Corazón Delator

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La noche estaba acercándose. Ray estaba parado en la Bahía suspirando y observando el ocaso en su forma original, la de un niño alto robusto, bien formado, de entre siete y diez años con el cabello blanco ondeando al viento. Sus ojos dorados se teñían del rojo crepuscular del atardecer mientras que en su mano, sostenía su rosario. La última oración de la tarde lo estaba tranquilizando.

Fueron días muy agitados. Estuvo entrenado su esgrima y la puntería de sus armas a la par que debía enseñar a Meraki. Con disparo tras disparo podía drenar su ira y con cada corte que realizaba, le daba la sensación de estar acercándose a su tan deseada venganza.

 Con disparo tras disparo podía drenar su ira y con cada corte que realizaba, le daba la sensación de estar acercándose a su tan deseada venganza

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Era mejor quedarse quieto y lejos de él cuando practicaba. Arrasando como un tsunami, la razón y la cordura se perdían al momento que atacaba.

-No me iré me quedaré aquí contigo-

La voz de Meraki era tan lenta e imperceptible que no le llegaba, se perdía en el aire.

Hoy estarían volviendo al castillo. Para Meraki sería su primera vez cerca de otras personas y lugares. Hasta ahora aparte de la cueva y el mundo espejo solo había salido de la cueva para ir al bosque a cazar el alimento con Ray. Su padre era muy despiadado e inflexible al enseñarle pero por momentos podía notar en sus ojos benevolencia respetable y nostalgia. Aprendió mucho ya que su curiosidad no tenía límites y comenzó a presentar la capacidad de atravesar la oscuridad que se hallaba escondida en lo profundo de las mentes y corazones de las criaturas que fue cazando. Como así también, manipular sus pensamientos pero no se lo dijo a Ray.

Usando eso a su favor, procuró descubrir lo que escondía Ray en la penumbra de su ser. No buscaba hacer daño, solo conocer a su padre un poco más. Esperó a que su padre estuviera dormido y lo que no previó fue que hallaría a la venganza personificada. Su oponente era realmente malvado y no dudaría en usar todos sus recursos para castigar. Visualizando la vida de quién lo estaba cuidando de principio a fin, después de unas horas llegó a la conclusión que hasta ahora todo el accionar de Ray estaba justificado. Aunque casi al terminar un recuerdo en específico de su padre lo hizo echarse a llorar sin parar. Su corazón estaba desconsolado. El escandaloso llanto hizo que Ray se despertara del susto y cayése de la cama para que se diera un fuerte golpe contra el piso.

Al terminar de tranquilizar y consolar al pequeño niño, exigió una explicación a sus sollozos . Meraki no tuvo opción que decirle la verdad. Ray mirándolo de soslayo le dejó en claro, que no volviera a usar ese poder para ver los recuerdos en él nunca más y que lo que haya visto, se lo guardara para el solo hasta llevárselo a la tumba.

Meraki juró que lo haría . Ray por su lado más que parecer enojado, ya estaba moviendo esta nueva pieza en su mente. Una nueva herramienta se presentó sin que lo pidiera y sabía en quienes usarlo.

Después de ese incidente, Meraki comenzó a tener pesadillas y en una de esas arañó a Ray en la cara dejándole una cicatriz vertical en la ceja donde le había arrancado un poco de piel. Increíblemente, esa herida fue la única que no logró sanar sin dejar rastro. También fue el lugar donde en su vida anterior, se hallaba una herida funesta para él y la razón del llanto de Meraki, el cuál cada vez que lo veía se ponía triste.

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