Juicio y catigo

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-Por favor detente!-

Meraki estaba entre espasmos y vomitando sangre sin signos de detenerse. Me estaba por volver loco y abrazaba a Meraki con fuerza por miedo a perderlo.

-Lo siento, lo siento, por favor detente!-

El niño se detuvo en un momento y parecía que había terminado de sufrir cuando lanzó un suspiro. Vi que el imbécil en el suelo también había dejado de moverse.

 Vi que el imbécil en el suelo también había dejado de moverse

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Recordé la libreta y la saqué del bolsillo con urgencia. Hojeando como un desquiciado, no encontraba la respuesta a mi inquietud. Ver a Meraki en ese estado me ocasionó una desesperación. Cientos de pensamientos se cruzaban por mi mente, desde que fue negligente de mi parte usar al niño hasta como borrar definitivamente la existencia de quien nos dejó como idiotas.

El niño respiraba con dificultad y su temperatura corporal comenzó a elevarse. Estaba enojado a tal punto que bajé con cuidado al niño, lo envolví con mi abrigo y me acerqué al hombre tirado en el suelo. La idea se había clavado fijamente en mi cabeza. Me estaba poniendo más y más irascible.

Tome a Fersa del cuello y lo sostuve en el aire para empezar a estrujar su cuello hasta sofocarlo con la mano.

-Tu...pedazo de mierda rastrera, como te atreviste..voy a hacerte algo mucho peor de lo que esa infeliz malnacida hizo contigo-

La fuerza ejercida sobre la garganta se hacia mas insoportable para Fersa, sus ojos estaban por saltar fuera de sus cuencas. Empecé a crear con mi aura una aguja tan fina y lo suficientemente larga como para atravesar cualquier cosa pero cuando estaba a punto de traspasar a Fersa, me sobrevino la voz jadeante y suplicante de Meraki que me detuvo en el acto.

-No, papá...detente...si lo haces arruinaremos el plan...papá, por favor...por favor...cof cof-

Liberé la presión que aplicaba sobre la garganta de Fersa y este cayó al suelo estrepitosamente quedando inconsciente.

Había perdido los estribos y el autocontrol cuando ataqué a Fersa haciendo que mis ojos dorados y cabello plateado salieran a relucir.

Traté de recuperar el aliento, tomé a Meraki y lo acosté sobre una de las cajas. El estado del niño se volvía critico a medida que pasaba el tiempo y el quejido de dolor era más recurrente.

-Mera, resiste volveré enseguida...solo espérame-

Observando el resto de las cajas ahora vacias, ya sabía que hacer. Nuestro salvoconducto preparado de antemano estaba listo para usarse.

-No seré yo quien se encargue de ti, te entregaré a él...te entregaré a ellos-

**

Estaba amaneciendo y llevé a Fersa a una casa casi en ruinas de las favelas. El dueño concurría al bar frecuentemente pero había fallecido hacia unos días. Usando eso a mi favor, armé este escenario perfecto. Posicioné a Fersa de manera que la situación se viera lo más realista posible. Me preparé para la carnicería que iniciaria ni bien cruzáse la puerta. Tomé la forma de una niña pequeña de aspecto famélico y salí corriendo a la calle gritando entre sollozos.

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