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Una semana encerrado en tu habitación. Sin ninguna ventana por donde observar.
Solo una puerta que llevaba a su propio baño. Y otra a su armario.

¿Cómo es posible que siendo el príncipe de un reino, no tuviera juguetes?. Sin duda odiaba ahí.

Apenas llevaba una hora y ya la sentía como diez. Cansado y hambriento se encontraba. Solo  tenía aquella campana que debía tocar si quería la compañía del señor Ahn. Pero eso equivaldría a una enseñanza más.

Tomó un lápiz de número dos y una libreta de dibujo.
Sentado frente a un espejo comenzó a dibujar su retrato.
No tenía éxito como él se imaginaba. Había arrancado treinta hojas. De bocetos que no le gustaban.
Cansado se decidió en tocar la campana. Y de inmediato aquel que esperaba apareció.

-¿Me hablaba joven Kim?.

-¡Sí!. ¡No sé dibujar!.

El adulto sonrió y tomó la mano del pequeño para colocarle correctamente el lápiz entre sus dedos.

-Dedo pulgar, dedo índice y dedo anular van juntos, cerca de la punta. Relaja tu mano y dobla un poco la muñeca. Ahora. Haz un círculo.

Con ayuda de la mano de aquel hombre, el menor había podido hacer un gran círculo, de buen tamaño y no parecía otra forma geométrica.

-Ahora debemos trazar la barbilla y después haremos una línea en medio tenue.

Cada paso que decía, lo hacía con el menor. Aquel mostraba mucho interés y no se aburría o desesperaba como en otras ocasiones. Pasaron un largo tiempo tratando de hacer un autorretrato. Y al finalizar, al menor le encantó el resultado.

-¡Soy yo!.-Satisfecho no dejaba de ver su dibujo. Por lo cual lo colocó a un lado y tomó de nuevo su lápiz y su libreta para volver a dibujar.-Señor Ahn, no se mueva. Ahora lo dibujaré.

De esta forma, aquella semana había dejado de ser aburrida para el menor. Poco a poco iba mejorando sus técnicas de dibujo. E incluso cuando finalizó su castigo. YoungJo había preferido matar el tiempo en sus dibujos. Salía a fotografiar los árboles, y toda la flora para sus libretas.

El señor Ahn había visto que aquel niño tenía mucho interés en las artes y eso le enorgullecía.
De la misma forma que había encontrado un método de aprendizaje para el menor.

Antes de iniciar con las ciencias formales, comenzaban con una pequeña enseñanza artística. Seguido de escritura, ciencias naturales, lógicas, y en ocasiones sociales. En la noche volvían con el arte pero ahora con técnicas de pintura.
Claro que había intermedios donde se alimentaba e incluso se ejercitaba.
Aquel menor no se había sentido tan aburrido desde que su horario cambió.

-Mi amado rey. En unos cuantos días será el cumpleaños del príncipe. Quiero su autorización para poder ir al pueblo y comprar su obsequio.

-¿Cumpleaños?.

-Amor... El cumpleaños de nuestro hijo será en cuatro días, Está tan emocionado que lo repite cada segundo.

El rey al escuchar a su reina se había molestado por quedar en ridículo, había olvidado el cumpleaños de su propio hijo. Sin embargo aceptó aquella petición del señor Ahn,con la condición de que no fuera alguna tontería. (refiriéndose a algún juguete).

-Debiste de pedirle que comprara algo para nuestro hijo.-Habló de inmediato la mujer indignada. En el momento en que el señor Ahn se había retirado.

-¿Comprarle algo? ¡Ja!. ¿Para qué?, él terminará quedándose con todo el reino. Sí es que llega a casarse.

-Considero que esa es una mala actitud.

-Mujer. He estado protegiendolo. El mundo es peligroso para él. Ese es mi gran obsequio.

-Al menos. Espero y le des una felicitación de tu parte. Ahora si me disculpas, me iré a verlo. Casi creo que ni yo misma conozco los gustos de mi propio hijo.

Dicho aquello, la mujer se alejó de su vista y tomó rumbo a la habitación de su hijo. Este se encontraba en su cama.

-¿Ya estás dormido, mi cielo?.

El menor al escuchar a su madre, sonrió abriendo sus ojos y abrazarla.

-¡Mamá! Tengo algo para ti. He estado practicando mucho para hacerlo, y creo que es perfecto para dártelo ahora mismo.-Dicho aquello, se puso de pie y caminando contento se dirigió a uno de sus cajones donde guardaba sus dibujos favoritos. Tomó el que había hecho de su madre y se lo extendió.

La mujer se sorprendió al ver aquel grandioso dibujo, que una sonrisa se le escapó.

-Es hermoso. ¿Quién lo hizo?.

-¡Yo!.

-¿De verdad?, es increíble.-Realmente la mujer se encontraba sorprendida no esperaba que su hijo a tan corta edad pudiera dibujar de esa manera.-¿Ahn te enseñó?.

Aquel menor, simplemente asintió con su cabeza contento.

-Divino. Por cierto cariño, tu cumpleaños se acerca. Dime, ¿qué es lo que quieres?.

La mujer tenía algo de miedo en cuestión de que el menor pidiera algo imposible, tal cual, una respuesta a su pregunta de días pasados, una salida del castillo, o incluso un hermano.

-Quiero una ventana.

-¿Una ventana?.-Realmente le pareció extraño, ya que en ningún momento se esperó una respuesta como esa.

-Sí. Así podré dibujar lo que vea por esa ventana.

La mujer sonrió insegura, pues bien, había visto el pasatiempo de su hijo y lo que en realidad quería. De verdad quería enfocarse en dibujar.

-Pero, puedes salir al jardín. Ahí puedes dibujar.

-Ya lo hice. Pero a veces no es cómodo. El césped da picazón, Y aquí tendré mi camita y una vista para dibujar.-La mujer simplemente soltó una pequeña risita, para después besar la frente de su hijo y arroparlo.

-Hablaré con tu padre, respecto a lo que deseas. Te amo.

-Y yo.

Respondió el menor comenzando a cerrar sus ojos lentamente. La mujer no se retiró hasta ver que su hijo estuviera completamente dormido, depositó otro suave beso en el mismo sitio, y después tomando aquel dibujo tomó rumbo a su recámara. En donde su marido le esperaba.

-Hablé con YoungJo.

-¿Qué quiere?, ¿un costal de dulces?.

-Una ventana. Es lo que pidió como su obsequió de cumpleaños.-Mencionaba la mujer mientras caminaba detrás de su biombo y se retiraba sus ropas para ponerse su pijama, a la misma vez que había colgado aquel dibujo en este mismo.

-¿Una ventana? Mi hijo cada vez es más raro.

-Quiere una ventana. Y yo opino que sería bueno dársela.-Mencionó una vez lista, saliendo de ahí para sumergirse a la cama junto a su marido.

-No digas tonterías. Sabes perfectamente que no puede tener ventanas. Su habitación se encuentra en la tercera planta, bien podría tener vista al otro lado del muro.

-Por favor. No es bueno tener a nuestro hijo como un prisionero. Al menos permite que tenga una pequeña.

-Sabes que hago lo mejor para mi reino. Y tu pides que me preocupe por una ventana. ¡No mujer! Bastantes preocupaciones tengo con el mísero pueblo.

-Recuerda. Sin ellos, no eres nadie.

-Calla que no quiero enfurecerme.

-Descansa.-Habló la mujer sin su tono dulce y darle la espalda a su marido.

Aquel simplemente soltó un suspiro y se acercó lentamente en abrazarla por detrás.

-Le daremos su ventana, pero será pequeña.

La mujer contenta giró para estar frente a frente y agradecerle besando sus labios.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora