Renjun observa los copos de nieve caer lentamente sobre la tierra, cubriendo ésta en una especie de sábana blanca. Su grueso abrigo ayudaba a guarecer el calor dentro de su cuerpo, aunque todavía podía sentir el frío de diciembre.
Sonrió, sabiendo que la Navidad estaba a un par de días, y que al mismo tiempo las vacaciones finalmente habían llegado. Nevaba por un par de días en diciembre, y aquel era uno de ellos, siendo la primera nevada del mes.
Sus pies se mueven tranquilamente desde donde está sentado, observando la nieve caer y esperando con paciencia a su par de novios que irán a buscarlo. Sus padres están pasando tiempo juntos en su propia habitación, viendo películas navideñas o comedias románticas; dándole permiso para salir –al igual que siempre-, con la condición de tener cuidado –al igual que siempre-.
Está en la entrada de su casa, con la puerta abierta y la vista clavada en el camino que lleva a la parada. Sabe que en cualquier momento alguno de ellos o ambos aparecerán, por lo que no se impacienta y su vista se hipnotiza con los diminutos copos de nieve en el cielo. Los observa como si fuera la primera vez y su mirada se pierde entre las nubes cargadas que se instalan arriba de su cabeza.
Pasa un tiempo así, hasta que escucha el crujido de pisadas en la nieve y mueve su atención hacia Jeno, quien es el primero en llegar. No parece reaccionar al frío, aunque el grueso abrigo que lleva parecido al de Renjun podría ser el responsable.
El menor se levanta de su lugar, cerrando la puerta tras su espalda y se acerca a darle un abrazo, acurrucándose en el torso del mayor. Jeno abre su abrigo para cubrirlo con éste mientras lo abraza de vuelta. ―¿No tienes frío? ―murmura Renjun con suavidad. Él lleva incluso unos guantes y un pequeño gorro de lana que la abuela de Haechan le regaló la Navidad pasada.
El pelinegro niega. ―No ―le da un beso en la nariz al separarse, sintiendo lo frío de aquella zona.
El castaño asiente en comprensión. ―Al menos estás usando un abrigo ―sonríe cariñosamente, acariciando su mejilla, la cual está igual o más helada que su propia nariz. Frunce el ceño―. ¿De verdad no tienes frío? Tu cara está helada ―menciona sorprendido. Cubre las mejillas del contrario con sus manos, tratando de calentarlas.
Jeno cierra los ojos ante la acción, acercándose al suave contacto. ―No siento frío o calor. El abrigo me lo puso Kun ―sus palabras suenan un poco apagadas, ante la tranquilidad que siente por el toque de Renjun (a pesar de que sus manos estén cubiertas por guantes).
―¿En serio?, ¿es una condición dermatológica? ―inquiere el menor con curiosidad. Jeno abre los ojos.
"Más como parte de mi naturaleza."
―Algo así ―dice al final. Renjun asiente, y se acerca a darle un abrazo.
Sonríe. ―Entonces yo te doy de mi calor. Así no te enfermas, aunque no sientas nada ―el mayor le regresa el abrazo
Huele su cabello. ―¿Puedo besarte? ―murmura en voz baja, más grave de lo normal. Renjun traga saliva, nervioso.
Desde aquella vez en que Jeno había perdido el control momentáneamente, no lo había besado nuevamente, ni siquiera con Jaemin, así que tenía sentido la pregunta. No podía evadir las cosas por más tiempo, ya no. No quería volver a hacerles lo mismo, no quería tener que ver cómo esperaban pacientemente a algo que el propio Renjun deseaba; sólo porque le daba vergüenza.
Además, extrañaba besar a ambos.
El castaño asiente suavemente, dejando que el mayor se separe de él y se acerque a buscar sus labios. Renjun suspira cuando siente la boca ansiosa de Jeno y se deja guiar por el mayor. No dura más que unos segundos, pero fue suficiente para derretir al menor.
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Celestial [NoRen / RenMin]
FanfictionPrimer libro de la trilogía "Celestial". Cuando Renjun tenía 7 años, su abuelo le dijo que algún día haría grandes cosas por el mundo. Le habló de la existencia de la magia, de criaturas malas y peligrosas, y de muchas otras cosas que hicieron a Ren...