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-¡El príncipe Kim y la princesa Jung!

-Es muy bella.

-Se ven bien los dos juntos.

Comenzaban el rumor de que aquellos futuros monarcas se encontraban en el pueblo, por lo cual varias personas estaban a su alrededor o  simplemente se emocionaba al verlos.

-¿Princess Jung?.-Se exaltó KeonHee al escuchar el apellido de la persona para la cual trabajaba.-Lo siento, lo siento SeoHo, debo volver.

Aquel chico que le acompañaba asintió, queriendo acompañar al sujeto que comenzaba a querer sentimentalmente.
Ambos habían tenido una despedida dramática, ya que el mayor se fue hacia él tomándose ambos de las manos.

-Volveré, encuentrame mañana en el mismo lugar. Volveré, no me olvides.

-Nunca lo haría.-Contenía las lágrimas, pues en verdad no quería separarse de aquel que volvía a su trabajo.

El mayor poco a poco se iba alejando, mientras se escuchaba como SeoHo Gritaba el nombre de su hombre romántico.
Se apresuró en ir hacia la carreta y comenzó a gritar llamando la atención de la princesa.

-¡Princesa Jung! ¡Princesa Jung! ¿Qué hace fuera del castillo?

-¿KeonHee?.-Preguntó la mujer, recordando a quien le provenía la voz, por lo que su preocupación llegó rápidamente y es que, desde los descuidos de aquella persona que se encargaba de servirle, la chica pudo escaparse para planear aquella salida con el príncipe Kim.

-Tus padres me matarían si te ven fuera del castillo. Vamos princesa, la llevaré personalmente de vuelta.

SeoHo por su parte admiraba de ver a la princesa. Supuso que, aquel que estaba de su lado era el futuro rey. Por lo cual, igual que la gente del pueblo se quedaron asombrados mirando a la pareja que estaba en una cita. O eso parecía.

YoungJo por su parte, soltó un suspiro y bajó de su sitio.

-Adelante, puede llevarsela. Yo iré a pie.-Dicho aquello las mujeres del pueblo, comenzaron a asercarse, ofreciéndose en hacerle compañía al príncipe.

-SeoHo. ¿Por qué no vienes con nosotros?.-Preguntó Keon Hee Con una explendida sonrisa victoriosa. Ya se imaginaba que de esa forma continuaría con su chico. Aquel mencionado, simplemente asintió, sin saber que le podía esperar.

Dos personas en un carruaje, y dos personas caminando a lado de los caballos.
No había ningún habla, debido a que KeonHee y SeoHo secretamente se lanzaban algunas miradas coquetas o simplemente se sonreían.
Mientras que los hijos de los reyes iban callados, a ninguno de los dos les permitían salir y cuando lo hicieron no lograron hacer mucho.

Los guardias de seguridad al ver a SeoHo le negaron la entrada, por lo que KeonHee tuvo que arreglarse de aquello.

-Cuide más a sus futuros monarcas. -Giró su cabeza en dirección a los dos chicos de los cuales se refería.-Ustedes. Vayan adentro.

DaSol y YoungJo se adentraron al castillo, mientras KeonHee volvía a salir con su chico de nuevo.
Mientras tanto, el otro par estaba aburrido y frustrado sin saber que hacer.
Al menos la chica, no sabría con que podría entretenerse.

-Escuché que eres bueno en arco. ¿Podrías demostrarme un poco?

-Yo eh... Estoy cansado, iré a mi habitación a dormir un poco.

-Lo entiendo.-Habló desepcionada la mujer, para dirigirse a su propia habitación. En donde su sirvienta personal la esperaba con varios vestidos llamativos.

Ella tendría que medirse todo eso, para saber cuál le quedaba y se le veía mejor, para la boda.
Mientras que YoungJo contento se dirigía a su recámara pero de la misma fue detenido por un hombre que le esperaba, sin ninguna sonrisa.

-Señor Ahn... ¿Qué hace en mi habitación?.-Preguntó, pues él recordaba que HwanWoong se encontraba ahí.

De seguro se escondió
Se dijo así mismo para complacerse y no preocuparse por su inquilino.

-¿En dónde estaba, joven Kim?

-Con la señorita Jung.

-Bien, debe probarse veinte atuendos, de esa forma sabremos cuál es el necesario para que use en la gran ceremonia de coronación.

YoungJo estaba cansado de ello, y es que, desde niño le hacían probarse una extensa cantidad de prendas. Solo para escoger una y usarla un día.
Él creía que era algo innesario y tonto pero era obligado a hacer aquello, por lo que no le quedaba de otra, mas que obedecer y quejarse.

Se colocó detrás de un biombo hecho de bambú, con la finalidad de cambiarse teniendo un poco de privacidad.

Se retiró sus prendas y se colocó unas nuevas para después salir con ellas y que el señor Ahn lo pudiera juzgar dando su honesta opinión.
Sacando una y otra excusa, de que, esta muy grande, muy rojo, muy chico, ese color no le quedaba, que el cuello esta muy alto, las medias muy chicas. Etc... Para todo había algo, provocando que el príncipe no tuviera suerte y se colocara todas las prendas.

-No me ha gustado ninguna. Mañana te traeré otros veinte más.

YoungJo al escuchar aquello, se negó rápidamente tomando una prenda rojiza con un azul muy oscuro y algunos toques dorados, diciendo que ese había sido su favorito. Por lo cual escogía ese y no permitiría que al día siguiente tuviera que pasar por lo mismo.

-Le preguntaré al rey su opinión.-El señor Ahn. Retiró las prendas y apartando la que se había seleccionado anteriormente, para después irse de aquella recámara.

YoungJo soltó un suspiro y por el cansancio, se dejó caer a su cama. Olvidándose de aquel que había escondido.
Cerrando sus ojos por un momento. Dándose una merecida siesta  (Que duró unos treinta minutos) Pues al despertar, observó una bola esponjosa junto a él.

-¿En dónde te habías metido bonito?.-Susurró acariciando el suave pelaje del blanco.

Aquel amaba esos mimos, por lo cual se dejaba acariciar de esa manera, sin embargo, no se sentía realmente a gusto estando en esa forma, ya que no podría hablar, por lo cual prefería convertirse en su forma humana, solo debía de buscar cómo realizar esa acción.

Así que dio un brinco, para irse de la cama y dirigirse a aquel biombo. Una vez que se colocó detrás de este, cambió su forma para susurrar.

-Youngie... ¿Podrías pasarme algo de ropa?.-Susurró, sin embargo, nadie le había entregado nada.

Volvió a repetir su pregunta, pero nadie le había contestado. Entonces se asomó, viendo que el príncipe tenía sus ojos cerrados.
Supuso que había vuelto a dormir, Por lo que no tenía de otra, mas que salir de esa manera y buscarse algo de ropa.

Encontró las que anteriormente tenía puestas, y se cambió en ese mismo instante en cerrándose en el sanitario.

Al estar vestido, volvió a la cama, abrazando a su chico e intentar dormir igual que él.

-¿Por qué te cambiaste?

-¡¿Eh?! ¿¡Estabas despierto todo este tiempo?!.-Se alteró aquel que recién se había unido a la cama. Pero YoungJo no respondió y sólo le sonrió abrazandole.

HwanWoong no estaba de acuerdo con esa respuesta y le dio un pequeño golpe en la cabeza del sujeto que tenía a su lado.

-Debiste de darme la ropa.

-No quería.

-¡¿ah?!.-HwanWoong no entendía, porque le decían eso. Así que solo le miraba de extrañado.

-Repetiré mi pregunta. ¿Por qué te cambiaste? Quería seguir abrazando a aquel conejito bonito.

-Yo soy tu conejito bonito.

-¿Mio?.-HwanWoong al escucharse a sí mismo, se le coloraron las mejillas nervioso, no había podido decir que estuviera diciendo eso. Pero aquello, solo le dio ternura al peli negro, así que le depositó un delicado beso sobre la frente del menor.-Eres mi conejito bonito.

HwanWoong sonrió al escuchar aquello, y asintió, afirmando quien era su dueño.
Por lo que comenzó a cerrar sus ojos y ambos durmieron juntos en aquella cama tan grande. Teniendo demasiado espacio, les gustaba dormir uno con el otro, abrazados.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora