XXVIII

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Suena el reloj y parece que me estén dando golpes en la cabeza.

- Joder...- lo apago y me acurruco bajo de la manta unos segundos más.... - Dios...- me levanto rascándome los ojos. Entro en el baño y mi reflejo es espantoso. Unas grandes ojeras remarcan mi cansada cara. Los golpes de los brazos ya están curando pero aún se ven. Resoplo y me lavo la cara, maquillo y peino.
- Mucho mejor...- suena la puerta y voy a abrirla.

- Buenos días señorita, su desayuno.- dice el mismo chico sonriente de siempre, le dejo pasar y espero que salga.

- Gracias. - le digo antes de cerrar la puerta. Tomo la taza de café y me la llevo a los labios antes de tomar asiento. -Hoy será un largo día...- digo en voz alta, estoy acostumbrada a hablar conmigo misma.

Termino de desayunar y me levanto para cambiarme de ropa pero antes enciendo un cigarrillo y me lo llevo a los labios.

Me pongo los ajustados y negros pantalones, una camisa negra cuello alto y las botas altas y planas. Observo el reflejo del uniforme que tanto odio y recuerdo el día que Charlie me lo dio, de alguna manera pensar en él me relaja y no me hace sentirme tan sola.

- Okey Freya... hoy puedes morir o vivir... así que... no hagas ninguna tontería.- me pongo el abrigo, la gorra y salgo.

...

Las calles están vacías y el frío me hace estar mas despierta. Diviso el edificio y camino más rápido analizando el perímetro. Doy la vuelta y entro por la puerta de atrás. La cierro con el candado que me encuentro en el suelo y busco la caja. Camino rápidamente hacia ella y la abro. Cojo las pistolas, las granadas y subo al piso de arriba. Colocó las pistolas en diferentes sitios y veo una navaja en el suelo, la cojo y me lo pongo en el bolsillo. Subo las escaleras hasta la terraza. El edificio es de tres pisos saltar des de allí sin nada que amortiguara la caída sería mortal. Busco la cuerda que en el informe decía que encontraría pero la unía que veo es una muy vieja que podría romperse.

- Mierda! Acaso quieren que me mate! Si salgo de esta se van a enterar- amarró la cuerda en un tubo y la dejo preparada. Miro el reloj, las siete de la mañana. - No falta nada...- bajo las escaleras y tomo asiento en el segundo piso. Saco un cigarrillo y fumo.

Escucho ruido en el piso de abajo, me coloco bien la pistola, repaso el plan por milésima vez y vuelvo a fumar despreocupadamente.

- Vamos a prepararlo en el piso de arriba. - escucho que dice un hombre con acento Ruso. Sigo sentada pero mi cabeza no deja de pensar en que mierdas quieren de mi los Rusos y por que en el informe no estaban escritas sus biografías. No tarda mucho en cruzar su mirada con la mía y sacar su revólver.

- Que mierdas..Patrick! - grita acercándose.

- Buenos días a ti también...- dejo escapar el humo y veo como entra el tal Patrick - al fin nos conocemos. -doy otra calada y tiro el cigarrillo.

- Hija de puta te voy a matar.- dice el primer hombre acercándose mas.

- ¿No me vas a decir el por qué?- le pregunto antes de ver como dos hombres más se colocan en las escaleras. Mierda!

- Zorra! Tu mataste a nuestro amo de la forma más cobarde e humillante.- dice sacando el seguro.

- Esa es una acusación muy fuerte. No sé de quién estás hablando. - le digo apartando mi flequillo en un leve movimiento de cabeza y sin tensar mi relajada y despreocupada expresión.

- Yo te refresco la memoria.- dice Patrick.

- Por favor.

- Primero te lo follaste y luego lo degollaste.- dice entre dientes y algo en mi se detiene. Ese hombre...

Fallen - Peaky Blinder-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora