[Capitulo 1] "Trauma"

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Kensington — Londres.

"beep beep beep"

El sonido de la alarma me despierta. Estaba adormecida, pero me obligo a abrir los ojos. Mi cuerpo estaba raro hoy, sentía náuseas, me daba vueltas la cabeza y una sed espantosa arañaba mi garganta. Mis labios estaban secos y salados, hasta mi pecho dolía como si hubiese estado llorando por mucho tiempo, pero no podía recordar el porqué. Solo sabía que mi noche había sido espantosa.

Me muevo en la cama. Sé que debo levantarme pronto, pero me quedo acostada un rato más tratando de recordar si había soñado algo para ponerme así, pero al cabo de unos minutos, me rindo y contra mi voluntad me descubro de las sábanas blancas de mi cama.

Hoy empezaba el nuevo semestre, tal vez era eso lo que me tenía nerviosa. Era mi último año y tenía muchas cosas que resolver. 

Doy un largo suspiro y me siento en la cama mirando a la fotografía en mi mesita de noche. Esa sonrisa era la única que me daba ánimos suficientes para sobrevivir a mi día a día. 

—Buenos días, mamá —Acaricio la imagen con cariño. 

La extrañaba tanto... 

Gracias a ella había encontrado mi escape al mundo, la música. Lastimosamente no pudimos disfrutar mucho de eso juntas, ya que falleció justo antes de que aprendiera a tocar el piano que me regaló por mi cumpleaños número 7. Ahora, eso prácticamente se había convertido en mi vida y la única cosa segura que tenía en el mundo. 

La alarma suena de nuevo y me urge a prepararme mientras la silencio otra vez. 

Voy descalza y con pereza hasta el baño y cuando llego, no puedo evitar examinarme en el espejo. Como era de esperarse tenía las ojeras más oscuras de lo normal y mi cabello parecía una maraña enredada. Seguro no había parado de moverme en toda la noche.

Niego con la cabeza para mí misma. Era un desastre.

Me quito el pijama y voy directo a la ducha. El agua caliente cae por mis hombros y me relaja. Espero que mi cabello se moje y coloco el shampoo con cuidado. Hasta mi cuello estaba tenso, tenía el absurdo presentimiento de que algo iba a pasar y no era un sentimiento precisamente bueno.

—Que estupidez. Nada va a pasar. Aquí nunca nada cambia —me hablo en voz alta y con los ojos cerrados, rehusándome a seguir pensando en eso y me concentro en terminar mi ducha después de enjuagarme el cuerpo. Luego solo me envuelvo en la bata y salgo directamente al tocador para secarme el pelo.

La casa, como siempre, estaba en silencio. Mi abuelo odiaba el ruido y aun cuando casi nunca estaba, los empleados se esforzaban por parecer fantasmas al rededor. Porque claro, vivir aquí implicaba ser un satélite más en su órbita, cumpliendo sus órdenes sin replicar, sin siquiera pensar. 

Algunos dirían que ya debería estar acostumbrada. Digo, había llegado aquí a los 14 años, cuando mi padre decidió que era "lo mejor" para mí, y ahora tengo 21. Pero quién en su sano juicio estaría de acuerdo con dejar que su vida entera fuera gobernada por otra persona que, dicho sea de paso, no veía a no ser que hubiera algo muy importante o hubiera hecho algo mal. Mucho menos cuando su posición y temperamento apenas me habían permitido conocerlo en estos años. 

La excusa era obvia, él tenía demasiadas ocupaciones como político y parlamentario, siendo Duque de la casa real de los Windsor, no podía ser para menos. Pero su "linaje", como él lo llamaba, también conllevaba muchas reglas y responsabilidades muy difíciles de evitar.

Al solo pensar en eso, un ligero temblor invade mi cuerpo y me estremezco. Desde afuera, cualquiera diría que la vida de la "realeza" es divina, perfecta... que aquí, al solo abrir la boca, se te conceden todos los deseos.... que tienes el mundo a tus pies y puedes hacer lo que quieras sin que nadie te diga nada, pero no es así. Al menos no para mí.

Nunca te dije adiós 🌙 [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora