[Capitulo 37] "Infinito"

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Pov. Poché.

Son las doce del mediodía.  No he dormido casi nada, pero aún así siento mi cuerpo totalmente relajado y lleno de energía.

La noche ha sido incomparable. Oír mi nombre de la boca de Daniela era hermoso, pero oírlo en medio del éxtasis es otro nivel...

Tengo que confesar que me porte como una mujer famélica frente al más delicioso dulce del mundo. Me habia costado detenerme incluso cuando estando en el limbo, me decía que ya no podía más.

El impulso de hacerla sentir al máximo y complacerla continuamente, me mantuvo nublada, prácticamente subyugada a sus deseos más profundos.

Y debo decir que, estaba orgullosa de mi misma.  Nuestra no cita, había salido muchísimo mejor de lo que me imaginé.

Ahora sus manos recorrian mi espalda con cariño.  Suavemente, de arriba a abajo y Dios... Siento que es el paraíso. Podría estar así toda la vida.

Mantengo los ojos cerrados. No quiero que este sueño termine nunca. Las sábanas huelen a ella. Tengo la cabeza apoyada en la almohada, y aunque estoy
completamente desnuda, no tengo ni un poco de frío. 

Siento sus labios sobre mi hombro y no puedo evitar una gran sonrisa.

—Buenos días, bebé —susurra dejando otro suave beso en mi cuello y mi cuerpo se estremece.

—Buenos días, amor —respondo con la voz muy ronca y ella sonríe.

—¿En qué estás pensando? —parece divertida

Me giro despacio para verla de frente y sin ninguna vergüenza respondo.

—en lo maravillosa que eres —levanta una ceja pero se acuesta sobre mi pecho y me mira directamente a los ojos.

—Aun no puedo creer que estemos aquí... así...—dice con algo de vergüenza y esconde su rostro apoyando su frente justo en mi clavícula.

—yo tampoco —admito sonriendo y ella levanta su cabeza para acercarse más a mi, a mi boca para ser exacta, y me arrebata el aliento.

Me mira los labios con hambre pero no termina la distancia —¿Tienes idea de lo que me provocas?

Estoy hecha una gelatina.

—Cuando me hablas así me cuesta más creer que lo que está pasando entre nosotras sea cierto —admito en voz alta y por fin, se apoya en sus codos para tomar mi nuca y hundirme en la almohada con el beso más dulce y delicioso que cualquiera pudiera desear.

Me acorrala entre sus brazos y empieza a bajar con besos más suaves a través de mi quijada hasta el costado de mi cuello.

Mi cuerpo se enciende de nuevo, era increíble el poder que tenía sobre mi. Sobre mi piel.

Ahora sí que estaba perdida. Ella era la dueña y señora de mi propia voluntad.

Me da un último besito en el cuello y se acurruca en silencio sobre mi hombro. Da un largo suspiro.

—¿Pasa algo? —le pregunto, pero no responde y pienso que se ha vuelto a quedar dormida así que decido asegurarme hasta que niega con la cabeza— ¿Bebé?

—Tengo hambre —murmura con una vocecita tierna y me hace soltar una risa.

—Bien, te puedo preparar un cafecito y tengo cereal ¿Quieres? —le ofrezco haciendo un repaso de mi despensa casi vacía.

Me mira con un puchero frunciendo el ceño  —tengo antojo de huevitos revueltos y unas tostadas.

—No hay huevo. Esta semana olvide ir al supermercado —confieso avergonzada—...pero si quieres... Podemos ir a un café aquí a la vuelta. He ido un par de veces y tienen cosas ricas.

Nunca te dije adiós 🌙 [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora