Magical Chronicle : The Relics of Creation

III

Los aventureros se dirigían a la entrada de la amurallada ciudad, donde hordas enemigas ya se encontraban listas para atacar. Habían estado ocultos en las cercanías incluso antes de que los demás lugares fueran invadidos. Después de todo, al ser el hogar de las reliquias, era lógico que fuera un punto clave.

Máquinas de guerra goblin se posicionaron en fila, revelando catapultas que hicieron llover rocas. Aunque estas se detuvieron a mitad del aire, flotaron unos segundos y algo las disparó de vuelta, destruyendo su mecanismo.

Esto fue obra de los hechiceros, quienes las interceptaron justo a tiempo. Cada grupo del gremio se encontraba frente a los muros, pero entre la multitud existían distintas motivaciones y opiniones, pues no todos sabían a qué se debía eso.

Se revelaron tan pocos detalles que la mayoría pensaba que tal invasión era por perseguir a Syous, el porqué de la persecución no fue aclarada, provocando que muchos generaran aún más rencor en su contra, prácticamente considerándolo responsable de ese desastre.

Algunos lucharon con la pura intención de defender su hogar. Aquellos conscientes de que él cargaba con las reliquias estaban dispuestos a no dejarlos poner un pie en la ciudad y había una chica en particular, cuyo tiempo viviendo ahí era menor que todos, pero cuya voluntad superaba a la de cualquiera.

Naruru, la elfo que abandonó la aldea Birchloir. Al estar ante tantos enemigos, mirando al grupo de Fasha y a sus compañeros, surgió una sola idea en su cabeza.

<<Toda mi vida me hicieron pensar que eran el enemigo, aun así, me aceptaron sin siquiera conocerme ni hacer preguntas. Me brindaron un hogar verdadero>>.

<<Esta ahora también es mi lucha, y no permitiré que esos monstruos destruyan lo que los humanos me han dado>>.

– ¡Tráguense esto! – Gritó lanzándose al frente, iniciando el ataque.

Durante su tiempo como aventurera, resultó ser un prodigio en el manejo del arco. Siendo capaz de disparar cinco flechas a la vez, atinó a blancos que tenían metros de separación, dándoles justo entre los ojos.

El sonido de los cuerpos golpeando el suelo al caer provocó la furia de sus congéneres, que arremetieron al instante contra los aventureros.

La batalla inició con el bando de los humanos en ventaja, apenas hicieron falta unos cuantos para arrasar con todo cuanto tenían delante. Aun siendo superados en número de cinco a uno, eran criaturas tan débiles que incluso una simple patada las dejaba fuera de combate.

Los problemas comenzaron al caer el último de ellos, que solo eran una especie de señuelo. Al estar derribados activaron un hechizo. Líneas de magia aparecieron bajo sus cuerpos y fueron absorbidos hasta desintegrarse.

Todos intentaron mantenerse serenos, pero la sensación de peligro en el ambiente era innegable. El inquietante silencio entonces trajo consigo la primera amenaza verdadera; la neblina oscura.

Se crearon incontables portales y decenas de monstruos salieron uno tras otro. Desde otro debilucho grupo de goblins hasta una tribu completa de fornidos orcos, llenaron el lugar por completo. Estos últimos no seguían del todo a Foltnner, pero ambicionaban poseer ese territorio y esa era una oportunidad de oro para ganárselo.

Los aventureros se vieron rodeados de enemigos. No obstante, nadie retrocedió. Intensificaron el ataque y se lanzaron con todo lo que tenían. Espadas, hachas, mazas, incluso escudos colisionaron de frente en una intensa lucha cuerpo a cuerpo entre monstruos, humanos y elfos por igual.

Mientras quienes combatían de cerca les plantaban cara, usuarios de magia lanzaban hechizos a la distancia con una poderosa combinación. Bolas de fuego provocaban explosiones, vientos helados congelaban brazos o piernas, proyectiles mágicos golpeaban hasta elevarlos en el aire. Los más débiles cayeron, pero eran reemplazados casi al instante.