XIII

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Syous estaba paralizado, pues se encontraba frente a frente con su madre, la cual había desaparecido desde que era un niño.

No pudo mover ni un musculo mientras ella se aproximaba, dirigiéndose al cadáver del goblin del que lo salvó. Una vez que estaba sobre el cuerpo, extrajo la flecha que usó para matarlo y después aparecieron un par de monedas, las cuales tomó.

– No deberías darle la espalda al bosque, está repleto de estas cosas.

Él seguía tan alterado que ni siquiera le respondió. Después de unos segundos viéndola, descubrió que se trataba de una versión joven de su madre, lo que lo confundió aún más.

– Emmm Hola, ¿Me estás escuchando?

Le preguntó haciendo un gesto con sus manos para llamar su atención y él por fin reaccionó.

Sacudió un poco su cabeza y recuperó los sentidos para contestar su pregunta, aunque su respuesta no fue la mejor que pudo haber elegido.

– No lo puedo creer, en verdad eres tú. ¡Mamá!

Justo después de decir eso, las cosas se pusieron aún más extrañas, fue como si el tiempo se detuviera y de pronto retrocediera, todo lo que pasó hasta ese momento sucedió una vez más en reversa.

Su madre devolvió las monedas que recogió del cuerpo, enterró la flecha en el cadáver y caminó hacia atrás, terminando en el punto antes de aproximársele.

– ¡¿Qué demonios...?! – musitó.

Nada tenía sentido para él desde un principio, y esto no hizo más que empeorarlo, pues todo se repitió. Fue como rebobinar y reproducir una película.

Cuando su madre extrajo la flecha del cuerpo y recogió las monedas que surgieron, dijo lo mismo que antes.

– No deberías darle la espalda al bosque, está repleto de estas cosas.

Solo que esta vez ya no tenía la impresión de haberla visto y respondió:

– Me... distraje por un momento, creo que estoy perdido. Gracias por la ayuda.

– Bueno deberías evitar eso, algo podría salir de aquí a atacarte y terminarías muy mal.

Ella lo miró de pies a cabeza, enfocándose en su vestimenta.

– ¿Acaso eres aventurero? – Le preguntó – por tu ropa diría que eres de clase hechicero, aunque luces algo joven para serlo.

– Yo, emmm, sí. Lo soy – respondió dudoso – de donde vengo, muy pocos nacemos con alguna clase y... son menos exigentes con la edad.

Habló con un tono nervioso, era una obvia mentira, pero por las palabras que escogió tenía la esperanza de que funcionara.

– Ya veo. Tienes suerte – dijo con tristeza.

Él notó esto de inmediato, pero no sabía que hacer al respecto, por lo que solo continuó como si de una conversación normal se tratase.

– Soy Syous por cierto – ofreció un apretón de manos.

– Moirah – respondió dándole la mano –. Dices que crees estar perdido, ¿Puedo saber que buscabas?

No supo que responderle, era obvio que no podía mencionar ni siquiera el cómo llegó ahí para empezar y no se le ocurrió una mentira creíble, por lo que balbuceó unos segundos antes de que ella le impidiera empezar a hablar.

– Espera, no me digas ¿Viniste a buscar al sabio del bosque?

– Si, eso hago – le siguió el juego.

Magical Chronicle : The Relics of CreationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora