Cuarenta y cuatro

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—Escudero

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—Escudero... ¿Qué onda el venezolano? Cada vez que te lo menciono es como si te molestara hablar de él. ¿O es que te incomoda hablar de él conmigo ahora que andan juntos?

Suspiro pesadamente mientras hundo mis manos en el bolsillo del saco que Manny me ofreció, cuando el frío comenzó a mellar en mis huesos.

—No, Manny... ¿Cómo me va a molestar hablar de él con vos?

—No sé... Yo soy hombre, y quizás hay cosas que te da vergüenza hablar conmigo, ahora la tenés a Marilyn para hablar cosas de chicas.

—Marilyn es un amor, pero hay cosas que no le cuento y que a vos sí. A vos no podría ocultarte nada.

—Algo no está bien... —sopesa mirando al río mientras se termina la segunda botella de champagne individual—. ¿Querés hablar de eso?

Saco de mi cartera un cigarrillo, le ofrezco otro a Manuel, y mientras él enciende el mío trato de ordenar mis ideas antes de empezar a contarle.

—¿Te dije que me enamoré de él como una idiota? —Manny me observa paciente mientras le da una calada a su cigarrillo, continúo—. Bueno, eso creía yo. Pero ahora lo dudo.

Fijo mi mirada en sus ojos azules, tarda apenas unos segundos en leerme. Su rostro se transforma en culpa, vuelve a pitar el cigarrillo.

—Lo sé, no sigas. Me lo pensé un momento antes de corresponderte hace un rato, pero es tu decisión. Quizás nosotros lo vemos como inofensivo, pero está mal. No más besos en joda, Liz. Por tu bien. Sé que vos no sos así...

—Precisamente por eso dudo de si estoy enamorada de él. Si Tadeo estuviera vivo, ni siquiera se me habría pasado por la cabeza experimentar un beso tuyo en la Costanera aquella noche. Sin embargo...

No sé cómo continuar, aspiro mi cigarrillo mirando al vacío, hasta que recuerdo lo que tengo escondido en mi escote. La tomo con mi mano libre y comienzo a jugar con ella.

—¿Y eso? ¿De dónde lo sacaste? —pregunta mientras observa como paseo la ficha de casino entre mis dedos.

—La encontré en el piso, parece ser de algún juego de mesa, o quizás es cotillón de otra fiesta. —Hago una pausa y tomo aire antes de continuar—. Manuel... Quiero que la tengas vos, si algún día querés pasar al siguiente nivel conmigo, o si te enamorás de mí... Apostala en mi mesa.

Manny toma la ficha perplejo, la observa con detenimiento, y finalmente la guarda en el bolsillo de su pantalón. Internamente, suspiro aliviada.

Sinceramente, tenía terror de que quisiera usarla en este momento.

—Dudo que la use. Sos mi mejor amiga, y encima ya estás ocupada. Aunque lo niegues, sé que estás enamorada de Leroy. Vos no te ves, pero yo sí te veo. Y te digo más. Si él no te importara como vos pensás, no te sentirías sucia por haberme besado. Lo tomarías como lo que fue, un juego de amigos y ya. Pero la culpa te está carcomiendo por dentro, y eso, eso es porque de verdad te importa Leroy.

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