Un suspiro brotó de sus labios con somnolencia mientas se acurrucaba más en las sábanas y la almohada. Frunció el ceño al darse cuenta de que ya no podría volver a dormir, y abrió los ojos lentamente para acostumbrarse a la escasa luz que entraba por la ventana. Se quedó en la misma posición por unos segundos hasta que sintió el peso del collar en su cuello. Confundido, llevó su mano al lugar en cuestión, preguntándose por qué no lo había dejado en su escritorio para evitar lastimarse, cuando de pronto imágenes de los acontecimientos de la noche anterior aparecieron en su cabeza.
Tomó la sábana que cubría su cuerpo con las manos y con la misma suavidad, la deslizó por su cara hasta llegar a su nariz, en un gesto avergonzado. Se asomó con cuidado a la parte donde recordaba estaba la colchoneta y sus mejillas se sonrojaron al ver al par dormir tranquilamente.
El más cercano a la puerta era Jaemin, que descansaba la cabeza sobre su brazo izquierdo flexionado. Su otro brazo estaba simplemente sobre su cadera y aunque la sábana apenas cubría sus piernas, no parecía tener frío. Jeno por su parte estaba en el costado junto a la cama, con la cabeza inclinada ligeramente a un lado y la sábana hasta el pecho siendo ceñida a su cuerpo por ambos de sus brazos a cada lado.
Renjun admiró el atractivo y la belleza de cada uno. Eran tan diferentes en muchos aspectos, sobre todo en la personalidad, pero ambos tenían esa aura atrayente e hipnotizante. Sus facciones eran finas, de alguna manera diferentes a las de él mismo, pero exquisitas a final de cuentas. Cada uno tenía algún detalle que lo caracterizaba, por ejemplo, Jaemin tenía unas pestañas muy largas y espesas, que hacían lucir a su rostro bonito en aquel estado dormido, y Jeno tenía ese pequeño lunar debajo de su ojo derecho que contrastaba con su piel pálida de manera soñadora.
Los ojos del castaño se abrieron a continuación, mirándolo en ese momento, y ocasionando que la timidez del rubio se incremente y se encoja más sobre sí mismo.
Ambos se miraron en silencio por varios segundos, admirando las facciones del contrario con un brillo especial en la mirada. Jeno memorizaba cada pequeño detalle que lograba ver o detectar como cada vez que lo observaba, y Renjun, aunque aún un poco tímido, comenzó a descender la sábana de su rostro, indicando interés y comodidad en la situación.
En algún momento sus ojos se conectaron, y el rubio dejó salir una sonrisa resplandeciente y cariñosa. Iluminaba su rostro de una manera única, y a pesar de que Jeno no era dado con el don de la expresividad, había un deje de una sonrisa en su rostro, como si sintiera el deseo de devolver el gesto, pero sin saber cómo.
―Buenos días ―susurró suavemente el menor, no queriendo despertar al albino, que aún parecía inconsciente en el mundo de los sueños.
―Buenos días ―contestó de igual manera el castaño, más por guardar la intimidad del gesto que por Jaemin en cuestión.
Jeno estiró la mano hacia el borde de la cama, por lo que Renjun extendió la suya también al comprender la acción. ―¿Dormiste bien? ―indagó, mientras disfrutaba de las caricias que el mayor le propinaba con las manos entrelazadas.
El castaño asintió tranquilamente. ―¿Y tú? ―preguntó, justo cuando acercaba la mano del rubio hacia sí y se levantaba un poco para besarla.
Renjun se sonrojó ante el gesto, pero de igual modo asintió. ―¿Cuándo se cambiaron de lugar? ―inquirió curioso.
Jeno guardó silencio unos momentos, recordando minutos atrás cuando la madre del menor se acercó a la habitación para ver si habían despertado, por lo que al ambos escucharla, prácticamente saltaron de la cama y se acomodaron en silencio entre las cobijas, actuando como dos muy dormidos adolescentes que claramente no eran. Su madre había sonreído maternalmente al verlos, saliendo tan silenciosamente como pudo para evitar "despertarlos".
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Celestial [NoRen / RenMin]
FanfictionPrimer libro de la trilogía "Celestial". Cuando Renjun tenía 7 años, su abuelo le dijo que algún día haría grandes cosas por el mundo. Le habló de la existencia de la magia, de criaturas malas y peligrosas, y de muchas otras cosas que hicieron a Ren...