9

543 47 6
                                    

1997:
Después de eso Derek se las ingeniaba para llegar hasta a mi y sorprenderme con pequeños detalles, aunque eran fugaces, para mi significaban mucho, pues sin darme cuenta aparecía frente a mi y me daba un tierno beso en la mejilla o me daba una flor que cortaba de alguna parte o me daba algún tipo de caramelo, no se quedaba ni un minuto, y no decía mucho. Tal vez era porque estábamos en temporada de exámenes, y todo el campus, incluyéndome aprovechabamos cualquier tiempo libre para estudiar. O a veces lo sorprendía desde lejos mirándome, y cuando nuestras miradas se conectaban me decía en silencio que le importaba, me guiñaba un ojo, sonreía y volvía a lo suyo.
Sin duda, los pequeños detalles hacia que aparecieran las mariposas en mi estómago.
Pero el viernes, el profesor de bioquímica enfermó y no se presentó a clases, así que esa hora la tuve libre. Sentí hambre y salí del aula para ir a comprar algo a la cafetería, a lo lejos vi a Derek que venía intentado fajarse la camisa, mueve sus labios como si estuviera recitando algo, esta muy concentrado, cruza la puerta principal y al instante quita su abrigo. Oh por Dios, su camisa estaba arrugada y la corbata no combinaba con su atuendo. No pude evitar sentir pena verlo así, y sin pensarlo un impulso de arranque me hizo correr hasta él
—¡Derek! —grité y el volteó al instante.
—hey, Hola —me besa la mejilla
—¿a donde vas?
—a clase, tengo una presentación, que es mi examen
—¿por eso vas vestido así?
—si, el doctor nos pide que vistamos formales para cuando tenemos una exposición
—pero tu camisa está arrugada
—lo sé, no tengo plancha —dice avergonzado
—pues no te quites el abrigo —le sugiero
—pero aquí adentro hace calor
—¿tienes un poco de tiempo?
—media hora —mira su reloj— ¿por?
—vallamos a mi dormitorio
—Jade, puedes esperar a que termine las clases
—no seas tonto Derek, es para planchar esa camisa
—oh —dice en tono burlón
—sígueme
Salimos casi corriendo a los dormitorios, al llegar me aseguré que no hubiera nadie que pudiera delatarnos, pues la entrada a hombres era prohibida, pero nadie delataba a nadie, puesto que varias chicas los hacían.

—pasa rápido —digo en cuanto abro la puerta
—no quiero te metas en problemas por mi culpa
—si lo hacemos rápido, no los habrá... Ahora, quítatela
Derek se quita su abrigo y desabotona la camisa. Valla es tan sexy que no puedo dejar de mirar, pero lo hago e intento distraerme con otra cosa.

—listo —digo cundo termino con ella. Él se la pone y luego intenta ponerse la corbata.
—ni lo pienses, la corbata no combina —la arrebato de sus manos
—pero es la única que tengo, es obligatorio usarla
—Derek, tu camisa es verde pistacho, tu corbata es roja
—pues ni modo, la tendré que usar
—de ninguna manera... ven, solucionaremos esto.
Salimos de los dormitorios y la verdad no sabía que hacer, tenía muy poco tiempo. Entonces vi a un compañero de mi clase que llevaba una, que por suerte era negra.
Caminé rápido a él
—espera Jade, ¿a donde vas?
—hey Thomas, ¿seguirás usando tu corbata?
—¿ah?... no, claro que no Jade
—¿me la puedes vender? —no entendía nada
—es para mi amigo, la necesita con urgencia
—ah... Ten úsala, luego me la devuelves —la quita de su cuello
—gracias —volteo hacia Derek y me esta viendo con cara de incredulidad
—solucionado —sonrio triunfante
—eres increíble —no digo nada y hago el nudo, luego acomodo el cuello, él no me quita la mirada de encima
—ahora si, estás listo
—sin duda eres mi complemento, gracias, no se que hubiera hecho sin ti
—no es nada, lo hubiera hecho por cualquiera —me encojo de hombros
—bien sabes que no
—bueno me importas... Un poco
—que bien se siente que le importes a alguien
—que tengas suerte —sonrío y me voy sin decir nada más.

El resto del fin de semana no lo vi. Tampoco durante la semana siguiente.
Era un día frío y acción de gracias estaba próximo, y viajaría a Baltimore para estar con mis padres y hermano, pero no quería irme sin ver a Derek.
Cada día lo buscaba con la mirada, pero jamás lo encontraba.  La temporada de exámenes habían pasado ya, y no me explicaba porque no lo veía.
Fui al gimnasio, necesitaba estar sola. Me senté en la parte de arriba, en un rincón y me puse a leer. Solo la lectura lograba sacarme de la realidad.
Rato después alguien entró y para mi sorpresa era Derek. Llevaba un balón y sin compañía alguna se puso a echar canastas, tenía muy buen tino, me daba la espalda, por eso no se había percatado de que había alguien ahí.
Lo admiro durante mucho, mucho tiempo, fantaseo con él, y recuerdo la primera vez que estuve en su brazos, el corazón se me aceleró sólo recordarlo y mi intimidad se humedece.
Un fuerte golpe me saca de mi pensamientos.
—aquí estas —era la voz de una mujer. De Kisha, para ser exacta. Me enfuresco sin motivo alguno.
—Hola —dice Derek sin mirarla
—¿donde te has metido?
—he estado muy ocupado. Lo siento
—te necesito. Ya —le dice plantandose en frente de él
—hoy no Kisha, no estoy de humor
—pero sabes bien que yo puedo hacerlo desaparecer —toca su pecho y pega su cuerpo. ¡zorra!
—lo sé —acaricia su nuca. Derek se mueve incómodo
—¿vamos a tu apartamento?
—no Kisha
—¿que pasa Derek? Tú nunca me has rechazado
—nada, solo que ya no quiero hacerlo
—es por la insípida de esa ¿no?
—¿cual insípida?
—de esa tal Jade —¿que? ¿insípida yo? ¿pero esta estúpida quien se cree?
—no es ninguna insípida y si... Si es por ella, me importa y no la quiero lastimar —en ese momento  no respiro, su revelación me quita el aliento, jamás pensé que fuera a decir eso.
—oh, pero solo será sexo Derek, es lo que tú yo hacemos, no hay amor, no hay nada solo eso... vamos no se enterará
—no Kisha, será mejor que te apartes de mi, jamás volverá a pasar esto entre nosotros
—bien como quieras —lo empuja y sale furiosa.
Luego de unos segundos Derek también se va.
Valla si que está cambiando. Necesito hablar con él antes de que me valla.
Salí corriendo pero no lo vi.
Tal vez se fue a su trabajo. Y sin pensarlo me dirijo al restaurante.

Cuando Las Hojas Caen  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora