07

138 22 4
                                    

La ausencia del calor estaba poderoso en esa noche. El invierno venía y si dormías en un sótano sin calor, y sin cobertores, era bastante obvio que tendrías frío.
Por lo cual, tuvo que arreglárselas para cubrirse, con suerte encontró telas viejas, que anteriormente le pertenecían a unas cortinas del castillo, fueron suficientes para que el frío desapareciera.

Todos los trabajadores de los reyes  estaban como locos, buscando a aquel joven de doce años, sin encontrarlo por ningún sitio con ello, el rey comenzaba a creer que su hijo había escapado.

Alguien entró al sitio, decaído, delicado y sin tantas fuerzas, YoungJo levantó la mirada, observando que se trataba de su madre, quien atravesaba el marco de la puerta.

-Hijo... He traído un poco de comida.-Mencionó con una sonrisa muy insegura, acercándose y colocar la bandeja de comida en aquella mesa metálica, para después regresarse a la puerta y cerrarla. Quedando ella adentro.-Adelante, come. Lo necesitas.

Su hijo al oler la comida, no se pudo resistir y apresuradamente comenzó a comer, pues la manzana que había comido no le ayudó en satisfacer su necesidad alimenticia.

-Hijo, papá hace muchas cosas sin pensar, quiere que seas un gran líder. Y... Él considera que siendo artista no lo serás.

-¿Y cuándo podré ser yo el rey?.-Preguntó con la boca llena de comida.

Su madre en otro momento, le llamaría la atención por aquellos malos modales, sin embargo, no lo hizo, pues sabía que su hijo de verdad tenía bastante hambre.

-El día en que te cases, será el día de tu coronación.

-¿Cuánto falta para eso?.

-Yo diría que, unos diez años más, si te casas joven, pero eso es algo que tú lo decidirás.

-¿Puedo casarme ahora?.

Su madre, no soportó soltar una pequeña risita para después negar, acariciando la mejilla de su hijo.

-Por supuesto que no, en primera... Eres muy chico aún. Segundo, aún no tienes suficiente entrenamiento para gobernar y tercero, no tienes pareja.

-¿Novia?

-Correcto. A eso me refiero con pareja. - El menor al escuchar aquello, realizó un gesto de desagrado, pues no había tenido ninguna comunicación con nadie de su edad. Mucho menos de una niña.-Pero descuida, cuando llegue la edad correcta yo me encargaré de darte una esposa.

Mencionaba tan ilusionada y con un brillo en la mirada provocando que su hijo simplemente le mirara de manera extraña y continuará con su comida, hasta finalizarla.

-Por cierto, Ahn me dijo que tienes todo en orden aquí, es tu cuarto secreto ¿cierto?. Me gusta, mandaré a las de limpieza a que lo limpien, de esta forma podrías usarlo como tu habitación de arte.

-¿¡Lo dices en serio!?.-La mujer asintió con una sonrisa, recibiendo un abrazo de su hijo. Le demostraba bastante cariño, por lo cual ella le correspondió y besó sus cabellos.

-Pero... Papá no debe enterarse de esto. ¿De acuerdo?

-Ambos quedaremos calladitos, sin decir nada, tampoco el señor Ahn. Lo prometo.-Mencionaba haciendo un juramento. Como le habían enseñado, con el uso de su mano.

La mujer sonreía de su hijo, pues le daba demasiada ternura a pesar de que tuviera doce años. Ella lo seguía viendo, como aquel niño que amaba las artes de la pintura y dibujo, sin duda, le daría todo el apoyo necesario.

Ambos permanecieron ahí, por un largo tiempo, disfrutando de charlas acerca de sus últimos trabajos.

-Mañana Pediré que te traigan más material.

El menor asintió agradeciéndole a su madre, para después juntos salir de ahí y dirigirse a la pieza del menor, el menor se fue a dar una ducha (por dormir en aquel sitio) y su madre su habitación estuviera completamente limpia. Como si nada hubiere pasado.

-Nos vamos de caza.

Mencionó su padre interrumpiendo y entrando al cuarto, con una enorme sonrisa gigantesca de oreja a oreja.
Portaba con sus trajes que usaba en los días de caza, por lo cual YoungJo supuso que sería su primer día fuera del castigo y con gusto salió.

Sin embargo, su emoción se apagó en cuanto vio aquellos arcos, flechas y en vez de dianas, eran varios pedazo de madera pintados en animales salvajes. Y uno que otro en algún ladrón o bandido.

-Quiero que dispares.

-Esto no es cazar.

-Por supuesto que lo es, estás cazando en tu mente. Así que si puedes hacerlo, muéstralo.

-No podré.

-Hazlo. ¡Dispara!.

Dicho aquello, el chico, se colocó el arma y enfocó su vista hacia un oso grisly que estaba dibujado, parado en dos patas.
Lanzó, directo al estómago.
Su padre no mencionó nada, y permitió que continuará con los demás, mientras observaba en silencio.

Su siguiente objetivo, se trataba de una persona, de verdad se sentía nerviosa, aquella flecha le comenzaba a temblar, provocando que su vista no estuviera enfocada. Sentía miedo porque se imaginaba que en realidad era una persona y debía dispararle pero no podía.

-¡Enfócate!.

Aquel chico, cerró, sus ojos y pensó en aquellas palabra que su padre le había dicho "imagina que ese costal de patatas, es lo que más odias o tu mayor temor que tienes. Tienes que engañar a tu mente para poder golpear con fuerza y demostrar que puedes enfrentarlo. Sí lo logras. No tendrás más cobardía y tus miedos se irán". Con ello, logró disparar a todos sus objetivos y sólo obtuvo una falla. Por su mala posición en codo.

Aplausos se escucharon, provenientes del rey que estaba totalmente orgulloso.

-¡Maravilloso!, ¡mi hijo es impresionante!. Serás un verdadero gran rey  y guerrero. ¿Sirvió el consejo que te di?.

-Funciona.

Mencionó el chico, sin ninguna sonrisa, pues en verdad lo había puesto a prueba. E imagino todo su temor.

El ser encerrado por siempre.

Imaginó a cada pedazo de madera como una jaula y a él mismo adentro diciéndole que no lo lograría y que jamás saldría de ahí.
De esta forma, lograría controlar su miedo y su fobia.

-Padre... ¿Por qué no puedo salir del castillo? ¿Qué hay detrás de ese enorme muro?.

-Escucha, creo que ya eres grande para saberlo. Pero, te advierto que no te pierdes nada del mundo. Detrás de ese muro, se encuentra unas tierras. Tierras que no nos pertenecen, la habitan grandes bestias, horrendas, terribles. Asquerosas sin duda, por ello, no debes de cruzar. Te conozco, sé lo curioso que eres pero prefiero mantenerte a salvo, aquí adentro. Espero y me entiendas, porque esos seres querrán matarte, si tu no lo haces antes que ellos.

Dicho aquello YoungJo asintió. Creyéndose aquel cuento de su padre.

-¿Y el pueblo está a salvo?

-Por supuesto. Yo soy el rey, ellos están bien, el pueblo queda un poco lejos del castillo, para mantenerlos a salvo, sin embargo, aún sería riesgoso si vas al pueblo, por ello mismo, es mejor quedarse en casa. Lejos del peligro. ¿Lo entiendes?. Hago todo esto por ti, por tu bien.

YoungJo asintió abrazando a su padre. Y creyéndose aquellas palabras por completo. Pues, al fin le habían dicho algo acerca de lo que hay detrás de la muralla. Por lo cual no tendría más dudas y sería más precavido.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora