Cuando Las Hojas Caen (EDITANDO)

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Mi móvil se desarma en mi bolso de tanto sonar, no me apetece contestar porque se que es Derek. Lo menos que quiero en estos momentos son reproches. Estoy cansada mental, emocional y físicamente. 

Llego a casa y no puedo evitar sentir un pinchazo al ver su coche. 
Me quedo como una cobarde en la van, debatiéndome si debo bajar o marcharme y regresar hasta que se vaya, pero conociéndolo, sé que no se irá, no hasta saber de mi. 
Me miro al espejo y puedo notar mis labios hinchados y enrojecidos de tanto ser usados por el día de hoy.
A esta hora, el maquillaje de mis pestañas se ha desvanecido, sin embargo, limpio el contrno de mis ojos y paso el dedo por las pestañas desordenándolas un poco, saco mi perfume de bolsillo que llevo en la bolsa de gimnasio y me rocío un poco. Masajeo mi cuello para desvanecer las huellas de aquellos besos, tomo una gran bocanda de aire y me armo de valor para salir. 

Abro la puerta de entrada y no está a simple vista, mi objetivo es cruzar la sala y subir a la habitación, pero la puerta se azota escandalosa y me delata. Sale de su estudio. 

—¿Dónde carajos estabas?  —me reclama. 
—no te incumbe. —contraataco 
—claro que me incumbe, tu hija casi muere intoxicada —mis ojos se abren como dos enormes platos.
—¿qué?...
—pero claro, era más importante ir a revolcarte que estar al pendiente de tu hija. 
Ignoro su reclamo, busco como una loca en mi bolso, saco el móvil y llamo rápidamente a mi madre. 

Contesta tarde. 
—mamá ¿Qué ha pasado? —digo sin darle oportunidad de nada.
—nada, hija, solo una alergia...
—¡¿solo una alergia?! —grito— pudo ser peor
—pero no lo fue, fuimos a un restaurante y el tipo de pimienta que usan en México le causó una reacción, es todo. 
—pero ¿en que estabas pensando? eso fue irresponsable de tu parte.
—oye basta, ¿como iba a saber que esa especia le cuasaría algún tipo de reacción? Se cuidar niños, yo también fui madre ¿lo recuerdas? La llevamos al hospital y está fuera de peligro, no quería que lo supieran pero en ese momento Derek llamó y no me quedó mas remedio que decirlo... jamás pondría la vida de mi nieta en riesgo, no se por quien me tomas —espeta furiosa. 
—lo siento madre —fulmino a Derek con la mirada— ha sido un mal entendido, no quise decir eso.
—pero lo hiciste, Jade, me has lastimado.
—discúlpame mamá, es que Derek ha exagerdo las cosas.
—¿todo bien? 
—no, hablamos cuando llegues ¿si?
—bien... adiós —me cuelga muy enojada. Y con justa razón. 

—¿por qué me haces esto? Me imaginé lo peor —acoto
—Y ¿Fue preocupación o remordimiento? —empieza a cabrearme.
—vete a la mierda, y lárgate de mi casa. 
—entonces ¿si estuviste follando con él? —pongo los ojos en blanco.
—no responderé, cree lo que te haga sentir mejor. —intento ir a las escaleras. 
Me toma de brazo con brusquedad. 
—suéltame.
—no hasta que me lo digas. 
—si con eso te largas entonces... si, estuve todo el maldito día con él, haciendo el amor una y otra y otra vez y lo mismo haré mañana y el día siguente y el que sigue ¡porque es mi maldita vida y ya no te pertenezco! Ahora suéltame y vete de mi casa. 
—mientes, no hiciste el amor con él, solo follaste, y solo lo haces porque no sabes como olvidarme. —me conoce tan bien.
—¿tú que sabes? 
—las palabras mientes, tu cara miente, pero ¿sabes lo que no miente? —me toma por los hombros y me arrastra hasta la pared para acorralárme contra ella. Mi respiración se agita.
—Los ojos, Jade, tu cuerpo, ellos no mienten. Tú corazón.
—eso es lo que tu quieres creer... 
—entonces ¿por que respiras así? ¿por qué te ruborizas? ¿por qué tu cuerpo se estremece con mi toque? ¿por qué me miras así? ¿por qué no has intentado quitarme las manos de tu cuerpo?
Bajo la mirada al darme cuenta. Sin embargo sigo sin quitarlo de mi. 
—Dime ¿que se siente follar a otro pensando en mi? —arrugo la frente— porque apuesto que no te hace olvidar lo incríble que soy en la cama. 
—serás arrogante... 
—lo soy. Soy un puto dios del sexo —se acerca mi cuello— y nadie podrá igualarme —¡calor! el calor se dispara por todo mi cuerpo.