escuchas! —gritaba Minho abajo.

—¿Qué pasa? —le pregunté a Jisung, con la esperanza de comprender un poco la situación antes de bajar.

—La verdad es que no lo sé. Seungmin y Félix se han largado por una emergencia de sangre hará cosa de un cuarto de hora y Minho y Chan se han puesto a pelearse poco después —explicó Jisung, encogiéndose de hombros.

Una «emergencia de sangre» significaba que la reserva de bolsas de sangre que teníamos en casa estaba en las últimas, por lo que habían ido a un banco de sangre a buscar provisiones. El estómago empezó a rugirme solo de pensar en sangre, pero Minho continuaba gritando tan fuerte que no le hice ni caso.

—¡No me digas que me tranquilice! ¡No pienso tranquilizarme! —prosiguió Minho después de que, por equivocación, Chan le sugiriese que se relajase un poco—. ¡En este tema no podemos ser razonables! ¡Se trata de la vida y de la muerte, Chan!

—¡Lo sé, Minho! ¡Y es precisamente por eso por lo que debemos hablarlo! —dijo Chan, levantando la voz, aunque no estaba enfadado. Simplemente intentaba hablar más alto que el para que pudiera oírlo—. No es necesario que toda la casa nos oiga gritar.

—¡Me da lo mismo que me oigan! —chilló Minho, un grito que fue seguido por el sonido de un objeto haciéndose añicos, tal vez un jarrón. Bokie ladró a modo de respuesta y Minho le dijo que cerrase la boca.

—¿Lo ves? —susurró Jisung, pero lo que a él lo acobardaba era precisamente el motivo por el que supe que debía intervenir. Hyunjin seguía en su habitación, intentando dormir, por lo que me daba a entender el leve latido de su corazón, lo que me dejaba a mí como la única persona capaz de remediar la situación.

Bajé y vi que Bokie estaba todo lo preocupado que un perro puede llegar a estarlo. Minho se encontraba de pie en el salón, con un aspecto peor incluso que el día anterior. Llevaba el pelo alborotado y tenía la piel manchada de tanto gritar y llorar. Hacía días que lo veía con el mismo pijama.
El suelo estaba lleno de cristales. En la repisa de la chimenea faltaba la pesada escultura de cristal que representaba un cisne. Tenía que haberla golpeado muy fuerte para destrozarla de aquella manera.

—Has despertado a Changbin —dijo Chan, agotado. Estaba en el otro extremo del salón, de cara a el, con un pantalón de pijama de seda y una camiseta. Por lo visto, llevaban peleándose desde que se habían levantado.

—No, ya estaba despierto. Acabo de salir de la ducha. —Me sacudí el pelo para demostrárselo. Me chorreaba por la espalda, pues no me había dado tiempo de secármelo.

—¡Me da igual si lo he despertado! ¡Me da igual si despierto a todo el mundo! —Minho levantó la cabeza para mirar al techo, como si con ello pudiese despertar a todo aquel que aún siguiera durmiendo.

—¿Piensas calmarte? Esto no tiene nada que ver con ellos. No es culpa suya —dijo Chan.

—¿Cómo que no tiene nada que ver con ellos? —Me señaló, aunque se negó a mirarme—. ¡Tiene que ver precisamente con ellos! ¡Ellos son la causa por la que no quieres hacerlo!

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora