[Capitulo 38] "Impulso"

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Pov. Calle.

Conocerse a uno mismo parece un proceso largo y tedioso en el que siempre estás luchando con inseguridades y miedos. Sobre todo estos últimos ya que parecen nunca acabarse. Cuando superas uno, aparece otro, y otro, y otro más.

Por ejemplo, antes tenía miedo de mí misma por estar sintiendo algo diferente por una persona, que se supone solo debía ser mi amiga. Tenía miedo del mundo por estar yendo en contra de las reglas que me habían metido tan dentro de la cabeza que parecían estar tatuadas en mí. Y ese miedo hizo que resintiera todo al doscientos por ciento. Pero ahora, cuando mi familia me ha decepcionado tanto, cuándo he visto lo que pueden llegar a hacer la gente solo por su convicción de perpetuar su poder, incluso contradiciendo sus dichosas buenas costumbres... ese miedo se ha ido.

—¿Qué quieres hacer con tu vida Daniela? —mi padre me cuestionaba muy ofuscado caminando de un lado a otro en el estudio del abuelo, mientras él veía impasible y con la expresión de suficiencia más marcada que de costumbre— ¿Acabarla antes de comenzar? No tienes ni idea de cómo es el mundo allá afuera. Necesitas a alguien que te proteja y solo la familia puede hacerlo.

Pongo los ojos en blanco. Habla tan seguro y pagado de si mismo que de seguro no recuerda que él pasó por una situación similar. Pero claro, como al final se rindió piensa que también lo voy a hacer.

—No. Yo no necesito que nadie me proteja. Soy lo suficientemente fuerte para hacerlo yo misma. ¿Y la familia? No sé de qué familia hablas si prácticamente me he criado sola y he estado sola desde que llegué a esta casa.

Mi tono es tranquilo pero no puedo evitar el resentimiento que llevo guardando desde que me ví traicionada. El impulso de gritarles en la cara todo lo que pensaba ya no se podía controlar.

—Tu nunca estás aquí y el Duque —desvío mi mirada hacia donde podía verlo de frente— solo me ve como una moneda de cambio a la que puede sacarle provecho. Así que, con lo que a mí respecta, no tengo familia.

—Cuida lo que dices jovencita —dice el abuelo levantándose de su silla de madera tallada. Parecía el padrino en esa película de mafiosos italianos. El mismo porte intimidante y la misma cara de haber olido algo podrido.

—Ah, perdone excelencia —respondo con ironía— olvidé que aquí no se me permite decir lo que pienso nunca. Que debo ser un mueble decorativo más para no molestar a nadie y dejarle que haga lo que quiera con mi vida tal y como hace con el resto de la gente.

—Basta, Daniela —mi padre interviene— respeta a tu abuelo. Él solo busca lo mejor para ti.

—¿Lo mejor para mi? —repito con desden— ¿Y te parece lo mejor para mi venderme como una vaca en el mercado al mejor postor? ¿Te parece lo mejor que haya planificado mi vida y la de mis hijos que todavía ni siquiera he pensado en tener? ¿En serio papá?

—Estás exagerando.

—Por supuesto que no —me defiendo y me giro otra vez hacia el abuelo— Dígale lo que me dijo el otro día. Háblele sobre el ventajoso matrimonio que "nos dará el poder del nuevo monarca" que dicho sea de paso sería mi hijo. Dígale como firmó el convenio de mi matrimonio sin siquiera consultarme. Atrevase a negar como me está vendiendo a un tipo al que solo ví una vez en mi vida por su ansia de poder. ¡Dígaselo!

No responde. Solo suspira, mira hacia el piso con expresión impasible y luego regresa la mirada a mi padre.

—¿Ves lo que te digo? Tu hija simplemente no entiende.

Mi padre baja la mirada. Era obvio que no me iba a defender esta vez.

—Lo sabía. ¡Lo sabía! Tú estás de su lado. Estabas enterado desde el principio ¿Cierto?

Nunca te dije adiós 🌙 [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora