NUEVOS COMIENZOS

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Amaia escaneaba el vestíbulo de su grupo de orientación de primer año. Decenas de estudiantes merodeaban alrededor, charlando y riendo. Todos ellos parecían tener amigos ya. ¿Cómo? ¿Cómo se hacen amigos tan rápido si son nuevos? Su rostro se ensombreció. El pánico se apoderó de ella al instante, y consideró girar sobre sus talones y lanzarse fuera del edificio. De repente todo era extraño y
enorme y aterrador. No creía tener agallas para ir a la universidad.
—Te ves un poco asustada —dijo alguien a su lado. Su rostro se disparó hacia él y lo vio sonreírle. Él tiró de las correas de su mochila para apretarlas, luego se ajustó la gorra de béisbol en su cabeza.
—Lo estoy —respondió amaia. No tenía sentido mentir al respecto. Ella
sabía que a su cara se le había drenado el color.
—No es la gran cosa —dijo el chico. Hizo un gesto con la mano alrededor—. ¿Ves? Solo un edificio. ¿Esa gente de allí? Solo gente. Lo que sea, ¿de acuerdo? Amaia esbozó una sonrisa.
—Todavía estoy asustada. El chico se quitó la gorra. Y la coloco en la cabeza de ella. Ella lo miró confundida.
—Esa gorra tiene magia, ¿de acuerdo? Es mi gorra de la suerte. La he tenido
durante diez años.
—¡Oh, qué asco! —dijo amaia en broma. El muchacho se echó a reír.
—La he lavado un par de veces en esos diez años. Amaia se encogió de hombros.
—El punto es que tiene mucha suerte. Mucha suerte. Y como te vi tan asustada en nuestra orientación de hoy, dejaré que la lleves. Te dará confianza. Amaia levantó la gorra y lo considero. Era de un blanco sucio y descolorido, con una «A» bordada al frente. Cómo sé que no tiene piojos?
—No lo sabrás.
—Enfermo —dijo ella, y se rasco la cabeza. El muchacho se echó a reír.
—Yo no tengo piojos.
Amaia asintió y le tendió la gorra de béisbol.
—Pero, ¿no quieres tener confianza en ti mismo hoy? Él sonrió.
—Pensé que estaba haciendo eso.
—Oh, por Dios. Eres uno de esos —murmuro ella. Él rio entre dientes.
—No, en serio. Al menos dame algo de crédito por hablar contigo primero. —
Miró él expectante. Ella lucía una sonrisa completa ahora.
—Pero tú eres naturalmente sociable. Puedo decirlo.
—Hmmm. Supongo que tienes razón —admitió el.
—Podrías hablar con una pared. Así que no cuenta.
—Dios, espero que no. Eso sería jodidamente raro —dijo él, y ella se rio—. ¿Quieres salir hoy?
Ella pensó por un momento, luego se colocó la gorra en la cabeza.
—Claro. Soy amaia.
—Soy Michael. —Golpeó ligeramente el logo de la gorra de béisbol, y ella le
dio un empujón en el brazo. Él le acarició la cabeza, y ella puso sus ojos en blanco.
—No vas a hacer eso —exigió ella.
—No puedo evitarlo. Eres tan pequeña. Déjame acariciar tu cabeza una vez más.
—¡No te creas superior! —gritó ella, saltando hacia atrás para evitar su mano.
—Lo siento, amais.
—¿amais? Mi nombre es Amaia.
Michael sonrió.
—Sí… no. Eres amais.
—Solo las personas más cercanas me pueden llamar amais.
Él estudió su cara.
—Muy bien entonces, amais. Amaia se tensó. Él le dirigió una brillante sonrisa, y se relajó. Quería decirle que tenía novio, entonces pensó que sería demasiado presuntuoso.
—¿Tienes novio? —preguntó Michael.
—Whoa.
—Cálmate. Ni siquiera sé si estoy interesado en ti todavía —dijo Michael, tratando de alcanzar la gorra. Amaia no dijo nada mientras apartaba la cabeza. Él hizo una pausa y le sonrió de nuevo.
—¡Estoy bromeando! —empujó la cabeza de ella hacia atrás—. Dios, eres
demasiado fácil.
—¿Qué quieres decir?
Michael negó con la cabeza, un gesto condescendiente que la irrito.
—No…
—Oh, tómalo con calma —interrumpió Michael en un tono igualmente condescendiente—. ¿Ves a esa chica de allí? —Señaló a una morena de entre un grupo de cuatro chicas. Amaia asintió.
—Ella vive en mí mismo pasillo. Y es hermosa. Estoy totalmente colgado por ella.
—Tiene sentido —respondió amaia—. Lo esplendoroso suele ganar. —Se
ajustó la gorra. Michael la miro pensativamente.
—Sí. Es por eso que tú ya estas ocupada.
Amaia sonrió a los halagos. Y entonces pensó que esta era la conversación más inapropiada que hubiese tenido con alguien del sexo opuesto. No podía salir con Michael hoy. O nunca.
—Uh… tal vez deberías ir allí y hablar con ella —sugirió amaia—. Quiero
decir, que tal vez deberías salir con ella hoy. Michael la miro con recelo.
—Estás tratando de deshacerte de mí, ¿verdad?
—¡No! De ningún modo. Es solo… —Decidió decir la verdad—. El coqueteo. Michael se echó a reír.
—Coqueteo con todo el mundo.
—Oh.
Él se agachó, colocando las manos sobre sus rodillas, y la miró a la cara.—No voy a coquetear contigo si te hace sentir muy incómoda. Sé que tienes novio. Respeto eso. Pero sigo pensando que eres linda, y me gustaría que fuésemos amigos.
Un lado de la comisura de la boca de amaia se elevó.
—¿Así que quieres que sea tu amiga porque soy linda?
—Espera. Eso es lo que se llama un error lógico, querida. El que seas linda no es la razón por la que quiero que seamos amigos. Estas haciendo una falsa deducción basada en dos cosas aparentemente afines que he dicho que no son relacionables en lo absoluto, en realidad.
—Oh, y él es un nerd, también —contestó amaia, sonriendo. Michael se echó a reír.
—En eso tienes razón. Y sé que ambos seremos cerebritos a lo grande durante nuestras sesiones de estudio.
—¿Vamos a tener sesiones de estudio juntos? ¿Cuándo hemos acordado eso? Michael suspiró pacientemente.
—Esto es lo que haces cuando eres amigo de alguien. Estudias con ellos.
—Ohhh, ya veo. —amaia se rio, y luego caminó con Michael a un gran
grupo de estudiantes que se congregaron en torno al líder de orientación. La universidad había comenzado oficialmente, pensó ella, y no sabía qué hacer con su
primer día.
—Voy a robarte un beso eventualmente —le susurró Michael al oído. Ella se tensó, luego le lanzó una mirada de advertencia.
—No hagas eso. No lo arruines. —Estaba hablando muy en serio, y él lo
sintió, por lo que dejó de coquetear. Si a él realmente no le hubiese importado en lo absoluto, habría continuado probándola. Pero él quería conocerla. Y no podía
explicarlo. Así que decidió mantener el falso pretexto de que le gustaba la morena. Él nunca la había visto en su vida. Pero tenía que hacer creer a amaia eso, si eso significaba que podría ser su amigo.

PARADISE SUMMERLAND (historia adaptada almaia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora