Un amor no siempre tiene que tener un final feliz, como los cuentos de hadas, pero tampoco uno triste y vacío. Uno desgarrador. Una sola decisión puede determinar el sendero de tu vida, ya sea bueno, malo o catastrófico. No servirá de nada todo el esfuerzo que se haga para remediarlo, no existirá una forma de regresar en el tiempo y elegir otro camino. Por más que esa decisión nos haya roto el corazón. Aún cuando nos encontremos perdidos en nuestro camino llamado vida y nos sea imposible diferenciar si es real o no lo que estemos viviendo, lo que estamos sufriendo. Hundiéndonos en una terrible oscuridad en la que será muy doloroso salir. Hasta que llegue aquel día en que estemos obligados a elegir si seguir o no. Si luchar o rendirse. No todos somos capaces de aceptar el haber perdido a la persona que más amas con todo tu ser. A tu alma gemela. Todo sucede inesperadamente que no podemos procesarlo y simplemente nos dejamos llevar por la agonía que siente el corazón y el alma. Todo se esfuma. Desaparece. Solo quedarán las cenizas de lo que un día fuimos. No será sencillo salir de la oscuridad, pero tampoco imposible. Desde ese momento todos nuestros demonios nos perseguirán, nos atormentaran, nos lastimaran, pero llegará un día en que solo los dejaremos ir. Nuestra alma gemela aparecerá venciendo a la misma muerte para llevarnos de nuevo al camino de la luz. Hacia él. Un rayo de esperanza. Un corazón roto sanado. Una última pelea. Todos los Derechos reservados.
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