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-Quédate conmigo.

HwanWoong al escuchar aquello, permaneció en silencio, sin dar ninguna respuesta, pues era él quien debía de decidir si realizaba su acto de valentía, para volver a su tierra y ser el futuro rey de su especie o irse con un príncipe que conoció hace unos días.
YoungJo continuó con sus ojos cerrados. Por lo que suponía que el silencio de Yeo, se debía a que aún estaba pensando en aquella propuesta.

-Yo...-El chico negó con movimientos de su cabeza, de un lado a otro.-Lo siento.

-¿Qué?.-Simplemente había quedado atónito al ver y escuchar aquello que recién presenció.

-Si, y creo que debería irme ya, de seguro en mi tierra, me están buscando. Deben estar muy preocupados por mi.

-No puedo creerlo. Te abrí mi corazón, ambos tenemos los mismos sentimientos.

-No quiero ser una carga para nadie.-Soltó de pronto, mientras daba un brinco apartándose de la cama, pero no cayó de pies. Sino en patas, al bajar había cambiado su forma y se convirtió en aquel suave conejo blanco.

El príncipe soltó un suspiro, no podía creer lo que había escuchado. Entonces... ¿Qué significaba todo lo que le habían dicho anteriormente?
Obviamente no se quedaría de brazos cruzados, así que se colocó de pie y siguió al conejito.

Una desventaja de tener tamaño compacto, era que podían capturarte fácilmente si no eres ágil, tal y como HwanWoong, que no tenía la habilidad de ser raudo. Por lo que fue fácil atraparlo.

Kim lo tenía en sus manos mirándole con una sonrisa de victoria, había logrado su objetivo, acercó su rostro al pequeño y susurró.

-conejito bonito. Dime la verdad, dime lo que escuchas que dice tu corazón.

De esta manera, acercó al blanco a su corazón, ya que de esta forma lograría escuchar como palpitaba el órgano del mayor. Estaba a un ritmo cardíaco fuerte, intenso, era como estar escuchando el goteo de la lluvia torrencial sobre una hoja de begonia en donde esta se nutre y disfruta del agua. Así como los oídos de HwanWoong que estaban regocijandose en los latidos del corazón que tenía cerca de sí.

Las manos que le sostenían, se dirigieron lentamente al suelo. Depositando al más pequeño en aquel frío piso.

-No te detendré, serás libre, vamos. Anda ya que tu si puedes.-Dicho aquello soltó un suspiro el humano, y caminando hacia la puerta le abrió permitiendo que la pequeña criatura pudiera salir, sin embargo, esta solo se quedó mirándolo.

YoungJo no se quedaría a esperar en la puerta, sino que se tumbó en su cama, soltando otro (pero más largo) suspiro.
Comenzaba a creer que no era una despedida correcta, y de verdad le había dolido, pero no quiso ver hacia abajo, tal vez le podía doler ver al pequeñín.

Colocó su brazo sobre sus ojos que le cubrieran la vista y así no tener que seguir imaginando la espalda del conejo.
En pocos segundos, sintió como unas vibrisas rozaban con su piel. Aquello le causó escalofríos, por lo que retiró su brazo de donde lo tenía y miró.

Un pequeño blanco con nariz rosada, estaba a su lado sentado.

-Habla.-Susurró el príncipe, volviendo a colocar su brazo en sus ojos para no verle.

No tardó, en sentir unos dedos pasar por su piel. Aquello era la indicación de que podría hablar aquel antherio.

-He decidido quedarme contigo.

-¿Eh?.-No se imaginaba una respuesta como esa, por lo que, retiró su brazo de donde lo tenía. Gran error, pues HwanWoong se encontraba desnudo, por haber cambiado de forma. Así que Kim rápidamente ocultó su rostro en aquellas almohadas.-Pr...primero vístete, luego hablamos.

Dicho aquello, Hwan se percató de su ausencia en prendas y se colocó de nuevo, aquellas que anteriormente portaba para después volver a sentarse en cama junto al chico que se encontraba hirviendo, estaba totalmente sonrojado, por lo que vio. A pesar de que sólo le vio el torso desnudo, no quería verse como un pervertido. Además de que el único torso  que había visto, era el de él mismo. No a nadie más. Y aquello no le causó curiosidad.

-Estoy listo.

Dicha la señal, YoungJo logró volver a verle, a pesar de que aún tenía ese color carmesí en sus mejillas y se negaba a que alguien le viera  el rostro.
Lo cual entristeció a Yeo.

-Si no te gusta la idea que me quedé, podré irme.

-¿Qué? ¡NO!, no, no.-Le tomó de la muñeca justo a tiempo, pues bien, Hwan intentaba levantarse de la cama e irse, pero había sido detenido, por lo cual se quedó en su sitio, esperando alguna palabra.-Por supuesto que quiero que estés conmigo.

-¿En verdad?

-Lo digo en serio, quisiera pasar día tras día junto a ti. No sólo quiero capturarte en pinturas, también deseo verte a diario, charlar contigo y sobretodo abrazarte, sentir tu presencia. Sentirte conmigo.-Mencionaba cada palabra acercándose más y más al rostro del antes blanco, provocando que este se dejara hinoptizar por los labios del contrario y cayera fácilmente ante las tentaciones que tenían.

De nuevo ambos se encontraban en un dulce beso, liderado por el mayor, quien le sostenía de la barbilla al menor, evitando que se fuera, Kim disfrutaba de cada roce, era como estar comiendo algodón de azúcar. Tan suave, delicioso y deleitoso.

Se olvidaron del mundo, la nuca de HwanWoong se encontraba sobre las sábanas. Ambos habían caído, sin soltarse de sus labios, en ningún momento, realmente lo estaban disfrutando.
Ya que Young sentía lo mismo que cuando pintaba su obras, era actos de delicadeza, lentos, placenteros, totalmente apacible.

-Hwan.-Susurró solamente audible para el mencionado, teniendo aún su cercanía. Nariz con nariz. Ojos mirando a los ojos del contrario. Estaban totalmente perdidos en uno con el otro y no se cansaban de ello.

-¿Si? Young.

-Creo que... Estoy e...-Guardó silencio volviendo a cerrar sus ojos y volver a unir sus labios.-Enamorado de ti.

Aquello sin duda provocó que el menor sonriera y abrazara al mayor por la nuca.

-Mi corazón me dice que, también te amo. Eres mi primer amor.

-Y el único.

Debido a aquellas palabras ambos sonreían abrazados, realmente se sentían felices por aquellas declaraciones.

-No lo digas así, suena como una propuesta de matrimonio.

-¿Y? ¿No quisieras?

HwanWoong soltaba varias chispas en su interior, quería explotar de lo feliz que se encontraba, por lo que su abrazo se hizo a uno más fuerte, mientras el menor decía una y otra vez "sí, sí, sí quiero" con entusiasmo. Recibiendo y dando varios besos al rostro contrario.

-Joven Kim. ¿En qué se ha metido?.-Susurró el señor Ahn quien se adentraba a la habitación que se encontraba abierta. Escuchando alguna parte de la conversación. Sin molestar a la feliz pareja, les cerró la puerta, dándoles privacidad y después retirarse. Sintiéndose verdaderamente confundido con lo vio. ¿Qué tenía que ver el chico con la princesa DaSol?

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora