XIX

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En la montaña que sobrevoló la aeronave de Darukin, la extraña mancha que Fasha vio a lo lejos resultó ser Foltnner caminando de un lado a otro.

Paseaba por la cima sin rumbo, sin buscar nada ni hacer algo especial. Pero en el momento en que las nubes bloquearon, creó un portal oscuro y se marchó.

A las afueras de la fortaleza de los elfos sombríos, en la punta de un acantilado se encontraba el que invadió la nave. Tenía una herida que atravesaba su abdomen e intentaba detener el sangrado con su mano.

– ¡Agh! – Exclamó de dolor al presionar el corte –. Esa perra me las pagará.

Segundos después, escuchó una voz a su espalda.

– Ese fue un buen ataque, aunque es obvio que no tuvo la planeación adecuada.

El elfo dio media vuelta tan rápido como pudo blandiendo su espada y se encontró con una figura encapuchada.

– ¿Quién eres? Agh y ¿Qué haces aquí?

Pero no recibió respuesta alguna.

– Tienes agallas para invadir mi territorio... o eres un estúpido que no aprecia su vida.

El encapuchado solo rio y eso enfureció al elfo.

– Se nota que no sabes con quién estás tratando.

Intentó atacarlo, pero apenas se movió, su herida lo detuvo haciendo que se doblara por el dolor.

– Tu cuerpo está por partirse en dos y aun así no dudas en seguir luchando – dijo mientras revelaba su rostro.

Pensando que se trataba de un humano, se disponía a pelear con él. Pero al verlo completo se dio cuenta que no era lo que creía.

Se trataba de Foltnner, quien iba con intenciones de negociar con "los peces gordos".

– Toma, esto te ayudará – le arrojó una botella con un extraño líquido rojo.

El elfo la atrapó soltando su espada, pero aunque se tratara de un semi humano, no podía confiar en él, pues sus intenciones eran un misterio y no tenía razones para ayudarlo.

Miró a ambos hasta que Foltnner levantó un brazo e hizo un gesto como si dijera "¿Y bien?".

Después de eso decidió abrirla y bebió su contenido. Apenas lo hizo, el sangrado se detuvo y su herida comenzó a cerrarse.

Aunque lo ayudó a sanar, seguía sin ver en él a alguien en quien pudiera confiar, pero esto al menos le hizo ganar la oportunidad de explicarse.

– Bien, tienes mi atención ¿Qué quieres? – Lo cuestionó el elfo.

– A decir verdad busco ayudarlos – respondió Foltnner con una inquietante calma.

– ¿Ayudarnos? – Preguntó confundido.

– Presencié el ataque a la nave, es una lástima que perdieran a tantos de los suyos... pero como dije, no tuvieron la planeación adecuada.

– ¿Y quién se supone que eres? ¿Un maestro estratega?

Foltnner dio media vuelta y se deshizo de su ropa.

Mientras mostraba su espalda, la cicatriz que la atravesaba y el muñón que quedaba de sus alas le dijo:

– He estado en suficientes batallas.

Giró para quedar de frente al elfo, quien era evidente aun no confiaba en sus palabras, él seguía viendo a un invasor en su territorio.

Magical Chronicle : The Relics of CreationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora