Se suponía debia ser el héroe que salva al mundo, pero mis logros fueron robados y otorgados a mi hermano.
La santa me acusó de violación y homicidio para que sus camaradas testisficaran en mi contra. El rey me condenó y acabé como carne para los ex...
Los Ersa habían terminado de establecerse en la nueva tierra otorgada por dios. Los nuevos líderes dieron nacimiento al Califato de Kardelen que tenía en los cuatro puntos cardinales a los emiratos de: Haidar, Farid, Nassim y Malek. Estos responderían al Califa Rashid, protegerían su país de posibles ataques externos y mantendrían el orden.
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Rashid estaba en su oficina leyendo una y otra vez la carta que recibió, a la par que miraba con recelo el paquete. Entre tanto, las dos cartas, las había entregado al consejo para ser analizadas. Tendrían una reunión de estados entre los líderes de ambos bandos en pocos días. Las cartas solo le daban la bienvenida como vecinos y esperaban contar con ellos en la reunión.
Les explicaban los pasos a seguir para evitar alarmar a Espin y el Nido. No debían tomar venganza, no por ahora. En cambio, les daban la opción de seguir fingiendo fidelidad a la casa real para robar información y preparar el escenario para enterrarles un puñal en la espalda cuando menos se lo esperasen. También les daban la iniciativa para formar parte de su selecto grupo y poder comerciar libremente entre ellos en un punto medio sin interferir en sus tierras para no incomodarlos si así lo deseaban.
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Había información sobre el tráfico y trato ilegal que se manejaba bajo la mesa entre Orsys, Sahmar y San Angeles. El motivo y los responsables que los expulsaron de la tierra de donde eran originarios para terminar vagando en el desierto hasta que encontraron a Vhaeraun. Se hablaba de como su dios terminó encerrado, pero se omitió el detalle de como lo hallaron y cómo rompieron el contrato. Para Rashid, eso era lo de menos puesto que el consejo votó a favor de seguir las instrucciones de las cartas y estudiar la manera de lograr su tan ansiada venganza aliándose al grupo que los ayudó.
El dolor de cabeza aumentaba cada vez que leía la carta dirigida a él y Muhammad. Los alertaban sobre el asunto de Sophia, la iglesia y el ser sin nombre que acechaba en las sombras. Les pedían encarecidamente, que se mantuvieran callados sobre el asunto y los libros que les habían enviado, hasta después de la reunión. En los libros de cuentas, se mostraba en detalle el manejo de Ashley y las compras hechas en los últimos años. Pero había nombres que Ray se encargó de marcar para evitar que Rashid lo pasara por alto.
