VIII

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Encontrándose al borde del abismo, Syous intentó utilizar su hechizo de vuelo y – Telereturn – para salir, pero ninguno funcionó.

Frustrado, al no encontrar otra opción sin importar a donde mirara, se lanzó al vacío una vez más con la esperanza de eventualmente encontrar una salida.

Después de unos minutos cayendo al fin tocó fondo. Delante de él había una encrucijada presentando su primer obstáculo ahí. Ambos caminos parecían llevar a sitios muy diferentes.

Por un lado, las rocas tenían un intenso tono azul brillante y estaban cubiertas por una ligera capa de hielo, al otro, todo era rojo e incluso era visible la intensa ola de calor que provenía de más adelante.

– Sé que no puedo sentirlo, pero igual detesto el frio así que...

Tras esa declaración se aventuró a cruzar el camino de la izquierda, y apenas entró se cuestionó a sí mismo cómo podía existir un mundo subterráneo desconocido.

Similar a la sala donde habita el dragón, el sitio era un enorme puente de piedra, pero éste se encontraba sobre un mar de lava. Las Intensas llamas que atravesaban las rocas iluminaban el camino, silencioso y siniestro por igual.

El ambiente no le daba buena espina en absoluto. Echando una que otra mirada hacia abajo por los huecos en el piso, se encontraba preparado con bastón en mano, pues sentía que algo lo observaba.

– Sin duda Rose no debía venir. Primero ese dragón gigantesco y ahora si doy un mal paso terminaré cocinado... siempre me toca a mí la diversión – dijo con sarcasmo.

Los riesgos aumentaban a cada momento, con intensas llamaradas que brotaban de repente junto a él mientras caminaba y extrañas reacciones que disparaban lava hasta casi alcanzar el puente.

Pero esto no le pareció natural a pesar de encontrarse en un sitio tan peculiar. Sus sospechas terminarían volviéndose una realidad cuando de la nada cayó un tridente a sus pies.

Dando un vistazo hacia abajo, vio que algo salió disparado desde el mar ardiente y aterrizó unos metros más adelante. Cuando los residuos de lava dejaron de escurrir revelaron una criatura.

– Salamandra de fuego, que sorpresa – se quejó, sarcástico de nuevo.

Igual a la encontrada en la Antártida, poseía un torso similar al humano, con cabeza de reptil. Su diferencia más notoria era su cola, la cual estaba formada por bolas de fuego unidas entre sí, además su cuerpo entero encandecía.

En cuanto apareció tomó su tridente y serpenteando se lanzó a atacarlo, comenzando así una lucha cuerpo a cuerpo. El choque de armas provocó eco en la cueva, alertando a otros monstruos.

Ya que sus ataques no servían, el enemigo usó su poder, creando una cortina llameante que anularía cualquier vía de escape posible para el hechicero.

Momentos después, un grupo de hellhounds entró atravesando el fuego.

Syous se encontraba rodeado y, por si fuera poco, no era consciente de si su magia funcionaba, entonces continúo luchando solo con su bastón y a puño limpio.

Deshaciéndose primero de esos molestos perros arrojándolos del puente – aunque sin seguridad de si murieron, ya que seguro la lava ni siquiera les afectaba –, terminó por arriesgarse a usar hechizos, pues el número de enemigos no disminuía.

La salamandra desprendió su cola y ésta fue hacia él como una serpiente de flamas. Su única escapatoria posible era evitarla volando, y por suerte funcionó.

Al estar en el aire utilizó – Conjure Elemental –, invocando un dragón de agua que desató una tormenta, cuya lluvia además de electrificar a los hellhounds, afectó a la salamandra, apagando su cuerpo casi por completo.

Magical Chronicle : The Relics of CreationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora