PERDIDA

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—Realmente no tenías que hacer esto, amaia —dijo Fanny, cortando los
finales de las flores y arreglándolas en un antiguo florero—. Sé lo costosas que son las flores. Amaia sonrió y se sentó en un asiento en la mesa de cocina de Fanny.
—No para tanto —replicó—. Y de todos modos, es tu aniversario.
Fanny rio.
—Sí. ¡Y usualmente es mejor cuando ambos están viviendo!
—Dijiste que aún lo celebrabas —apuntó amaia.
—Lo hago. Aunque generalmente solo por mi parte —dijo Fanny, colocando
en su lugar la última rosa.
—Lo siento —susurró Amaia—. ¿Quieres que me vaya?
—¡Tonterías! Te quiero aquí mismo. Disfruto de tu compañía. Me haces sentir joven.
—Bueno, tú me diste el consejo, así que supongo que estamos bien.
Fanny rio.
—Yo también te conseguí esto —dijo Amaia, empujando una pequeña caja
de joyas hacia Fanny.
—amaia, necesitas ahorrar tu dinero —la amonestó Fanny.
—¡Oh, solo ábrelo!
Fanny desenvolvió la caja cuidadosamente y alzó el lazo.
—Qué hermoso —dijo suavemente, tocando el colgante.
—Es el nudo de la Trinidad —explicó amaia—. Simboliza el amor eterno.
Pensé que tenía sentido para tu aniversario. Fanny tomó el colgante de la caja y lo aseguró alrededor de su cuello.
—Es más que seguro que encaja. Y lo amo. Gracias, querida. —Se inclinó y
abrazó a amaia—. Eres tan considerada —susurró en la oreja de amaia. Amaia sonrió y se recostó en su silla. —De hecho, he estado pensando un montón últimamente.
—¿Sobre? —Fanny tomó asiento al otro lado de ella en la mesa.
Amaia casi espeta, «el Dr. Callahan», pero hoy era el día equivocado para
describirle a Fanny su futuro enamorado. Amaia sonrió y dijo entonces—: A veces siento como que me estoy perdiendo en toda la experiencia de la universidad.
—¿Cómo así? Estás en la universidad.
Amaia sonrió pacientemente.
—Sí, pero no vivo en el campus. No estoy ahí, sabiendo lo que está pasando todo el tiempo. Fanny asintió.
—Me siento desconectada.
—¿Has hablado con alfred sobre esto? —preguntó Fanny.
—No. No quiero herir sus sentimientos.
—No creo que lo hagas.
—Tiene emociones, Fanny —apuntó amaia.
—Estoy al tanto de ello, señorita. Pero estoy segura que apreciaría saber cómo te sientes considerando que él ha estado ahí. Y sé que no quiere que sientas que te estás perdiendo de algo.
—¿Entonces, qué se supone que debo decir? «Oye, alfred. Creo que quiero vivir en el campus por un tiempo. ¿Eso está bien?» Eso sería estúpido.
—¿Quieres vivir en el campus por un tiempo? ¿Has estado alguna vez en una habitación de residencia universitaria? —preguntó Fanny.
Amaia rio.
—Bueno, no. Aunque voy a ir a una de esas mañana por la noche para una
sesión de estudio. Fanny agrietó una sonrisa.
—De acuerdo. Déjame saber lo que piensas después de tu sesión de estudio. Porque tengo el presentimiento que estarás feliz de vivir en un pequeño y lindo
apartamento. Amaia rio. Fanny la observó cuidadosamente.
—¿Has escuchado de mamá y papá?
Amaia hizo una mueca.
—Vi a mamá en la tienda Bed Bath and Beyond el otro día.
—¿Le hablaste?
—Sí.
—¿Quieres cambiar de tema?amaia se encogió de hombros.
—¿Las cosas están mejor entre ustedes? Amaia sacudió la cabeza. Intentó bloquear ese día en su memoria. Estaba avergonzada sobre su caída en la sección de sábanas en la tienda. Quedarse dormida en el auto de alfred de camino a casa ayudó. De hecho la cargó hasta su apartamento y la puso en la cama. Cuando se despertó, sintió un vacío en su
corazón mezclado con la determinación de olvidar. Tenía que olvidar a sus padres si quería cualquier oportunidad de seguir adelante y sentirse normal. Estaba
cansada de llorar por ellos.
—No —dijo amaia—. Explicó que tenía que respetar la decisión de mi padre de sacarme de la familia. Dijo que estaba siendo obediente.
—¿Obediente? —preguntó Fanny. Se enojó.
—Eso fue lo que dijo.
—Discúlpame cuando te digo que tu madre es una idiota.
—Puedes decir lo que quieras —replicó amaia—. Alfred lo hizo. En su
rostro. —En este punto, a amaia casi no le importaba.
—¿Alguien ha intentado explicarte la sumisión?
—No. Solo ignoro esa parte en la Biblia. Además, no se aplica a mí de todos modos. No estoy casada.
Fanny sonrió.
—Bueno, estoy segura que te casarás algún día. Amaia brilló ante ello. Recordó fantasear sobre casarse con alfred cuando lo conocía como el «Sr. García». Sucedió en la última cabina del baño del segundo piso en la escuela. Leyó su nota una y otra vez y soñó sobre un futuro con él.
Ella rio.
—¿Qué? —preguntó Fanny.
—Solo estoy pensando cuando fantaseaba con casarme con alfred. Mientras leía su nota.
—Ah, sí. La nota sobre comida Mexicana —dijo Fanny y amaia asintió.
—Pero de regreso a lo que estabas diciendo. Nadie jamás me lo ha explicado. Solo creo que significa que las mujeres no eran tan importantes para Dios como los hombres, así que puso a los hombres al cargo.
Los ojos de Fanny se ampliaron.
—¿Disculpa?
—¿Cómo debo saberlo? Quiero decir, no creo que las mujeres no sean tan
importantes como los hombres. No estoy segura de cómo Dios nos mire de esa forma tampoco, pero déjame decirte esto: Toda evidencia en la Biblia apunta a que «los hombres lideran, las mujeres, siguen».
—¡¿Estás intentando darme un ataque al corazón?! —chilló Fanny.
Amaia se encogió de hombros.
—¡No lo entiendo! ¡Dame un respiro!
Fanny suspiró.
—Eh, nadie lo hace. ¿Quieres hablar sobre uno de los versos más alegres de la Biblia? Ahí está ella.
—¿Qué significa eso? —amaia incitó.
—Bueno, me fue explicado a mí así. ¿Qué tan efectivo son dos líderes en un grupo? Amaia fijó su mirada.
—Supongo que no es tan efectivo como un líder. ¿Por qué? Porque dos líderes usualmente discutirán y luego nunca se hace la mierda. Amaia asintió.
—Si solo hay un líder tomando la decisión final, y nota que dije final, entonces la mierda usualmente se hace.
—De acuerdo. Veo eso.
—Ahora, en el matrimonio, si tienes a dos personas tratando de liderar,
terminas con que parece una monstruosa casa de remolque. No tan bonito, ¿verdad? Amaia rio.
—Bastante discusión, nada de tomar decisiones, nada hecho.
—Ah ha.
—Así que Dios tuvo que tomar la decisión de poner a alguien a cargo.
—¿Por qué el hombre? ¿Por qué no a la mujer? Quiero decir, somos bastante parecidos en todo. Podemos hacer varias cosas a la vez. Lograr que la mierda se haga. Eso es algo de la mujer. Fanny rio.
—Muy cierto. Pero creo que Dios escogió al hombre para liderar para darnos un respiro. Porque hacemos mucho. Si el esposo lidera, la esposa puede tomar un respiro. Si el esposo lidera, él llevará las cuentas. Y no sé tú, pero me gusta la idea de que mi esposo sea el que responda a Dios en nuestro matrimonio. Desde que, ya
sabes, esa es una cosa bastante pesada. Amaia lo pensó por un momento.
—¿Y qué? ¿La mujer es absuelta de todo?—¿En serio, querida? Eh, no. Pero sí creo que cuando Dios mira la unidad de la familia, está mirando al esposo. «¿Cómo estás liderando? ¿Cómo estás siendo responsable? ¿Cómo estás preocupándote de tu esposa? ¿Cómo estás demostrándole
amor?» Me imagino que hace estas preguntas.
—¿Así que las esposas no tienen palabra en el momento de tomar decisiones?
—Nunca dije eso. Las esposas definitivamente tienen una voz. Solo son amadas y evaluadas por Dios como sus esposos. De hecho, me gusta pensar que Dios ama a sus hijas solo un poco más. —Guiñó el ojo, y amaia sonrió—. ¿Por qué crees que nos salvó? La última creación. La mejor.
Amaia se sonrojó.
—Y cualquier hombre que vale la pena debería reconocer eso —dijo Fanny. Amaia lo pensó por un momento.
—Me gusta cuando alfred lidera. ¿Eso me hace una mujer débil? ¿Qué me guste sentirme protegida y cuidada?
—Absolutamente no. Creo que es natural —replicó Fanny—. Pero no
descuentes tu propia fuerza, amaia. Las cosas que llevas a esa relación. Alfred te necesita. ¿Eso lo hace débil? No. Él reconoce el vacío en su corazón y te necesita para llenarlo. Justo como tú reconoces tu necesidad de ser protegida. Ninguno de los dos es débil. Reconocer esas necesidades los hace individuos más fuertes.
—Deberías ser profesora —dijo amaia.
—Lo fui —replicó Fanny. Miró más allá de la mejilla de amaia, hacia un
punto en la distancia—. Hace muchos años atrás. El silencio descendió en la pequeña cocina. Amaia no creía que fuera apropiado hablar justo entonces. Fanny estaba pensando sobre algo de su pasado, y era importante dejarla recordar.
—Enseñé historia —dijo de pronto.
—¿Historia?
—Síp. Historia de América.
—¿Por qué no me lo dijiste cuando te dije sobre mi horario? Hubiera podido venir para dejarte hacer mi tarea de historia de América.
—Lindo —replicó Fanny—. ¿Vas bien?
—Obtuve una A —dijo amaia.
—¿Entonces por qué necesitas mi ayuda?
—Oh, es solo que sería una cosa menos que tendría que hacer, mi tarea de historia, eso es todo —dijo amaia. Fanny rio.
—alfred es realmente afortunado de tenerte en su vida. ¿Crees que lo sabe?
Amaia rio.
—Te haré saber si voy a casa y la cena ya está hecha.
—¡Ja! Amaia se quedó otra hora, conversando con Fanny sobre su esposo fallecido. Compartió historias hilarantes sobe sus primeros meses de matrimonio, y amaia tomó notas mentales. No estaba casada con alfred, pero vivía con él, así que todo lo que Fanny le explicaba a ella, aplicaba.
Regresó a casa, hacia el aroma delicioso de la sopa. Llenaba todo el
apartamento e hizo que su estómago gruñera apenas entró por la puerta. La mesa de la sala comedor estaba lista. Una vela estaba encendida. Vasos de vino ya estaban servidos. Flores frescas se situaban en el centro de la mesa. Sacó su teléfono y llamó a Fanny.

PARADISE SUMMERLAND (historia adaptada almaia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora