21

304 25 5
                                    

Relajarme fue un fracaso. He terminado en llanto al recordar mi antigua vida.

Lloro amrgamente durante 15 minutos, lloro en la soledad, lloro en silencio, lloro hasta que deja de doler, lloro hasta reventar.

Me envuelvo en mi albornoz púrpura y a mi cabello en una toalla blanca, con dolor humecto mi piel, no es que el agua haya estado muy caliente, sino que el dolor de los recuerdos me han metido una paliza.

Al verme al espejo mi expresión se sorprende, jamas había visto tanta tristeza en mis ojos, están vidriosos y rojizos pero sobre todo, no hay luz en ellos, ni una pizca de vitalidad.

Me miro por unos minutos, entre más observo, mas distorsión hay en mi rostro.
Quizá esa persona sea más joven y más bella que yo.
Me desnudo frente al enorme espejo que está en mi armario, quizá mi cuerpo haya perdido su firmeza y él necesitaba lo que ya no tengo.
Tengo estarías, el abdomen un poco flácido y unas libras de más.
Si, quizá sea eso. He dejado de gustarle a Derek.

Me cubro de inmediato al escuchar el suave golpeteo en la puerta.

-¡adelante! -grito saliendo a la habitación.

-hija, ¿qué te apetece par a la cena? -dice mi madre confundida

-no cenaré aquí, madre. Me han invitado a cenar esta noche. Por cierto ¿puedes cuidar de los niños?

-¿a cenar? -hay esperanza en su voz- ¿cenarás con Derek?

-no, mamá, saldré con un amigo -su sonrisa se desvanece

-pero ¿qué dirá Derek sobre esto? Aún es tu marido.

-lo que diga me tiene sin cuidado, además, solo es una cena, y no me juzgues, no te atrevas.

-no te juzgo, eres una mujer madura y sabes lo que haces -hay decepción en su voz- yo cuidaré a los niños -forza una sonrisa y sale evadiendo la mirada.

Soy muy buena maquillandome, puedo tapar la devastación en mi rostro, esta habilidad la adquirí desde que vivo en esta ciudad, básicamente no hacía nada, así que empecé a comprar cosméticos y a experimentar con los colores en mi faz.

Cuando quedo satisfecha con el resultado, busco algo elegante que usar. Todos mis vestidos han sido comprados y aprobados por Derek, no recordarlo durante la noche será imposible. Será una tortura.

Exactamente a las 8:00 P.M. suena el interfon. Federico se anuncia.

-bien, es él. Trataré de no llegar tan tarde -le digo a mis padres quienes se echan miradas cómplices de desaprobación. No les hago caso.

Al salir casi me voy de espaldas al ver la exagerada limusina negra que está fuera de mi casa, de ella desciende el flamante italiano con smokin negro y pajarita a juego, en sus manos lleva un exuberante ramo de rosas blancas.
La mandíbula de me cae a los pies. Este señor derrocha elegancia y porte hasta por los poros.

-vaya, creo que me he equivocado, o ¿será que he muerto y estoy en el cielo y me está recibiendo el más bello ángel?

No puedo evitar sonrojarme. -no estoy ni cerca de parecer un ángel.

Se acerca a mi y besa mi mejilla, puedo escuchar como se embriaga de mi aroma. -si te vieras con mis ojos entonces lo entenderías.

Me extiende su brazo como un caballero andante, lo tomo gustosa y nos dirige a la limusina.

-Carl, a Columbus Circle frente a Central Park, por favor -le dice al chofer que asiente ante la orden

Se a donde nos dirigimos. Al Perse, es un lugar muy ameno con una vista maravillosa, solo he ido un par de veces con Derek, una fue en nuestro décimo aniversario. La segunda, sólo por que si.
Al parecer, todo tiene nombre, y es Derek. Pero intentaré que no me perturbe. Intentaré disfrutar.
Quizá él se ha aburrido de mi, pero para el hombre que está junto a mi esta noche, le soy fascinante.

Cuando Las Hojas Caen  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora