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YoungJo se sorprendió al entrar, pues jamás me imaginó poder encontrarse con su mayordomo en la cocina, esperándolo con brazos cruzados.

-¿después de dar un vistazo al pueblo, cumple con sus expectativas, joven Kim?

-Ninguna de la que imaginaba. Es horrible.

-Horrible igual que sus prendas y no hablemos de cabello. Mandaré a alguien a que le cambie de atuendo y le dé una mano de gato, pues bien, su madre histérica lo busca.-YoungJo asintió, tratando de acomodar su cabello mirándose en el reflejo de una sartén, pues había corrido mucho ese día y sus ropas estaban desalineadas.-Por cierto, si no le gustó el pueblo, es momento perfecto para que vaya anotando cada detalle que desea cambiar, l e recomiendo que comience con mejorar la economía.

Susurró lo último, para después alejarse y traer a una sirvienta.

Cuando la mujer llegó, obedeció las órdenes que le otorgaron, provocando que el príncipe volviera a relucir. Viéndose absolutamente espléndido, para su suerte terminaron a tiempo.

El joven Kim salió listo, mostrando una sonrisa en alto, y una postura adecuada, mientras caminaba al área con banquetes sobre una mesa larga y grande, con un mantel blanco.

Tomó una rebana de un zuccotto, deleitándose al darle un mordisco y sentir la suavidad y el jugoso néctar de los frutos del bosque que le incluían al postre.

-¡Al fin te encuentro!.-YoungJo escuchó la voz de su madre, por lo cual rodó los ojos, dejando su bocadillo a lado, y limpiarse con alguna servilleta de tela blanco avellana.-Bien, el motivo por el cual te buscaba era para presentarte a Jung DaSol. Hija de los reyes Jung de un reino no muy lejano de aquí. Hijo, te presento a tu prometida. Ahora, los dejaré un momento para que se conozcan, de seguro tienen mucho de que hablar.-Habló la reina de aquella nación en la cual se encontraban y se alejó, dejando a los chicos solos.

La chica de cabellos negros, piel clara y blanca y un hermoso vestido rojo de terciopelo y guantes negros en sus manos. Así mismo portaba con una pequeña corona plateada sobre su cabeza. Adornando y demostrando el poder que tenía.

Ambos al verse, realizaron una reverencia. La atmósfera entre ambos era incómoda y se notaba a kilómetros de distancia.

-¿Quieres, comer algo de aquí?.

-Gracias.-La mujer permaneció en su sitio sin moverse, mientras que YoungJo volvía a su postre.

-¿No comerás? Es delicioso.

-Tengo prohibido cierto tipo de alimentos. Y los postres están incluidos.

El sujeto asintió dejando de lado su postre, ya que por cortesía, no dejaría que a la mujer se le antojaran aquellas comidas prohibidas.

-¿Le acompaño a la terraza?.-La mujer tímida asintió. Y juntos se dirigieron a aquella zona. Provocando que una mujer que los observaba a lo lejos se pusieran tan feliz.

-Disculpa, joven príncipe. Pero no  ha dicho su nombre.

-Estás en lo correcto, Kim YoungJo.-Realizó una reverencia y besó cordialmente la mano de la joven dama. Aquella solo sonrió ante la caballería del sujeto frente  suyo.

-Es un pueblo maravilloso.-Realizó como cumplido, aquella chica. Mientras se dirigía a observar la vista.

-¿De verdad lo crees?

-Por supuesto, debe ser lindo poder pasear por aquellas calles de piedra, escuchar las ofertas de los vendedores por las mañanas y poder comprar flores, sin tomarlas de tu propio jardín.

YoungJo al escucharla, entendió que ambos se encontraban en la misma situación, por lo cual, simplemente se posicionó a su lado. Colocando su mano sobre la barbilla y soltar un suspiro para después hablar.

-No estoy acostumbrado al ruido, pues al igual que tú, sé cómo te sientes. Pero al menos, a ti te dan paseo por tierras diferentes a las tuyas, mientras que yo, solo estoy varado en este pueblo, que necesita muchos ajustes.

-Es triste la vida que llevamos, sin embargo, malo sería que lo estuviéramos disfrutando. No soporto la vanidad. Es el peor pecado que el hombre puede cometer.

YoungJo, sonrió al escucharla. Estaba de acuerdo con sus palabras, por lo cual le animó a seguir observando su reino.

-Cuando sea rey, cambiaré muchas cosas de mi pueblo. Haré que las calles sean limpias, tendré orden social, no habrá caras tristes ni preocupadas, y lo principal es que todos serán felices. Será como un Edén, un paraíso, e incluso cambiaré las reglas del gobierno. Me parece una injusticia absoluta el hecho de que los futuros reyes no tengan permitido salir del castillo.

-Me gusta como piensas.-DaSol sonrió asintiendo a sus palabras. Así mismo en ningún momento, se percataron de la cercanía que se tenían uno con el otro.-Pero... Para poder cambiar el reino, el poder deberá caer a ti. Te convertirías en rey.

-Lo sé. Y eso sucederá solo si me caso.

-Con una princesa...

La conversación había dado un gran giro, lo grandioso era que sus tonos de voz habían cambiado al mismo tiempo.
Comenzaron los nervios, después se entusiasmaron y finalizaron con tristeza, mostrando la preocupación y el entendimiento del porqué los habían presentado.

-Sí.

-Debo confesar, que estaba aterrada por el matrimonio arreglado, entre nuestros padres. Jamás nos habíamos visto, mucho menos conocido y estamos obligados a tener el mismo futuro juntos. Pero ahora, que te veo y he entablado conversación contigo, no siento temor, comienza a gustarme.

YoungJo al escucharla se sintió nervioso, que bajó la mirada y así mismo, se alejó de ella delicadamente. Para soltar un suspiro y poder hablar tranquilamente dándole la espalda.

-Escucha. No quiero ofender a nadie, pero no me siento a gusto con el matrimonio arreglado. Eres linda, lo admito. Pero eres la primera joven que conozco.

La chica asintió y se acercó a él para tomar de su mano.

-Respeto tu decisión. Eres el primer chico que conozco, no he visto a nadie más, tal vez y por eso pienso que eres guapo, porque no he conocido a otros.

-¿Qué trataste de decirme?.

-Nada por el cual debas de preocuparte.-Mencionaba con una pequeña risita.-Te propongo un trato.

-Soy todo oídos.

-Hablaré de esto con mis padres. Tal vez y quieran presentarme a otros príncipes, en caso de que ellos no acepten, haremos lo posible para retrasar el matrimonio hasta que realmente estemos totalmente de acuerdo. Ya sabes... Enamorados, uno con el otro, te enviaré un recado con la respuesta de mis padres.

YoungJo simplemente lo pensó por unos segundos.

-Te refieres a que si ellos se niegan, darnos un tiempo de conocernos, ¿tu y yo?

-"Darnos un tiempo de conocernos", llámalo cómo quieras.-Mencionó haciendo comillas con sus dedos y sonreír.-Tú y yo nos fugaremos en conocer otras personas, también tendremos tiempo para nosotros y por último decidiremos que hacer aceptar el matrimonio o no. ¿Qué dices? ¿Estás de acuerdo?.

Sin pensarlo YoungJo asintió firmando el trato con un apretón de manos con la chica.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora