HACIENDO BUENAS OBRAS

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Si los lunes no apestaran lo suficiente. Alex finalmente regresó a la escuela.
Yo lo esperaba el lunes anterior, pero me alegré al descubrir que todavía tenía un poco de tiempo antes de que yo tuviera que esquivarlo en los pasillos y las clases. Pensé que si mantenía mi cabeza agachada y caminara rápidamente,nunca tendría que verle u oír su estúpida voz. Hasta que descubrí que el casillero vacío al lado del mío estaba asignado a él.
¿Era una maldita broma?
—Uh, hey, Amaia—dijo Alex, acercándose a mí vacilante. Tiré mis libros en mi casillero y cerré la puerta.Me di la vuelta para irme.

¡Espera! —Dijo Alex, agarrando mi brazo.
—No hagas eso—Le contesté, mirando hacia abajo en mi brazo. Me soltó de
inmediato.
—Lo siento. Mira— Él pasó la mano por su cabello rubio. —Se supone que pida disculpas y esas cosas. — ¿Disculpas y esas cosas? Este tipo era un verdadero idiota. De repente sentí como una idiota por quererle. Y por besarlo. Y por dejarle ver mis pechos desnudos para que dijera que él creía que eran más grandes y que debería usar un sujetador con relleno.
—Yo no necesito tus disculpas le dije.
—Bueno, tú lo entiendes. Está en la lista de mis padres—respondió Alex.
Lo miré por un momento, y luego mis labios se curvaron en una sonrisa.
— ¿Tus padres arman una lista para ti?
Alex se encogió de hombros y sonrió a sí mismo. —Es tan poco convincente. Uh sí ¿Quieres verla? preguntó.
Me relajé y asentí. Oh, ¿qué diablos? Tenía curiosidad.
Alex me entregó una hoja de papel doblada guardaba escondida en el bolsillo trasero. La abrí y leí rápidamente. Había varios nombres a las que se esperaba que pidiera disculpas, una lista de reglas que tenía que seguir en la escuela, y un
montón de—penitencias— que él estaba obligado a hacer a diario después de la escuela. Negué con la cabeza.
—Y yo pensé que lo tenía mal.
Alex soltó un bufido.
—El último año se supone que es increíble, ¿no?
Sí, lo era. Se suponía que iba a ser un año increíble con Gracie.
—Mi mamá me trae a la escuela y me recoge—alex continuó.
— ¿No puedes tomar el autobús? Por lo menos yo puedo tomar el auto bus.
Alex se rió entre dientes y luego bajó la cara. —Lo siento mucho, Amaia, —susurró. —Yo no estoy diciendo eso porque está en mi lista.
Me tensé.
—No debí haberte ofrecido drogas.
—No debiste haber tenido drogas, le — dije. Bueno, me gustan las drogas, ¿de acuerdo? —Respondió. —Estoy tratando de ser mejor.
—Hmm.
—Siento haberte involucrado en todo eso del robo—continuó.
Sorprendentemente, realmente no me importaba lo del robo. Estaba más
preocupada por la sesión de besos.
—Me dijiste algunas cosas cuando estábamos puestos—le dije.
— ¿En serio? No me acuerdo, —respondió.Por supuesto que él no recordaba. Él estaba más elevado que una cometa. Yo estaba elevada, también, pero recuerdo haber dicho una y otra vez para mis adentros mientras sus labios chupaban mi cuello, recuerda este momento, amaia. Nunca lo olvides. Es un momento mágico, especial. Me eché a reír. Álex levantó la mirada bruscamente.
—¿Qué?
—Nada—murmuré, sacudiendo la cabeza.
—No, dime. Rodé los ojos.
—Está bien. Sólo estaba pensando en lo que pensé que era tan mágico
besarte cuando estaba drogada.
— ¿Y ahora que estás sobria? Sonreí.
—¿Qué piensas? Alex ladeó la cabeza.
—Me parece bien. Ni siquiera lo recuerdo.
—Me parece bien—le contesté.—Me gustaría poder olvidar.
—Me parece bien. ¿Ya terminamos?
—Sí—le solté, y comencé a hacer mi camino por el pasillo lleno de gente.
—¡Amaia, espera! —Escuché por detrás. Sentí una mano ir alrededor de mi brazo una vez más, obligándome a detenerme.
—¿Qué Alex?
—Nunca aceptaste mis disculpas—dijo.—Necesito que las aceptes. Tengo que tacharla de mi lista.
—¿En serio?
—Sí, en serio. ¿Sólo di que me perdonas?Hace apenas un segundo que me dijiste que no estabas pidiéndome disculpas, debido a la lista. ¿Y ahora necesitas tacharlo?
—Mira, soy una idiota, ¿de acuerdo? ¿Qué quieres de mí? No recuerdo
haberlo hecho contigo. Estoy seguro de que fue genial. ¿No puedes sólo superarlo y decir que me perdonas?
— ¡Dijiste que mis pechos eran pequeños! —Gracias a Dios el pasillo estaba lleno de gente e increíblemente ruidoso.
No tuve ni idea de por qué salió de mi boca. alex sacudió la cabeza y miró mi pecho.
—Me gustan las tetas grandes, ¿de acuerdo? Lo siento. ¿Qué tiene eso que ver con las drogas y el robo?
—Nada, —le grité.—Y deja de mirarme.
—Bien, Amaia—dijo Alex. —Mira, yo estoy tratando de hacer las cosas
bien. Pero si quieres ser inmadura respecto...
—¿Yo inmadura? ¿Es una maldita broma?
—Suena la campana, Amaia. Y yo tengo que ir a clase. Algunos de nosotros estamos tratando de que la escuela importe y ser mejores personas. Me eché a reír.
—Realmente eres un idiota.
—Lo sé. ¿Ahora voy a tener que pedírtelo todos los días a partir de ahora hasta que nos graduemos, o vas a darme un descanso?
Negué con la cabeza.
—Está bien. Te perdono, pero espero que sepas que es sólo para que puedas tacharla de su estúpida lista.
—Bien por mí.
—Y yo no quiero que me hables entre clases.
—No planeaba hacerlo.
—Y quiero olvidar que aún existes.
—Lo mismo va para ti.
Nos dimos la mano y nos fuimos por caminos separados.

PARADISE SUMMERLAND (historia adaptada almaia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora