XIV

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Syous llevaba a su madre sobre su espalda, ella iba prácticamente sentada mientras volaban lejos de la aldea Birchloir.

Aunque su destino principal estaba planeado, su prioridad era alejarse lo más posible mientras fueran invisibles.

Cuando se encontraban a unos minutos del bosque donde se conocieron, el hechizo perdió su efecto, pero asumieron que para entonces, los riesgos de ser descubiertos eran mínimos, pues su gente jamás iría ahí.

Aun así, había otro detalle, llevaban casi una hora volando y su límite de uso estaba por llegar.

Él consideraba sus opciones. Aunque podía recuperar magia con una pocion, no quería utilizar otra tan pronto al no saber por cuánto estaría atrapado en ese recuerdo. Por desgracia, la villa de Trintan aún estaba muy lejos y caminar hasta allá no era una opción.

Sin embargo, antes de siquiera decir algo, fue su madre quien inició la conversación.

– Esto es increíble, no sabía que existiera un hechizo para volar.

– Es muy raro... tuve la suerte de conocer a alguien que me lo enseñó.

Eso era una obvia mentira, incluso dar detalles de cómo aprendió sus hechizos revelaría quién es en realidad. Tuvo suerte de que ella no hizo preguntas al respecto.

– De hecho, no es para viajar, así que su tiempo de uso es algo limitado...

– ¿Te importa si aumentamos la velocidad? Aún estamos muy lejos – lo interrumpió.

– Justo eso quería sugerirte, sujétate bien.

Ella soltó su mano derecha y concentró magia, la cual se manifestó en forma de un brillo de luz amarilla en su palma.

Apuntó a la espalda de Syous y dijo:

Haste.

De inmediato se sujetó con fuerza a él, pues la velocidad con la que se movían se duplicó. Este era un hechizo élfico que aumenta la movilidad del usuario y sus compañeros, pero lo utilizaron para aprovechar el vuelo lo más que les fuera posible.

Perdió su efecto minutos después, aunque consiguieron un gran avance. Al estar cerca de su límite, Syous comenzó a descender.

Su esfuerzo conjunto los dejó sobre un camino que guiaba a la villa de Trintan, a donde llegarían en alrededor de media hora.

Mientras caminaban, Syous pensaba en lo sucedido hasta ese momento y en lo que harían a continuación

<<Nada ha retrocedido, esto estaba destinado a suceder. Solo no entiendo cómo es que soy yo el que lo hace>>

– ¡Oh no! – exclamó ella.

– ¿Pasa algo?

– Salimos tan a prisa que olvidé mi equipo, ¿Cómo me convertiré en aventurera sin mis armas?

– Ese no es problema, conseguiremos equipo nuevo. En Trintan deben tener una armería.

– Pero tampoco traje dinero.

– No te preocupes por eso.

Por fin divisaron los muros de la ciudad. Incluso tratándose de una época diferente, para Syous lucía igual.

Los años no cambiaron el lugar en absoluto, todo se veía tan vivo y radiante como siempre, aldeanos paseaban por las calles, aventureros entraban y salían, era un lugar muy prospero en cuanto a encargos.

Fueron directo al distrito comercial, Syous tuvo que fingir no conocer nada, – y que mejor manera de hacerlo que dar un par de vueltas innecesarias –.

Magical Chronicle : The Relics of CreationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora