[Capítulo 14] "Julieta"

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6:25 p.m.

Estoy peinada, arreglada, vestida y maquillada como si fuera a interpretar a Julieta en una obra de teatro, una obra en la que me toca representar el mismo papel por enésima vez por el simple hecho de haber nacido en esta familia.  Y aunque esta vez me carcomia una culpa con nombre y apellido, ya estaba más que acostumbrada a  solo seguir con el acto para no oír los discursos interminables del abuelo.

Aún recuerdo la primera de estas citas, me opuse tanto que no comí por 2 días. Tenía solo 16 años.

En ese entonces mi papá intervino y dijo que aún estaba muy joven para que empezara mi vida en la corte. Solo así pude librarme, pero volvió a pasar lo mismo un par de años después y ahi, ya nadie dijo nada. Estaba más sola que nunca y aunque Laura intentaba ayudar, solo terminábamos enredando todo...

Mi vida en esta casa nunca fue color de rosa. Pero era soportable hasta que conocí a Poché... Y por un breve momento... Fui feliz... Todo se iluminó y mis esperanzas volaron más alto de lo que yo podía controlar.

Pero luego, acabó y sin su luz todo parecía más muerto que antes.

Tomo una gran bocanada de aire y me resigno.  Salgo de mi habitación y pido que preparen el auto principal. No tenía ganas de manejar y mucho menos con tacones de 10 centímetros.

Adelaida sonríe levemente al verme y comenta que me parezco a mi abuela a mi edad y tal vez era cierto porque al ver mi reflejo en uno de los grandes espejos del recibidor, yo ni siquiera me reconozco.

Ahí, en ese reflejo está alguien que no existe. Tan pomposa y ataviada en un vestido que cuesta más que el salario de un año de cualquier trabajador de esta casa. Tan altiva e inalcanzable que podía tener a un regimiento a sus pies si lo deseaba. Ella era Lady Dania, la representación de mi Julieta en todo su esplendor. No yo.

—Veo que estás lista, querida —escucho la voz ronca y contundente de mi abuelo y el ambiente se enfría.

Adelaida deja de sonreír y baja la cabeza en un asentimiento formal mientras se ubica a un lado y yo giro el cuerpo para saludar.

Hago la venía como siempre, pero me mantengo en silencio. Después de todo aunque tuviera algo que decirle, él simplemente me ignoraria.

Laura había confirmado lo que Kenia me restregó en la cara temprano. Esta cita era con su hermanastro y aunque no lo conociera de antes, sabía que era una tradición de compromiso previo, en el que debíamos medir tinos y analizar afinidades por ambos lados para hacerlo más "formal" después.

Cosa que obviamente no pasaría porque uno, no estaba interesada. Dos, estaba dispuesta a hacer hasta lo imposible para que ese tipo me odie y tres, porque sería mi mejor excusa para no ceder con María José.

Debía seguir mi instinto de autopreservación y negarme a ir a su lado a toda costa.

—Estás hermosa.

—gracias, excelencia —murmuro con la voz controlada

—¿Alex ya tiene listo el auto? —pregunta mirando por encima de mi hombro y me obligo a no poner los ojos en blanco— veo que no queda mucho tiempo.

—Si excelencia, ya debe estar en la puerta —me apresuro a responder y él asiente— será mejor que me vaya, no deseo dar una mala primera impresión.

Digo con sorna pero él no lo capta. O tal vez sí, pero lo ignora y solo asiente casi sin expresión mientras se acerca dos pasos más a mí para colocar su mano en mi hombro.

—Esta noche será especial. Ya lo verás, él es un joven interesante y elocuente —me asegura y veo en sus ojos la determinación.

Él estaba seguro de que lo que estaba haciendo, era bueno y tenía la impresión de que quería que se lo agradeciera.

Nunca te dije adiós 🌙 [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora