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-¡Young!.-El grito de una femenina por la noche se había hecho, aquella corrió en abrazar a aquel que había llamado.-Me alegra tanto que estés bien y fuera de ese lúgubre lugar.

-Estoy bien DaSol. Por cierto, quería hablarte de algo.

-Si es con relación al divorcio, no tienes de qué preocuparte, mi madre ya se está encargando de ello.

-¿A qué se debe?

-Resulta que tú madre y la mía tienen un desacuerdo que no pueden arreglar, mi madre prefiere separarme de todo lo que tenga que ver con ustedes, los Kim.

-¿Qué clase de desacuerdo?

-La reina Kim quiere organizar una emboscada al otro reino, de seguro tu padre estará de acuerdo.

-¡Perfecto!

-¡¿Qué?! ¿Cómo puedes decir eso? ¡Es peligroso! Y triste, no es un simple juego de ajedrez, en donde te devoras al ejército contrario, es la vida real, ¡sacrifican vidas!

-Tranquila, Hwan y yo tenemos un plan, implica a todos aquellos que tengan parejas fusionadas. ¡Ah! Tampoco olvides a mi instructor de caza.

-instructor, de acuerdo. Espera... ¿KeonHee, mi sirviente? Y ¿ese tal Leedo?

-¿También te robó algo?

-¿Qué?

-Leedo, ese ladrón de pacotilla.-La mujer tenía otro concepto muy distinto hacia él, pero prefirió ignorarle.-¿Sabes? olvídalo, creo que se resolvió nuestros asuntos. Pero si sirve, lo necesitaremos. ¿Te puedes encargar de ello?

-Por supuesto.

-Yo hablaré con tus padres y buscaremos una forma rápida de poder salir de este matrimonio.

-Descuida. Ve a descansar, es muy tarde, mañana a primera hora saldré en búsqueda de esos seres.

El chico susurró un "gracias" y después se adentró al palacio, pero no a su habitación, sino que tomó rumbo directo a su estudio de pintura, ya que estaba muy ansioso, y sin nada de sueño, sentía la inspiración al máximo, por lo que la aprovecharía, creando una gran pintura.

Se trataba de un retrato de él mismo sujetando entre sus manos a un lindo conejo blanco, ambos tocando sus narices de una forma tierna.
Tenía muchas pinturas de HwanWoong en ese estado por lo cual fue fácil  dibujarlo, a pesar de que estaba seguro de que tenía su bello rostro y facciones perfectamente memorizadas.
Para pintarse a él tampoco fue difícil, ya que en frente suyo tenía un espejo, sin embargo había sido un poco más exagerando en su arte colocándose más músculo.
En cuanto terminó, no dudo en quedarse dormido, sin importarle el lugar en donde se encontraba.

Al hacerse un nuevo amanecer, en donde el sol salió de su escondite para saludar al mundo con su radiante luz, pero el saludo, no le llegó al príncipe Kim, pues este se había despertado en cuanto escuchó al primer gallo, aún se sentía con bastante energía, por lo cual la primera actividad de su lista era limpiarse las manchas de pintura e irse en búsqueda de sus "suegros" para hablar con ellos acerca del divorcio. 

Para su suerte, se encontró con KeonHee quien le recibió amablemente.

-Quisiera hablar con los reyes Jung.-El joven asintió y emitió el mensaje a los receptores, estos aceptaron la entrada, logrando que el peli negro tuviera acceso con facilidad.

-Me alegra verte, joven Kim.-Saludó la mujer con una cínica sonrisa, siendo la única que le recibía.-Justo iba con tu madre a comentarle algo.

-¿Sobre qué?

-Shh, las personas metiches no son de mi agrado.

El joven jamás había escuchado a la reina Jung hablarle de una forma tan punzante, pues bien, ella solía ser una mujer cálida y dulce, no sabía que ese rostro que aparentaba menos de su edad actual pudiera portar un esemblante engreído.

-Tal vez no sea de mi incumbencia preguntar, pero mientras se trate de mí, ¿es motivo de pregunta, no?.-El príncipe comenzaba a creer que su forma de hablarle a la reina no era correcta, por lo cual se disculpó en ese instante y volvió a hablar en forma más serena.-Quiero que me conceda el divorcio entre su hija y yo.

-Lo concedo.-Ambos se habían sorprendido ante lo que escucharon, por lo cual el joven comenzaba a sospechar el motivo por el cual la mujer se dirigía en ver a su madre.

-No me mal entienda, tiene una hija linda pero... No es mi tipo.

-Gracias, pero descuida, el problema está entre tu madre y yo. Así que del divorcio, me encargaré.

-¿Sucedió algo?

-¡Bah! ¡Qué molesto!.-Menciona con una pequeña risa, mientras se iba, dejando al chico solo.

Por lo cual, aquel simplemente se rió de igual manera, ya que siempre las risas de la reina Jung eran muy contagiosas, debido a que eran tan agudas y sobre todo delicadas, como si se tratase de una ardilla en carcajadas.

YoungJo se encontraba en el área de visitas, por lo cual, no era correcto que aquel estuviera tanto tiempo ahí, así que prefirió irse.
Tenía demasiada hambre, por lo que tomó rumbo directo a la cocina (ya que siempre le ha gustado ir a ver que comida agarraba de contrabando, como un pedazo de queso, fruta, pan, galletas, etc), esperaba que su chef estuviera preparándole algo exquisito.

Hizo cuentas, percatandose de que ya tenía mucho tiempo sin visitar la cocina, por lo cual, se decidió en darle una sorpresa al chef principal y para ello, iría por la puerta trasera, pero para ir hacia esta, debía atravesar por un largo pasillo.
Dando pasos silenciosos se dirigía por aquel rumbo, deteniendo su caminar al escuchar una voz.

-El ataque está preparado mi general.

-Bien, le informaré al rey que hoy mismo, se da inicio a una nueva época histórica.

Desconocia el origen de esa voz, ya que no sonaba tan varonil como la de un general o comandante, quería regresarse y saber más, pero no pudo, ya que escuchó que alguien salía de aquel lugar.

-Él rey estará demasiado contento con la noticia.

YoungJo corrió tal pez vela que alcanza nadar hasta los 110 km por hora de manera silenciosa, sin realizar ningún ruido, ocultándose dentro de un marco de puerta.

-Mi venganza está dando frutos ¡Ja!.-Susurró aquel que salía de la habitación, Young no se quedaría con la duda, se asomó con el fin de saber quien era el sujeto, y lo único que alcanzó a ver, fue un cuerpo de complexión delgada, con un moño rubio en su cabeza, por lo cual supuso que era alguien de cabellos largos (considerado a ser así por pertenecer a un hombre), vistiendo ropas azules berry.

Aquel que entre cerraba sus ojos para mejor visualización hacía el chico, pegó un brinco en alto, al sentir una mano colocándose sobre su hombro izquierdo.

-¡Me asustaste!

-¿Qué haces aquí? ¿No irás a comer?, si no vienes a tiempo a la cocina, te cocinaré huevos de codorniz.

-¡Hey no! Eso es ser tacaño.

-¿tacaño? Te estoy dando alta proteína y la desprecias.

YoungJo simplemente sonrió, siguiendo a su chef que siempre le sacaba unas cuantas risas por la mañana.

Como era de esperarse, de nuevo había comido solo, y ahora DaSol no lo había acompañado, pues esta se preparaba para devolverse a su tierra de origen, por lo cual estaba ocupada dando el último paseo al pueblo.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora