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Un leve dolor en el vientre me hace despertar. Abro mis ojos y parpadeo varias veces. La incandescente luz solar me lastima, estoy en mi habitación totalmente desnuda y sigo en la compañía de Derek. Lejos de sentir alegría por lo sucedido en lo único que puedo pensar es en salir a buscar una pastilla anticonceptiva como si fuera una adolescente perturbada por entregarse por primera vez a un hombre. 
Y además, tenía razón, hoy estoy muy arrepentida por haber hecho el amor con él y no sé por que, ni yo misma me entiendo, no sé que me sucede y me desespero por contradecirme a mi misma, quiero decir soy una mujer madura de 35 años y debo saber que es lo que quiero en mi vida, tengo marcar pautas y tomar las riendas de mi destino. 

Derek está dormido pecho tierra y también sigue desnudo, la sábana no es suficiente para cubrir su magnífica indecencia. Descubro mi desnudez y la sábana está teñida de escarlata, mi periodo ha llegado, entonces comprendo muchas cosas, bueno, al menos ya no tendré que buscar una píldora. 
Me levanto y voy directamente al tomar una ducha. 

Cuando salgo, las sábanas ya han sido cambiadas y la cama está echa. Es lo que siempre hacía cuando llegaba a pasar esto. Derek está sentado en ella esperando.
—hola —dice cauteloso. 
—hola —sonrío nerviosa.
—¿puedo tomar una ducha? —suspiro.
—Claro que si, Derek, no tienes que pedirme permiso.
—no lo sé, estás... distante y sabría que esto sucedería. 
—me voy a vestir ¿si? —ignoro lo que acaba de decir— aún hay ropa tuya en el armario, por si no quieres usar la misma. 
—gracias. —desaparece en el interior de la ducha. 
 
Me visto como si estuviera en duelo y cuando termino bajo a la cocina. 
Me preparo un café y espero a que baje. 
Cuando se reúne conmigo en la cocina no lo miro.
—bueno, quizá debería marcharme.
—si, claro, tengo cosas que hacer y supongo que tu también. 
—¿vamos a ignorar lo que sucedió anoche?
—fue solo sexo, Derek, no tienes por que atormentarte. —frunce sus labios. 
—no fue solo sexo y lo sabes... voy a seguir con tu petición —pongo cara de confusión— me voy a alejar de ti, te daré tu espacio e intentaré que funcionemos como amigos ¿si? 
—gracias. 

Nuestra breve charla ha sido suficiente para desarmarme, tengo ganas de llorar y sé que se debe a mi periodo menstrual. Más no lo hago, me abstengo de cualquier lamentosa emoción. Busco mi móvil y llamo a Abat. 
—¿Qué tal, perdida? —se burla. 
—hola, futura presa. 
—auch, eso dolió —ríe— te envíe un mensaje, hoy tampoco iré a correr...
—lo sé, lo he leído... solo quería saber si esta noche podemos salir, necesito desahogarme, hablar con alguien me estoy asfixiando, Abat, necesito embriagarme y perder el conocimiento, mitigar los recuerdos que me agobian. 
—Derek ¿no? 
—si... por favor, Abat, no quiero hacerlo sola, sé que ahora estás comprometida pero...
—te veré ahí ¿si? Gilbert y yo pasaremos a tu casa, nos dejará en el bar y después nos recogerá ¿te parece? 
—gracias, Abat. 

...

Hemos pasado una parte de la noche hablando de lo increíble que se siente Abat con Gilbert y de lo emocionada que está por unir su vida a él, he estado por mas de dos horas tratando de convencerla que haga una gran fiesta, que compre un lindo vestido y que deje que su padre la lleve del brazo camino al altar. Es lo que le pedido Gilbert, él quiere una gran boda con un generoso banquete y que estén  todos sus amigos mas queridos, pero ella se rehúsa, dice que solo es despilfarro de dinero y que prefiere algo sencillo y viajar, y yo le digo que puede tener ambas, entonces ella pone otros miles de pretextos para no hacerlo.
Con mas de 8 copas encima, ambas estamos perdiendo el control autónomo de nuestro cuerpo y lenguaje.

—ya basta, no la haré y punto... —sentencia—  ¿estas lista para hablarme de él? —asiento, cambia de tema, lo he estado evadiendo por un largo rato.
—hicimos el amor —digo como si fuera lo mas grave del planeta.
—ya lo sé, no por nada estás así... lo que quiero saber es como te hace sentir eso.
—fatal ¿no me ves? —pone los ojos en blanco
—si, pero ¿por qué? —me encojo de hombros.
—creerá que vamos a regresar. 
—y ¿por qué no lo haces? —se lleva una cereza a la boca
—supongo que tengo miedo... 

Cuando Las Hojas Caen  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora