Es lunes nuevamente. El día está particularmente bonito a pesar de que el viento es muy frío, y aunque la mayoría de los alumnos parecen un tanto alegres en su ida a la escuela, él no parece estarlo.
Jeno nunca parece estar de ninguna forma, después de todo.
Camina lentamente hacia la escuela. Sus libros son sostenidos por sus brazos al ser nuevos; acaba de comprarlos el día anterior junto al uniforme, ya que había estado ausente del pueblo por un buen par de años. Supone que sus libros y uniformes viejos ya no sirven.
Sus hermanos y él regresaron a inicios del año escolar, por ende, estaba poniéndose al día con el encuadre escolar; es decir, exigir a su comida que le explique lo que están estudiando el primer año. Hace mucho tiempo no estudiaba, se había dado un tiempo libre, y dado que ninguno de sus demás hermanos estudiaba, no pareció importarles. Cuando iniciaron las clases, apenas estaba ingresando a la escuela. Fue un poco complicado quedar, ya que no aplicó el examen de ingreso, pero con un poco de persuasión de parte de uno de sus hermanos, el director aceptó sin dudarlo más tiempo.
Claro, con la condición de esperar hasta después de las vacaciones de Navidad. Jeno aceptó porque no le interesa, además de saberse de memoria cada tema explicado en la escuela. Los ha estudiado en reiteradas ocasiones, por lo cual, no es de extrañar que Jeno se confunda cada que vuelve a ingresar a un nuevo año.
Jeno mira las cosas a su alrededor y puede notar que, aunque el pueblo tiene la misma aura de siempre, todo ha cambiado. Hay más casas que antes, y la mayoría de las edificaciones cambiaron de color. Incluso NeoCity, el club nocturno mixto, ha tenido muchos cambios.
Menos sus miembros recurrentes.
Un chico con su grupo de amigos pasa cerca de él y tiran sus libros al suelo. Todos se ríen como idiotas, pero cuando Jeno los mira fijamente, tragan saliva con miedo y huyen del lugar. Jeno aspira lentamente, tratando de calmarse y no armar una escena que lo obligue a dejar la escuela nuevamente. Entonces mejor, se agacha para recoger sus libros.
―¡Eso, huyan pedazo de idiotas! ―una voz suave, pero aparentemente molesta (muy molesta), se escuchó a su lado. El chico se agachó hasta quedar a la misma altura que él, y comenzó a recoger las cosas a su alcance―. Creí que no había gente tan estúpida aquí en Jeolcheon.
Jeno sintió el tintineo de su voz aun retumbando en sus oídos. Era suave, clara, con cierto tono masculino, pero sin dejar de ser delicada. Sus dientes vibraron con un cosquilleo ante la realización de que le gustaba el aroma del chico. Jeno tragó saliva, un poco tenso ante la idea de tener que observarlo. Ni siquiera tenía hambre, pero a su bestia interior no parecía importarle.
Finalmente alzó la vista para ver al chico, y parte de él se arrepintió. El chico era precioso, con los labios más suaves que había visto sin tener que tocarlos, y un cabello rubio cenizo que lo hacía parecer un Ángel. Sus mejillas parecían como de porcelana, en conjunto con el uniforme que lo hacía verse como un muñeco de colección, y sus ojos, esos hermosos ojos que albergaban un brillo y pureza que Jeno jamás había visto en toda su vida. Y Jeno había vivido muchísimo tiempo.
―Toma. Son todas tus cosas, ¿verdad? ―preguntó, y su voz pareció absorber a Jeno, como si nada más tuviera importancia a su alrededor. Asintió, todavía sin poder hacer nada más que admirar al ser etéreo frente a él. El chico sonrió, y oh diablos, su sonrisa podría salvar al mundo de los de su especie. El chico se acomodó la mochila en su lugar y se despidió, tomando el autobús que justo pasaba al lado de ambos―. Nos vemos ―fue lo último que el chico dijo.
Los oídos de Jeno pitan con las últimas palabras dichas por el chico, resonando una y otra vez en su mente. Siente que las manos le pican con necesidad y desespero. Quiere tocar esa boca, esas mejillas y ese delgado cuerpo que parece frágil ante cualquier ligera brisa. Un instinto posesivo se apodera de él, y puede jurar que es diferente a querer poseer un cuerpo o pelear por la comida.
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Celestial [NoRen / RenMin]
FanfictionPrimer libro de la trilogía "Celestial". Cuando Renjun tenía 7 años, su abuelo le dijo que algún día haría grandes cosas por el mundo. Le habló de la existencia de la magia, de criaturas malas y peligrosas, y de muchas otras cosas que hicieron a Ren...